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Después del craso error (?) del Presidente López Obrador de abrir la frontera del sur del País e invitar a centroamericanos, sudamericanos y habitantes del Caribe a que cruzaran el territorio nacional, para que pudieran llegar a la frontera con Estados Unidos, atravesando desiertos, ríos y muros, y realizaran su “sueño americano”, lugar donde “mana leche y miel”, la avalancha no se hizo esperar: el flujo de migrantes ha sido hasta la fecha incontenible, a pesar de que tanto en el cruce por la frontera mexicana en el sur, como por el largo peregrinar a través de miles de kilómetros del territorio nacional, en los que les “exprimen” los pocos dólares o recursos que traen para dejarlos pasar, trasladarse por su propio pie o pagando transporte a “coyotes”, narcos y otras personas de mala fe, encerrados en camiones en los que a duras penas pueden respirar, sin ninguna facilidad para sus necesidades; hombres, mujeres y niños en una larguísima marcha, pidiendo limosna y pagando como pueden las extorsiones de policías y asaltantes y todo para llegar a una frontera cerrada, con miles de policías y autoridades del país vecino que de ninguna manera está dispuesto a aceptar más migrantes ilegales.
Lo que el Presidente de México creyó, que al abrir fronteras y facilitar el libre tránsito de migrantes hacia afuera, hacia Estados Unidos, en forma de explosión “de aquí para allá”, se convirtió en una implosión, es decir, al ser rechazados o no poder cruzar, ahora ese pueblo migrante se está quedando en México, como un fenómeno de implosión, de afuera hacia adentro. México ya no encuentra la forma de detener el flujo de otros países, no tiene manera de cuidarlos en su peregrinar, no hay solución para recibirlos, hospedarlos, alimentarlos, no hay recursos ni planes para repatriarlos en forma constante, y ante todo ello, una solución es “otorgar visas” para que permanezcan en México mientras puedan cruzar legalmente a Estados Unidos. Esa fue la salida que se encontró para “desmantelar” el llamado “viacrucis migrante”; el Instituto Nacional de Migración otorgará documentos migratorios a 3 mil 500 personas que salieron de Tapachula, Chiapas, rumbo a la Ciudad de México; con esos documentos migratorios, se permitirá a los migrantes permanecer en el país durante 45 días, además de que el INM les donará alimento y agua, así como atender a los menores de edad y las familias, a través de la Procuraduría de Defensa del Menor.
¿Qué harán estos migrantes durante esos 45 días? Lo más probable es que busquen la manera de trasladarse en cualquier forma hacia la frontera norte, pues ese es su destino desde un inicio, cuando vinieron de su país de origen.
Estos migrantes, además de los que todos los días son rechazados hacia México por las autoridades norteamericanas, más los que están habitando los refugios en ciudades fronterizas, más los que siguen cruzando el río Suchiate o la selva chiapaneca, todos ellos están convirtiendo su “sueño americano” en la “pesadilla mexicana”, pues aquí no hay trabajo para todos; este es un país donde la miseria y la pobreza son una cruel realidad y donde los carteles y la delincuencia están a la busca de nuevos prosélitos para sus actividades de narcotráfico y violencia, además de que esos grupos están tan organizados, que pueden ofrecer a los migrantes cruzar la frontera por caminos que ellos conocen o por zonas “aceitadas” para que autoridades corruptas de Estados Unidos y de México les permitan pasar; ese sería el peor fin de su sueño, terminar en las garras de las bandas criminales.
Mientras tanto, la otra explosión migratoria la de mexicanos hacia Estados Unidos y Canadá, la que Carlos M. Urzúa llamó “El Éxodo Mexicano” en su columna en El Universal del 2 de enero de este año, comparándolo con las enormes migraciones de India y de Venezuela.
Según Reforma del 30 de diciembre pasado, en 2022 se detuvo en Estados Unidos a 823 mil indocumentados mexicanos, y según la patrulla fronteriza, cada mes se regresan 80 mil mexicanos a este país, aunque muchos siguen intentando cruzar. México está exportando así mano de obra, talentos y recursos potenciales.
Al inicio de este escrito aparece un interrogante en la palabra “error” de AMLO que abrió la frontera mexicana a los extranjeros que quisieran ir a Estados Unidos a través de México y es que ahora parece claro que fue un error con mala intención, pues el problema de los migrantes es una baza de negociación y de presión para obtener ventajas políticas y económicas del país del norte. Pero ese es otro tema.