De manera general, las mujeres de todas las culturas del mundo tienen una tendencia a emparejarse con hombres de mayor edad. No solo con hombres de edad superior, sino que también tienen una mayor probabilidad de casarse con hombres de grados académicos superiores e ingresos económicos mayores que ellas. A este fenómeno se le conoce como hipergamia varonil.
La hipergamia otorga un poder al varón que lo destaca por posicionarse como la figura de mayor relevancia, al ser el proveedor financiero del hogar. Este esquema de familia ha sido considerado por muchísimos años como el tradicional y le dan su respaldo a las normas que designan el papel de proveedor por encima del rol de ama de casa, que es para la mujer.
Cuando los integrantes que conforman una pareja tienen igualdad en sus perfiles socioeconómico y etario, se conoce como homogamia. El concepto significa “unión entre iguales” y proviene del vocablo griego “Homos” que significa igual y “Gamos” que significa unión.
Por otra parte, cuando la mujer es mayor que su pareja, se aplica el término de hipogamia, lo cual hace referencia a la unión “hacia abajo”. Por ejemplo, un hombre de 20 años que se casa con una mujer de 30, aquí se diría que hay una hipergamia etaria desde el punto de vista del hombre, y una hipogamia desde el punto de vista de la mujer.
En las sociedades tradicionales y patriarcales, las parejas desiguales en edad con predominio femenino, son objeto de rechazo social y prejuicios. Aunque existen, son un tema tabú, y a la mujer se le suele estigmatizar. Sin embargo, estas parejas hipógamas son cada vez más comunes. Miles de mujeres mexicanas se casan con hombres más jóvenes, y muchas de ellas lo hacen con jóvenes extranjeros.
Este es el tema de investigación de mi alumna Majerly, quien hoy presenta su tesis para obtener el grado de licenciada en Economía. De treinta y cinco parejas hipógamas integradas por mujeres mexicanas y hombres extranjeros de menor edad, encontró que el 29 por ciento de las mexicanas entrevistadas, estaban casadas con hombres franceses (ocho casos), seguido de los estadounidenses con cinco casos, entre otras nacionalidades. La diferencia de edad promedio fue de 4 años, sin embargo, las diferencias variaban entre 1 y hasta 21 años.
El 29 por ciento de esas parejas se conocieron por medio de alguna aplicación de Internet, teniendo primero un contacto virtual por mensajes y videollamadas por algún tiempo después antes de conocerse en persona. Siempre fue el hombre extranjero el que hizo el primer viaje a México para verse, este proceso lo repetían un par de veces antes de casarse o irse a vivir juntos.
Las otras historias se dividían entre cuestiones laborales: a uno lo mandaban al país del otro por trabajo por un tiempo y ahí se conocían; escolares: uno se iba de intercambio al país del otro y se conocían en la escuela; o por amigos en común: por alguna razón los dos se encontraban en el mismo país y algún amigo en común los hizo coincidir en una fiesta o algún otro evento.
Otro punto más que rompe con el esquema de la familia tradicional es que, en el 68 por ciento de las parejas entrevistadas, ambos trabajaban, algunas veces en el mismo lugar los dos, y en el 32 por ciento solo trabaja el hombre.
En el caso de las tareas del hogar pareciera que todo va evolucionando en pro de la igualdad de género ya que, en el 54 por ciento de los casos, los dos asumen una corresponsabilidad en las tareas del hogar.
Sin embargo, hay un porcentaje que llama bastante la atención, y nos hace recordar que aún falta camino por recorrer en esto de las familias modernas. Y es que, resulta interesante observar que hay un 23 por ciento de las parejas en las que ambos trabajan, es la mujer quien asume las responsabilidades domésticas.
Esto nos hizo pensar que, los hombres aun siendo menores de edad que la mujer, e incluso cuando comparten las mismas responsabilidades financieras, se asume que las responsabilidades domésticas siguen siendo para la mujer.
Es cuanto...