Migración y derechos humanos

    Lo ricos viajan, los pobres migran, reza el dicho popular. Migrar es un derecho, solo en el papel. Las declaraciones del Presidente López Obrador al hablar de los migrantes centroamericanos en La Mañanera sintetizan magistralmente las contradicciones del Estado mexicano en su política de migración. Resumo. No dejamos pasar a los migrantes en la frontera sur porque sus derechos humanos corren peligro, porque hay crimen organizado que los va a extorsionar y no podemos proteger su vida.

    ¿Quién viola los derechos humanos? El Estado. O el Presidente no distingue entre delincuencia y violación de derechos humanos (una confusión bastante común entre políticos de este país) o el mismo Presidente que el día anterior en su informe había decretado que en México “ya no se violan derechos humanos” simplemente cambió de opinión. Ambas cosas son posibles e igual de delicadas.

    Si López Obrador no entiende lo que son los derechos humanos, qué nos extraña entonces que la presidenta de la Comisión Nacional, Rosario Piedra, tampoco. Eso explicaría el desastre de la CNDH y el pasmo en que vive el Subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, Alejandro Encinas. Si, por el contrario, estamos ante una confesión de parte del Jefe del Estado mexicano de que no puede garantizar los derechos humanos de los migrantes ni el combate a la delincuencia organizada, el asunto es peor de lo imaginado. Como el padre chantajista que golpea a sus hijos al grito de “esto me duele más a mí que a ti”, el Presidente dice que detener a los migrantes a palazos con la Guardia Nacional y encerrarlos en albergues es por su bien, un acto humanitario, porque lo que les espera en México es peor.

    La realidad es que existe una terrible crisis migratoria y una ausencia de políticas públicas para atender el problema. En tres años hemos pasado “aquí se les ofrece trabajo a los migrantes en el programa sembrando vidas” (ver conferencia de prensa Mañanera del 17 de enero 2020) al “no pasarán” en solo veinte meses. Lo cierto es que, en materia de migración, como en muchísimos otros campos de la administración pública, lo que prevalece es la improvisación.

    Podemos coincidir que este es uno de esos problemas que no tienen solución de corto plazo, que cada vez habrá más personas entrando por la frontera sur y un sello mayor de la frontera norte. Así ha sido desde el comienzo de este siglo y seguirá por muchos años más sin importar si en Estados Unidos gobiernan demócratas o republicanos. A los mexicanos nos toca decidir cómo vamos a enfrentar el fenómeno migratorio en México. Sí, es un problema que implica a muchas naciones, pero lo que pasa en nuestro territorio nos compete solo a nosotros. También es cierto que nada hicieron los gobiernos anteriores, pero lo que pasa hoy le toca a este Gobierno.

    México necesita una política de Estado en materia migratoria, no contradictorias improvisaciones en La Mañanera.