Maternidades en búsqueda: impactos continuados y política de desatención

    “Las mamás que buscan a sus hijos es porque los aman, y nosotras amamos a nuestros hijos, por eso buscamos a nuestros familiares desaparecidos, porque no queremos que nuestros hijos vivan la misma situación que nos tocó vivir”._ Karina Arce, hermana de Alberto Arce, desaparecido en 2013 en Guerrero.
    No hay una forma de ejercer la maternidad, menos cuando se atraviesa por una experiencia atroz, traumática y de impactos que, si bien se pueden aminorar, no existe retorno.

    Este 10 de mayo, como desde hace más de una década, miles de mujeres que son madres en búsqueda de sus hijas, hijos, hermanas, hermanos, padres, esposos, pasaron el día sin motivo para celebrar; les hace falta el abrazo del ser amado. Para ellas, esta fecha sociocultural y afectivamente relevante pasó de ser un día de celebración a ser un día de movilización pública para exigir la localización de sus seres amados.

    Las diversas maternidades en búsqueda han asumido esta responsabilidad que le corresponde al Estado, haciendo frente a los múltiples impactos que esta labor conlleva y con los escasos recursos y herramientas con las que cuentan (materiales, físicos, emocionales, simbólicos). Aunado al quehacer de la búsqueda, de forma paralela, la gran mayoría están a cargo de las tareas del hogar, de la crianza y del cuidado dentro del entramado familiar.

    Una de las afectaciones más preocupantes y de urgente atención es garantizar su seguridad, reconocerlas como defensoras de derechos humanos e incorporarlas a mecanismos de protección que respondan de manera inmediata y que realmente sean efectivos. Buscar a los seres queridos no debe costar la vida. (1) El amplio umbral de permisibilidad de la inseguridad coloca a las madres buscadoras en un contexto de amenazas y riesgos constantes. Lo anterior, ante un Estado que no ha garantizado su protección y donde los perpetradores gozan de absoluta impunidad.

    Relacionado a lo anterior, la atención a los impactos psicoemocionales y los daños a la salud de quienes buscan a su ser amado -y que se profundizan con el paso del tiempo- es apremiante debido a que los casos por muertes a consecuencia de la aparición y/o cronificación de enfermedades con mala o nula atención médica, van en aumento (2).

    No obstante, cabe mencionar que además los impactos referidos y que son más visibles por el nivel de gravedad y fatalidad, existen otro tipo de daños que, al ser en apariencia más sutiles y silenciosos, son invisibilizados, pero deben ser nombrados y reconocidos ya que marcan la biografía de quienes experimentan la ausencia de un ser querido y afectan el acto de maternar.

    Algunos de estos impactos se reflejan en la ruptura de un proyecto y sentido de vida, el desajuste del transcurrir de la vida cotidiana, el abandono de las actividades que representan el sustento económico; daños de orden simbólico, a la identidad, al sentido del tiempo, los ciclos de la vida y el significado de fechas especiales; el sentimiento de culpa ante el descuido de otros familiares para dedicar tiempo a las búsquedas, la pérdida de otros familiares que van dejando este plano físico sin saber la suerte de la persona ausente.

    Si bien las buscadoras son sujetas políticas con capacidad de agencia, derivado de las transformaciones subjetivas que van teniendo en el proceso, adquieren saberes y herramientas que les permite activar y desplegar formas de afrontamiento para sobrellevar las dificultades de maternar en contextos bélicos. Sin embargo, este breve texto enfatiza la responsabilidad que el Estado y sus instituciones tienen respecto a la problemática y la tragedia que representa.

    Política de desatención: una deuda transexenal

    La Ley General de Víctimas (3), en el capítulo II, “De los derechos de ayuda, asistencia y atención”, señala como un derecho de las víctimas, el establecimiento de medidas de ayuda inmediata y de asistencia que deben garantizar el acceso a la salud psicológica y física, así como brindar apoyo en materia de transporte, alojamiento y alimentación en las acciones que emprenden para la búsqueda.

    En el ámbito internacional, la urgencia de protección en las labores de búsqueda, así como de atención física y psicológica de las mujeres buscadoras fue expuesta en una audiencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con la intención de enfatizar en las obligaciones del Estado mexicano ante los organismos internacionales.

    Asimismo, los Principios Rectores para la Búsqueda de Personas Desaparecidas del Comité de la ONU contra la Desaparición Forzada (4) en el principio III, establecen que la búsqueda debe tener un enfoque diferencial y que: “Un objetivo central de la política pública de búsqueda debe ser la protección y el apoyo amplio a las víctimas. Debe incluir la atención y el acompañamiento psicosocial a las víctimas y debe contener medidas que eviten su revictimización o victimización secundaria (....)”.

    Pese a que el marco normativo y los estándares internacionales son claros en enfatizar las responsabilidades y pautas de actuación de las instituciones en términos de la atención integral a las víctimas, las instituciones siguen siendo omisas y negligentes incluso en casos paradigmáticos como son los crímenes del pasado cometidos durante la denominada “guerra sucia”, y en el caso Ayotzinapa.

    La violencia institucional y burocrática encarnada en las maternidades buscadoras, a través del desinterés, la indiferencia y el desdén de una política que atienda dignamente a las víctimas, evidencia que estas no son prioridad para el Estado. Por el contrario, el abandono, el deterioro y el desgaste, han sido la apuesta de la política de desatención que ha perdurado durante sexenios. Una apuesta por la derrota de las sujetas políticas que hacen frente a las prácticas y discursos patriarcales del Estado y las instituciones que desprecian la vida, la dignidad de los muertos y burocratizan el dolor. Ellas, pese a la corriente, desafían la figura de la “víctima ideal” acorde al modelo neoliberal: la “buena víctima”, pasiva, aislada, sumisa que no exige y acepta lo que se le da sin cuestionamientos.

    La lucha por la vida tiene rostro de mujer

    No hay una forma de ejercer la maternidad, menos cuando se atraviesa por una experiencia atroz, traumática y de impactos que, si bien se pueden aminorar, no existe retorno. Por ello, hay que hablar de maternidades en plural, pues no constituyen una masa homogénea y universalizada de la experiencia de buscar y maternar, ni existen fórmulas estándar de cómo se viven y enfrentan los daños, y las herramientas que pueden tener para transitarlos. Antes bien son mujeres historizadas que, en su singularidad, al encontrarse con otras, reconfiguran el significado de ser mujer y madre en búsqueda.

    Partir de lo anterior permitirá aproximarnos a los impactos de una forma densa y diferenciada, que no responda a una homogenización de las sujetas políticas sino a una diversidad de mujeres singulares que habitan contextos específicos. Tener esto en consideración, permitirá trazar los impactos continuados y situados con enfoque de género, diferencial y psicosocial, considerando la manera en que son experimentados y enmarcándolos en su imbricación con las violencias estructurales, de género, institucionales y extremas que coexisten, son dinámicas, mutables y operan de manera simultánea bajo el paraguas de los poderes sistémicos (5) que las produjeron víctimas.

    Documentar y acompañar los impactos más visibles, así como aquellos que son más silenciosos, es una labor de quienes caminamos en los procesos de búsqueda, verdad y justicia. Construir políticas públicas bajo esquemas rigurosos de atención integral, eficaz y sostenida en el tiempo es la responsabilidad estatal, que no claudicaremos en señalar. Ante el cierre y transición de administración, es fundamental la implementación de una agenda de política victimal que contemple con seriedad la urgencia de la atención integral, reconociendo que es una deuda histórica.

    Las maternidades en búsqueda siembran las semillas para gestar, cuidar y defender la vida para hacerla florecer. Al reclamar en el espacio público la presencia de sus seres amados, politizan la existencia de esas vidas para devolverles el carácter humano que se les intentó arrebatar al desaparecerles. Este 10 de mayo, como desde hace más de una década, seguimos en exigencia de quienes nos faltan. ¡Hasta encontrarles!

    La autora es Alejandra Ramírez, investigadora en el Programa de Derechos Humanos y Lucha contra la Impunidad de @FundarMexico.

    1. De 2010 a la fecha, 22 familiares en búsqueda han sido asesinados, principalmente, mujeres y madres. En lo que va de este sexenio, han sido 17 los asesinatos, y en lo que va de este año en curso, han ocurrido 2 casos.

    2. Para leer más sobre este tema se sugiere leer “Madres buscadoras que mueren sin encontrar”: https://www.sinembargo.mx/09-05-2022/4179437

    3. Puede consultar la LGV en el siguiente enlace: https://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGV.pdf

    La audiencia “México: protección de mujeres buscadoras” ante la CIDH, se realizó el 28 de febrero de 2024, se puede ver en el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=wqBva4WKue8

    4. El documento se puede obtener en el siguiente link de descarga: https://www.ohchr.org/sites/default/files/Documents/HRBodies/CED/PrincipiosRectores_DigitalisedVersion_SP.pdf

    5. Para abonar a la comprensión de los asesinatos de las madres buscadoras en su conexión con los poderes sistémicos y las violencias que emanan de estos, sugiero leer el texto “La muerte violenta de las madres buscadoras: el sufrimiento y el castigo como entramados de los poderes sistémicos”: https://www.youtube.com/watch?v=wqBva4WKue8

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