Moda reeleccionista le pega al Congreso
Sin cumplir, 25 diputados buscan repetir
Queda poco en Sinaloa, prácticamente nada, de la integración original de la 64 Legislatura del Congreso del Estado y menos subsiste de aquella bancada del Partido Revolucionario Institucional que empezó con ocho diputados y ya nomás le queda uno, todo esto como testimonio de la extinción de la representación popular concedida mediante el mismo voto que ahora despierta instintos de dromomanía política donde la lealtad a los ciudadanos vale menos que el cero a la izquierda.
La estampida de casi dos terceras partes de los asambleístas locales, la mayoría dejando sus curules para intentar la reelección que los haga regresar a ellas durante otro período de tres años, exhibe las miserias del ejercicio del poder en función de lo que quieren los partidos y servidores públicos, en vez de ponderar el bono de confianza que les otorgó la sociedad al colocarlos en la Cámara sin esperar la alevosía del tránsfuga.
Ha de cuenta que el Congreso del Estado se renueva sin que medie la correspondiente elección constitucional para constituirlo, pues de los 40 diputados legítimamente habilitados en la votación del 6 de junio de 2021 solicitaron licencia 25 de estos. Nunca como hoy la silla parlamentaria adquirió la degradación a columpio o trampolín para el uso lúdico de saltimbanquis en permanente búsqueda de otras ubres presupuestales.
Algunas bancadas se desbarataron y rearmaron por completo y otras estuvieron a punto de la desintegración total. En la del Partido Sinaloense las seis curules estrenarán ocupantes y en Morena 18 solicitaron permiso para ausentarse resultando la legión guinda la que obtiene el trofeo por ser la élite parlamentaria que más curules desprecia en la obsesión por aparecer otros tres años en la nómina del Congreso.
A pesar de que llegaron los sustitutos, nada se transformó en recién la modificada 64 Legislatura. El PRI continúa igual con un solo Diputado que es Carlos Alberto Meza Soto, suplente de Luis Javier de la Rocha que pidió licencia con el plan de regresar en situación de reelecto. Por su parte, María José Menchaca Tisnado, que releva a Cinthia Valenzuela, la ex priista que se adhirió a la campaña de la morenista Claudia Sheinbaum, se integró al Grupo Plural evitando así que el partido tricolor recuperara la estructuración como bancada.
Tampoco fueron modificadas las dos principales estructuras formales de conducción camaral ya que Feliciano Castro Meléndrez continúa al frente de la Junta de Coordinación Política en calidad de bateador emergente para desempeñar la Secretaría General de Gobierno en caso de que el anterior ocupante del cargo, Enrique Inzunza Cázarez, gane la elección de Senador. En tanto, el ex priista Ricardo Madrid Pérez decidió no subirse al tobogán de los desertores y al permanecer en la presidencia de la Mesa Directiva aguantará hasta que el 1 de octubre sea instalada la 65 Legislatura y deba incorporarse a alguna posición en el Gabinete del Gobernador Rubén Rocha Moya.
Las diputadas y diputados la volvieron a hacer. En 2021 se licenciaron 26 incluyendo a la líder del Grupo Parlamentario y presidenta de la Junta de Coordinación Política, Graciela Domínguez Nava, causando la parálisis legislativa propia del período durante el que se asientan los que llegan y se acoplan los que se quedan con los recién arribados. Y si alguien dijera que nada ocurre en la intempestiva transición estaría aceptando la distopía de que el Congreso no es esencial para la gobernabilidad.
Hasta los plurinominales José Manuel Luque, Pedro Alonso Villegas Lobo, María Aurelia Leal López, Verónica Guadalupe Bátiz Acosta, de Morena; Luis Javier de la Rocha Zazueta, del PRI; y Cinthia Valenzuela, del Grupo Plural, se envalentonaron a calarse en la mayoría de votos con el riesgo de que los electores les reclamen el hecho de haber dejado a medias sus talachas parlamentarias y los haga que regresen el lunes 3 de junio a concluirlas y sin pase a la 65 conformación del Legislativo estatal.
Es decir, el Síndrome de Hubris diezma al Congreso del Estado y la normalización del relevo va en contrasentido de la disposición democrática que determina la ocupación de puestos de representación popular para períodos completos y de ninguna manera para que el servicio al pueblo sea pausado en aras de permanecer o ascender en la escala del poder público. Aunque la reelección es un derecho constitucional, el acto de conciencia que emane del autoexamen sobre el deber cumplido debiera tamizar los mesianismos que creen imprescindibles sus presencias en las posiciones de Gobierno.
Muy pronto el sufragio hará el resto. En la intentona por recibir durante seis años los emolumentos como diputados, y sin ofrecer amor alguno a la camiseta que les puso el elector, deberían pasar por bastantes aduanas cívicas que les fiscalicen si cuentan con las vocaciones de servicio y las convicciones para reincidir en esos saltos que desde la ambición personal hacia voluntad popular, dejarán a bastantes lastimados.
A diputados avorazados,
Y de nóminas devoradores,
Denles títulos de licenciados,
En levantadedos desertores.
Las diputadas Cecilia Covarrubias González y Alma Rosa Garzón Aguilar duraron muy poco tiempo con la licencia para separarse de la labor legislativa pues ayer sin dar mayores explicaciones del motivo del retorno le solicitaron al Congreso del Estado autorización para reincorporarse a sus curules y con toda la facilidad y parsimonia del mundo un día se van y al siguiente regresan. Están haciendo un pésimo plagio de la palabra del Papa Juan Pablo II con aquello de “me voy pero no me voy, me voy pero no me ausento, porque aunque me voy, de corazón me quedo”.
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