Mazatlán a una semana del caos
La gobernabilidad sí era posible
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A siete días de que Édgar González Zataráin relevó en el cargo a Luis Guillermo Benítez Torres, porque éste optó por la salida negociada que lo llevó a la Secretaría de Turismo pero no lo exime de la carpeta de investigación que le prepara la Fiscalía General, “El Químico” debe estar viéndose nostálgico en el espejo que representa el cambio drástico en el ejercicio de gobierno que ofrece el nuevo Alcalde. La política mazatleca regenerándose a sí misma como ola dignificante y fresca que arrasa con autoritarismos, arrogancias, corrupciones y quien sabe cuántas más distorsiones demenciales del poder público.
Viendo restituida lentamente la gobernabilidad en Mazatlán, la pregunta obligada es por qué una sociedad que nunca se ha dejado domesticar por remedos de caciques soportó durante tanto tiempo al que en sus alucinaciones se dijo hecho a imagen y semejanza de Andrés Manuel López Obrador, pues creyó que con abrazos el Presidente le transmitía un modo de liderazgo que es muy difícil se contagie como si fuese gripa.
Lo importante ahora sería que González Zataráin repase uno a uno los frenéticos actos de dictadorcillo de pueblo en los que incurrió Benítez Torres, con el único propósito de no repetirlos. Una semana le ha bastado para remendar lo que se rompió en cuatro años y sin ninguna oportunidad de marcha atrás, de arrancada de caballo y parada de mula, debe calcular cada paso a dar porque lo están vigilando los ciudadanos por más que parezcan distraídos en otras cosas.
Uno a veces piensa que las destituciones de autoridades son mejores a través de los instrumentos de participación ciudadana, o los juicios políticos instaurados por el Congreso del Estado, no obstante que los procedimientos fast track han demostrado en la práctica que ahorran días de tensiones donde el presunto inculpado a veces logra la impunidad y los segmentos a favor o en contra del encausado chocan entre sí. Hablando en serio ¿alguien cree que Benítez Torres, con lo marrullero que es, habría perdido la consulta popular que determinara si seguía o no en la Presidencia Municipal?
A veces la justicia con sentido común, aquella que Belém Torres hizo extensiva desde Navolato al resto del mundo, le agrada más a la gente que los embrollos judiciales que en la mayoría de los casos enredan a jueces, ministerios públicos y acusados hasta transformar los casos en liachos de conflictos. Allí está el caso de Jesús Estrada Ferreiro, que lleva casi medio año en juicios, con la sociedad esperando que ya no regrese como titular de la Alcaldía de Culiacán, y él tratando de mantener viva la posibilidad del retorno.
Por fortuna para Mazatlán, haya sido como haya sido, del jueves 27 de octubre cuando González Zataráin tomó posesión a ayer 3 de noviembre, la secuencia de hechos contribuye a instalar un ambiente primario de confianza en que está haciendo las cosas bien. Los ajustes al Gabinete con criterio estabilizador como condición indispensable para redireccionar el gobierno, las investigaciones en torno a cosas chuecas que realizó su antecesor, los acercamientos con aquellos injustamente perseguidos por “El Químico” y el paquete de obras en beneficios de los sectores de mayor abandono, son algunas de las políticas públicas que denotan el cambio.
Tal vorágine de sucesos alentadores todavía no es suficiente para desterrar la sombra dantesca que proviene de cuatro años de agravios, uno tras otro, cometidos por Benítez Torres de los cuales los mazatlecos le llevaban la cuenta a tal grado que nadie anda gritando en la calle que el depuesto Alcalde vuelva a despachar a Palacio Municipal, y sí se generaliza el reclamo de que regrese los recursos públicos que sin ser de él comprometió para su proveedora consentida Azteca Lighting.
Otra cosa positiva que queda del affaire “luminarias oscuras” es el valioso manual político que se les aporta a los viejos o nuevos cuadros del Movimiento Regeneración Nacional que en el futuro accedan al servicio público o la representación popular. Los estilos de gobierno emergente que se aplican en Mazatlán y Culiacán parecen idénticos en la operación restauradora y si en la Perla del Pacífico se aplican de manera sostenida como lo hace Juan de Dios Gámez Mendívil en Culiacán, quedarán como método para apagar los fuegos que encienden tiranos enloquecidos.
Lástima que en la larga etapa de la prueba Morena les haya permitido asestar tantos perjuicios a aquellos que por efecto de la tómbola amloísta llegaron en 2018 a responsabilidades importantes y recibieron en sus manos los destinos de miles de sinaloenses. Desde entonces se dijo que a la función pública llegaban improvisados y deslumbrados, pero nadie imaginó que la curva de aprendizaje fuera un círculo de ineptitudes en el que orbitaron muchos problemas y ninguna solución.
Palo dado ni Dios lo quita. Mantener firme la exigencia de que los ex alcaldes de Mazatlán y Culiacán respondan por los malos manejos de las finanzas municipales no trunca la fe colectiva en que las instituciones lastimadas sanen con los bálsamos de la sencillez, pertinencia y decisiones en beneficio de los gobernados. Y si no pues los escarmientos serán los mismos.
Para que tengas un buen sanar,
Ay, mi Mazatlán agonizante,
Que te curen la brisa del mar,
y el canto de Pedro Infante.
Qué distinto escenario aquel de la persecución de “El Químico” contra quienes le señalaron sus fechorías, contrastado con el de hoy cuando el Alcalde Édgar González Zataráin recibirá en la sede del Ayuntamiento a la organización no gubernamental Observatorio Ciudadano que le presentará los Diez Compromisos por la Transparencia y Rendición de Cuentas del Recurso Público, como parte de la Agenda Ciudadana Anticorrupción diseñada para el Gobierno municipal.