En el artículo anterior se pretendió hacer un resumen de las últimas reuniones y acuerdos internacionales alcanzados, respecto a la atención y cuidado del clima, de la contaminación, los deshielos, el aumento del nivel del mar, etc., con sus consecuencias en la economía, la salud, la destrucción del planeta y de la misma humanidad; así, en la COP29 en Bakú, Azerbaiyán, se tomó el acuerdo y el compromiso de aportar 300 mil millones de dólares “para afrontar con eficiencia la crisis climática” y apoyar a los países más afectados, ya que más del 85 por ciento de la contaminación la ocasionan los países más desarrollados del G20 y las principales consecuencias las sufren los países pobres o menos desarrollados.
Finalmente, el acuerdo se quedó muy corto, pues en esa reunión se calculó que se requerían más de un billón de dólares para poder alcanzar el límite de máximo 1.5 grados de incremento en la temperatura global; con esto se comprueba la poca importancia que los países más contaminantes le dan al problema real y actual del cambio climático y sus fatales consecuencias en vidas, salud, economía y desarrollo social.
Desgraciadamente el mismo error de la poca atención a las causas del cambio climático lo ha estado presentando México, a pesar de los desastres que se han sufrido:
1. Las sequías, las inundaciones, los ciclones cada vez más potentes y el mayor número de días en los que se rebasan los índices de contaminación del aire, en la zona metropolitana y las principales ciudades del país.
2. La irregularidad de las temporadas de lluvias, las presas sin agua, no sólo para la agricultura sino también para consumo humano, los frentes fríos y el aumento del calor en todo el país.
3. El drama de nuestros bosques por la tala inmoderada con total impunidad; los incendios, cada vez más grandes sin atención por falta de estaciones de vigilancia y de insuficiencia de guardabosques, así como por la quema de montes para la “siembra de temporal”, tan ineficiente pues no se alcanza con ella el consumo anual de una familia.
4. Se tienen ríos y arroyos cada vez más contaminados con basura, plásticos, llantas y toda clase de desechos; igualmente se están agotando los mantos freáticos subterráneos, no solo los que se reponen con las lluvias cada vez menos abundantes, sino también los depósitos no renovables; igualmente se han contaminado esteros, playas y el mar continental en general, no únicamente con basura sino, lo que es más grave, con materiales tóxicos y derrames de petróleo, que apenas si se atienden parcialmente por falta de equipo, de personal y de presupuesto.
La pesca está prácticamente en un proceso de “suicidio” por la sobreexplotación, la falta de respeto a las vedas y por el uso de “artes de pesca” prohibidas, así como por la explotación de especies protegidas o en vías de extinción.
5. En todo el sexenio anterior se disminuyó el presupuesto para atender las causas del cambio climático en México, pero además se “contribuyó oficialmente” con la contaminación, destruyendo los bosques y biodiversidad en la Península de Yucatán con el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas, afectando también el suelo calcáreo que protege depósitos y corrientes de agua dulce subterránea, tan indispensable para los habitantes del lugar.
Pemex sigue contaminando con sus pozos de extracción de petróleo y la quema de gas natural que no se aprovecha; con los accidentes en refinerías y plataformas marinas y con la producción de combustóleo por no contar con las instalaciones necesarias para procesar mejor el petróleo pesado.
Lo mismo se puede decir de la CFE, que sigue quemando carbón o combustóleo para producir energía y no cuenta con un verdadero programa de producción de energía limpia o por lo menos favorecer que la iniciativa privada invierta, en coordinación con los planes tecnológicos de esta dependencia oficial.
6. Por último, no se puede dejar de lado la responsabilidad social y empresarial de no contaminar con desechos industriales, basura y su falta de colaboración en los pocos planes que existan para mitigar el problema de la contaminación ambiental.
México está lejos de cumplir sus compromisos a pesar de sus planes que, o no se cumplen o solo se realizan a medias.
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