Merary: ¿fue traición o impericia?
Victoria y la treta Benítez-Estrada

OBSERVATORIO
    Para dirigir a Morena en Sinaloa y desempeñar al mismo tiempo un cargo de representación popular se necesita del imprescindible tacto político que no hiera susceptibilidades ni dé atisbos de insubordinación cuando el jefe del Ejecutivo estatal pertenece al mismo partido. ¿Quién no sabe que el PT se prestó para tirar la piedra y esconder la mano en cuanto a ataques a Rocha Moya y el llamado implícito a no darle el sufragio a la 4T? Merary Villegas lo sabía y Victoria Sánchez también y por lo tanto alegar ingenuidad a estas alturas configura peor ingratitud.

    Después del excelente resultado electoral que obtuvo en Sinaloa el Movimiento Regeneración Nacional, rozando la expectativa políticamente fastidiosa del carro completo, como que sale sobrando el debate respecto a si Merary Villegas Sánchez y la madre de ella, Victoria Sánchez Peña, cayeron o no en la tentación de traicionar a la Cuarta Transformación que a nivel estatal encabeza el Gobernador Rubén Rocha Moya. En caso de haber incurrido en tal insidia, el sufragio ya procedió a cobrarles cara la maquinación.

    Por salud política, Morena no debería mostrarse aquí como el gigante electoral insaciable que en el festejo por su triunfo arrasador del 2 de junio ya agotó las suculentas viandas que le sirvió la Oposición y no satisfecho aún se dispone a engullir insubstanciales bocadillos domésticos. Una cosa es que proceda saldar cuentas internas lavando los trapos sucios en casa, y otra muy inapropiada es que haga tendederos que muestren a todos la ropa manchada por deslealtades y perjurios.

    Desde antes que el Gobernador mencionara en su conferencia de prensa semanera del 10 de junio que Merary Villegas traicionó los principios de la 4T porque “anduvo llamando a votar en contra del candidato de Morena”, entre algunos aspirantes y cuadros directivos de ese partido circulaba la presunción de que la Diputada federal quería sacar adelante la reelección suya y de manera simultánea efectuaba labor de zapa para que en algunos distritos electorales y municipios la gente sufragara contra el morenismo.

    Pero en caso de comprobarse que Morena tuvo en Sinaloa al enemigo dentro de casa, entonces no logró infligir el daño que buscaba pues el resultado electoral es abrumador al ganar Morena con mucha ventaja la mayoría calificada en el Congreso del Estado y obtener las dos senadurías, las siete diputaciones federales y 15 alcaldías con votación favorable tan histórica como es el caso de los más de 200 mil votos que designaron a Juan de Dios Gámez como Presidente Municipal de Culiacán.

    Es verdad que al aceptar la candidatura del Partido del Trabajo a la Alcaldía de Culiacán, Victoria Sánchez debió cuidar las formas al involucrarse en el complot que armó el PT contra Rocha Moya y Enrique Inzunza Cazarez, Senador electo, para que dos ex presidentes municipales llevados a los cargos por Morena, que son Jesús Estrada Ferreiro y Luis Guillermo Benítez Torres, les ayudaran a los partidos Revolucionario Institucional y Sinaloense con la guerra de lodo contra el Gobernador y el Secretario General de Gobierno.

    Igual es cierto que Merary y Victoria, madre e hija, debieron llegar a acuerdos familiares para no verse involucradas por acción u omisión en dicha campaña sucia porque la falta de tal mesura descarta la opción de la ingenuidad y apuntala la conjetura de que jugaron contra Rocha e Inzunza en el proceso electoral y una vez emitido el voto que casi aniquila al petismo con todo y sus cartas bajo la manga, ellas deben aceptar las consecuencias a pagar que son más cosa de costos políticos que de escarnios públicos. Por gusto o por candidez ambas mordieron la carnada tramposa del anzuelo Benítez- Estrada.

    La hija irá por tercera ocasión a ocupar una diputación federal de Morena en el Congreso de la Unión y la mamá le jugó la contra a la 4T sinaloense y fue arrasada por el antivoto que casi arrasa con el PT. Ambas afines al grupo político de Benítez Torres, de quien no se sabe de qué color partidista amanecerá mañana, recibieron lo que les corresponde y a lo mejor sí entendieron que seguirle la corriente a “El Químico” Benítez y su ahora aliado Estrada Ferreiro equivale a aplicarse el harakiri ideológico que los ex alcaldes de Mazatlán y Culiacán se asestaron a sí mismos.

    A los tres se les cayó la choza en que se guarecían del nuevo tsunami electoral y Merary Villegas es la única que quedó con la posibilidad de meter en su albergue guinda a los damnificados Jesús Estrada, Luis Guillermo Benítez y Victoria Sánchez. Otra opción es que la dirigente estatal de Morena decida clarificar el cambio de bando partidista y sea ella la que les pida asilo a los defenestrados ex candidatos del PT a Diputado local, Senador de la República y Alcalde de Culiacán.

    Para dirigir a Morena en Sinaloa y desempeñar al mismo tiempo un cargo de representación popular se necesita del imprescindible tacto político que no hiera susceptibilidades ni dé atisbos de insubordinación cuando el jefe del Ejecutivo estatal pertenece al mismo partido. ¿Quién no sabe que el PT se prestó para tirar la piedra y esconder la mano en cuanto a ataques a Rocha Moya y el llamado implícito a no darle el sufragio a la 4T? Merary Villegas lo sabía y Victoria Sánchez también y por lo tanto alegar ingenuidad a estas alturas configura peor ingratitud.

    Falta por ver cuál es la decisión de los órganos de deliberación y sanción de Morena y mientras tanto el tema podría manejarse en petit comité antes de que los adversarios se levanten del derrotismo y vuelvan a capitalizar los errores de la 4T para levantar al menos el rating cuando no han podido sacar de la postración a los partidos con los que compitieron.

    Reverso

    Estuvieron Sánchez y Villegas,

    Al borde de consumar la traición,

    ¿Fue decisión tomada a ciegas,

    O le metieron mala intención?

    Resucitando al PRD

    Al ver que se le cayó el Partido de la Revolución Democrática por la pérdida de registro, siglas políticas que utilizó como petate del muerto en las alianzas con el PRI y PAN, Guadalupe Acosta Naranjo anuncia la eventualidad de que el Frente Cívico Nacional, que es identificado por sus movilizaciones como “marea rosa”, se convierta en partido político y así le imprime a la acción cívica apartidista el letrero de “se vende” sin que la acción ciudadana le pertenezca o deba sumarse a la partidocracia que los mexicanos detestan.

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