Marcha UAS sin Madueña como Rector
Falló el augurio del Sinaloa trastornado

OBSERVATORIO
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    De lo logrado, el primer día de la UAS sin Madueña como Rector corroboró que quien quiso ser el héroe de la película ha perdido dicho papel protagónico, abriendo pauta la destitución temporal para que la casa de estudios sea en lo sucesivo el centro y alma de la nueva historia que empieza a escribirse, tal como debió haber sido siempre, como unánimemente debiéramos lograr que ocurra de aquí en adelante.

    Poco o nada se alteró en la estructura de gobierno de la Universidad Autónoma de Sinaloa después de que el Rector Jesús Madueña Molina y cuatro figuras del mando institucional fueron destituidos de sus cargos por decisión judicial, pues un integrante destacado del grupo que controla a la casa de estudios, Robespierre Lizárraga Otero, asumió como encargado de despacho por así disponerlo la Ley Orgánica. Y tampoco ardió Sinaloa, como lo habían advertido algunos agoreros que quisieran asentar sus hipótesis calamitosas sobre las ruinas de la irracionalidad.

    Frente a esos escenarios catastróficos reinó la normalidad de un Sinaloa civilizado que en su mayoría continuó con los esfuerzos lícitos para fundar la urbanidad y legitimidad a pesar de aquellos que postulan retrocesos horrendos. Los universitarios afines al Rector, o coaccionados a serlo, se desplazaron por las calles de las ciudades en clara prevalencia de los derechos de libre manifestación y libertad de expresión.

    Sin novedad, la noche del martes 17 de octubre el Juez de Control logró sacar adelante lo que en otros tiempos de seguro habría resultado un resolutivo opuesto y ayer miércoles la parte de la UAS que se movilizó pudo gritar las consignas que quiso contra Fiscalía, Gobierno y Poder Judicial del Estado. Así nomás, la crónica de la posibilidad de las catarsis segmentadas antes que darle pie a la eliminación violenta del contrario.

    Como ha sido siempre, los intereses aviesos de una persona o de un grupo resultan apabullados por las aspiraciones legítimas de la comunidad en general. Sea quien sea el individuo, o fuere cual fuere la camarilla que propone la misma entelequia del incendio de Roma, que ni fue devastador ni lo provocó el Emperador Nerón, siempre llegará a tiempo el agua fresca de la razón para sofocar las ascuas del disparate.

    Con acontecimientos de efecto ráfaga los sinaloenses atestiguamos una etapa crucial para la UAS que deberán definir las instituciones jurisprudenciales, con la ley en la mano. Es tan mala la apuesta de los que se juegan todo presentándose como víctimas de persecución política, como la de quienes le endilgan ceguera y sordera a la justicia. Allí están los delitos que se acusan, las partes en conflicto intentando tumbar una los argumentos de la otra; están sobre todo los tribunales legalmente habilitados para definir sentencias y castigos.

    La UAS es grande, sí, y frente a su fastuosidad el enanismo de los profetas del desastre se torna insignificante, invisible. Es la secuencia de hechos, primero la separación del cargo de los que llevaban el timón rosalino, luego la movilización uaseña, la que construirá la autenticidad que tiene su origen en la carpeta de investigación y presunción de inocencia donde la Fiscalía acusa al Rector y su Comité de Adquisiciones de realizar compras irregulares, y los asesores jurídicos hacen su trabajo para defender a los indiciados.

    Más allá de eso todo siguió en la normalidad. Desde su posición de Secretario General de la UAS, que le fue asignada el reciente 12 de septiembre al renunciar el anterior encargado del puesto, Robespierre Lizárraga, que antes fue el Abogado General de la casa de estudios, asume la conducción universitaria y ojalá que también reciba entero el cargo de Rector interino. El ex Diputado local y ex candidato a la Alcaldía de Culiacán, en ambos casos arropado por el Partido Sinaloense, garantiza que estará intacto el actual sistema de control de la UAS mientras esté a cargo del timón uaseño.

    Es decir, queda a medias el apego al espíritu de la decisión del Juez de Control Carlos Alberto Herrera, al sustentar la decisión de separar de sus cargos a los servidores públicos de la UAS en que éstos desde el alto poder que tienen en la estructura universitaria obstaculizan el proceso de investigación al no responder a diversas solicitudes de información. Además Lizárraga Otero está sujeto a otra causa penal y ya fue vinculado a proceso por presunto abuso de autoridad.

    Ahora en el centro de la mirada pública está la UAS sin que al frente de la institución esté Madueña, aun concediéndole el privilegio de la duda a la conjetura de que el ex Rector seguirá gobernando a la Universidad, tras bambalinas. A como sea, la acción de la justicia hace posible que la ciudadanía situé la observación inspectora sobre la entrañable alma máter y cuando ello sucede la gente hace la función del ojo del águila rosalina para frenar a los que intenten detenerle al ave centinela el vuelo hacia la cúspide.

    De lo logrado, el primer día de la UAS sin Madueña como Rector corroboró que quien quiso ser el héroe de la película ha perdido dicho papel protagónico, abriendo pauta la destitución temporal para que la casa de estudios sea en lo sucesivo el centro y alma de la nueva historia que empieza a escribirse, tal como debió haber sido siempre, como unánimemente debiéramos lograr que ocurra de aquí en adelante.

    Reverso

    Y sucedió que un día después,

    En la UAS todo fue normal,

    Al Rector que destituyó el Juez,

    Lo relevó otro igual.

    Defensor indefendible

    Pero qué necesidad de formar a Jesús Estrada Ferreiro, el también depuesto Alcalde de Culiacán, al frente de la columna de uaseños que salieron a defender al destituido Rector Jesús Madueña. Es mucho dramatismo político para un mismo día, aunque se trata sobre todo del desplante de excentricidad del ex Presidente Municipal que ofrece defender a todos los que se sientan afectados por el gobierno de Rubén Rocha, siendo que ni siquiera ha podido defenderse a sí mismo. Le vendría bien, por el talento histriónico que muestra, una plaza de maestro de pantomima o de teatro en la UAS.