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@vraldapa
La vida de alguna manera significa mantenerse, mantenerse de muchas formas, uno no sabe cómo, ni de qué modo, ni cuándo, pero suceden, son sólo una, otra y otra más, formas diferentes pero constantes de perseverar en la búsqueda de propósitos que le dan sentido a la vida, incluso cuando aparentemente, no hacemos nada; por eso a veces resulta complicado y se nos hace difícil mantenernos en este viaje, sin saber a dónde vamos en realidad, como dice Alejandro Lerner en una de sus canciones. O como aquélla de Joan Manuel Serrat, en la que nos comparte que “de vez en cuando la vida toma conmigo café y está tan bonita que da gusto verla” y otras veces, “nos gasta una broma y nos despertamos sin saber qué pasa”. Hay tantas canciones que sin escribir, nos describen… y eso igual le da un sentido también a la vida.
Las canciones se escuchan, es cierto, pero también son escritura, aunque para Sócrates, el sabio griego, la escritura era un saber muerto, un discurso estático carente de creatividad y dialéctica de la discusión viva de sus interlocutores. Sin embargo el tiempo se encargaría de darle escritura a la voz del pensador en sus discípulos, que inspirados en el pensamiento y la palabra de este filósofo, aún se mantiene en el tiempo.
Por eso creo que la escritura tiene la virtud de mantenernos atentos, en el interior de una conversación que inicia en nuestra conciencia, de ahí que uno muchas veces se encuentre a sí mismo al escuchar a los demás. Por eso escribir es una forma de escuchar y de escucharse a uno mismo, una conversación previa en la que nuestro íntimo pensar busca mantenerse en los otros que inician al mismo tiempo la conversación de sí mismos en la escritura de alguien más.
Es por ello que para mí el escribir todas las semanas en Noroeste se ha vuelto, no sólo una necesidad, sino una forma muy importante de darle sentido a la vida. Algunas veces me han cuestionado en buena lid, pero a la vez enfáticos, que mis escritos en ocasiones denotan una posición de carácter personal y tienen razón. En el ejercicio del periodismo, la diferencia entre una noticia, un reportaje y un artículo reside precisamente en la opinión que interpreta y valora un hecho, suceso o idea. Por eso cuando se vierte un juicio de la realidad, se subjetivizan las opiniones. Y esto no ha sido fácil, pues cuando externamos nuestro creer y pensar públicamente, no siempre son bien recibidos.
Afortunadamente las motivaciones de escribir se mantienen en el deseo de formar parte de la conversación pública y de los anhelos colectivos que nos son comunes y nos importan. Al principio uno pone atención en la cantidad de lectores, en saber si eres leído, pero con el tiempo esa preocupación se disipa cuando descubres que el diálogo empieza justo cuando aparecen las primeras ideas antes de ser escritas, con ello el entusiasmo se aviva y el resto de lo que suceda se disfruta de cualquier forma, pues se mantiene la conversación.
La primera vez que escribí para un diario, fue a principios de la década de los 90 en La Hora de Sinaloa, que fundara el señor Silvino Silva Lozano, director también por muchos años de Noroeste. Mi columna semanal tenía por nombre Corriente Crítica sobre temas culturales. Hoy después de pocos más de 10 años de continuar colaborando para Noroeste ahora en mi columna Aldea 21, celebro todas las ocasiones que puedo compartir mis artículos con ustedes, una oportunidad en la que reitero, en cada uno de ellos, el interés de mantener esta forma irremplazable de diálogo escrito.
Vivimos tiempos difíciles, terribles e insólitos, una tragedia que nos acecha y que por primera vez en la historia se narra en tiempo real los sucesos de una pandemia. Soy un convencido de que hoy más que nunca debemos ampliar la conversación pública, para atender los daños colaterales de esta crisis que amenaza con extenderse en todas las direcciones de nuestra dinámica social, política y económica.
Algunos temas de nuestra agenda pública son atendidos todavía con una resistencia inconsciente y veces necia, de aceptar la nueva realidad que estamos viviendo. Por eso estoy convencido que estamos llamados a deconstruir nuestra forma de pensar y de vivir con respecto a lo que está sucediendo. Sin duda un reto que merece la reflexión profunda y paciente de todos. Que este atípico periodo de vacaciones bien pudiera ser el momento adecuado para revisar nuestras ideas y convicciones de lo que acontece en nuestra sociedad. Mantener el entusiasmo de la vida y escoger el camino correcto.
Por mi parte asumo el compromiso de conservar esta afortunada práctica de conversación y diálogo cada semana, después de tomarme un breve periodo de descanso y reflexión para continuar mis entregas hasta el próximo martes 4 de agosto. Hasta entonces, cuidémonos todos.