La migración es un fenómeno que se da por múltiples causas y puede definirse de distintas formas. La acepción más aceptada nos da cuenta de que se trata principalmente de un cambio de emplazamiento o residencia que implica un traspaso de algún límite geográfico o administrativo debidamente definido, generalmente por causas económicas, sociales o incluso hasta climáticas.
Desde México el tema migratorio con frecuencia nos remite a aquel que se relaciona con la migración de nacionales mexicanos hacia Estados Unidos, y esto no es menor pues el corredor migratorio México-Estados Unidos se erige como el más transitado del mundo al ser este último país el principal destino de la migración mundial en la actualidad.
En México existe un entramado muy complejo en cuanto a migración se refiere, pues en el territorio se desarrollan diversos flujos migratorios como son migración de origen, tránsito, destino y retorno. Sin embargo, comúnmente escapa al ojo público, y por ende al ámbito de las políticas públicas, la situación de la migración al interior del espacio mexicano que también representa un tema de gran importancia normalmente ignorado.
Estas líneas servirán para hacer una reflexión acerca de la situación de los migrantes jornaleros agrícolas que se desplazan desde distintos puntos de origen del territorio nacional para trabajar de manera temporal en campos grandes de producción agrícola; esto con la finalidad de exponer sucintamente algunas de las problemáticas que se presentan en el desarrollo de este tipo de proceso migratorio.
Las temporadas de cosecha en los campos agrícolas definen en gran parte los procesos de movilidad de los jornaleros que realizan las labores en esos espacios, los cuales normalmente se encuentran en constante desplazamiento de una zona rural a otra y de vuelta a sus lugares de origen cuando el trabajo temporal termina.
A pesar del importante aporte que hacen a la economía y a la vida de millones de personas, los problemas que enfrentan los jornaleros agrícolas migrantes son varios y variados puesto que se trata de uno de los sectores más precarizados tanto social como laboralmente. Las condiciones en las que realizan sus labores y los contextos en los que se desarrollan como individuos propician una serie de limitaciones y abusos a sus derechos humanos, algo que no es ajeno a otro tipo de migrantes que se enfrentan al mismo problema.
Por su condición de movilidad, la temporalidad en las labores que realizan y sus condiciones de marginalización desde sus lugares de origen, los jornaleros agrícolas migrantes padecen vulneraciones a sus derechos constantemente por el hecho de que son contratados para trabajar en tierras que no les pertenecen y ofrecer mano de obra de manera subordinada.
En México hay aproximadamente 3 millones de personas jornaleras migrantes. Los datos del último censo agropecuario del INEGI de 2022 muestran un incremento en la mano de obra para las actividades agrícolas, y según el mismo documento las actividades requirieron de la participación de 16.1 millones de mano de obra jornalera.
Los estados de origen con mayor número de personas jornaleras migrantes empleadas son Guerrero, Veracruz, Puebla, Oaxaca, Estado de México y Chiapas. Estos estados en su conjunto representan el 61.4 % de la mano de obra jornalera empleada para actividades agropecuarias. Los estados destino a los que estas personas jornaleras migrantes acuden a trabajar son principalmente los estados del norte del país que cuentan con grandes plantaciones productoras y requieren de mano de obra temporal.
Por lo general, las regiones de origen de las personas jornaleras migrantes son comunidades marginadas con acceso a servicios públicos deficientes y con amplios márgenes de desigualdad social. Entre estas regiones se encuentran las montañas de Guerrero, la región de la Huasteca Potosina, así como los Valles Centrales de Oaxaca. Los jornaleros migrantes tienen que migrar hacia los estados con alta producción agrícola como Jalisco, Sinaloa, Veracruz, Baja California o Sonora.
Las personas jornaleras migrantes son uno de los sectores de la población con mayores vulneraciones a sus derechos laborales y sociales. Aunque su aporte a la economía del país es de gran importancia no existen programas o políticas públicas de ayuda a las y los jornaleros, así como a la atención de sus necesidades más básicas. La movilidad constante en la que se encuentran inmersos impide que puedan acceder a programas sociales o a apoyos gubernamentales.
Las personas jornaleras migrantes sufren de discriminación, acoso, hostigamiento laboral, y en ocasiones fraude relacionado con el pago de cuotas a intermediarios para poder ser contratados en los campos de producción, para poder ser trasladados o para obtener servicios de colocación, situaciones que también crean problemas vinculados con el tráfico de personas. Normalmente estos migrantes no viajan solos, generalmente lo hacen en familia, lo cual también provoca brechas importantes en la educación y oportunidades para sus hijos.
En resumen, las problemáticas reconocidas en este tipo de proceso migratorio son variadas, lo que provoca que se vuelva una situación complicada para aquellas personas que buscan una mejor calidad de vida o progresar en su desarrollo personal y económico.
* El autor es Daniel Cortés Martínez (@danielcormar89)