Mantener la esperanza

    Los ingredientes para una tragedia colectiva están servidos en la mesa, de nueva cuenta problemas añejos como la seguridad, el Estado de Derecho, la justicia y gobernabilidad aparecen todos juntos para complicar el panorama, social, económico y político de nuestras comunidades.

    Lo de Culiacán, no es una crisis menor, van por tres semanas sin clases, desde el 9 de septiembre van más de 56 homicidios, 53 personas desaparecidas, 85 autos robados y 40 personas detenidas, lo más difícil de asimilar para la mayoría de la población, es que no se le ve final.

    Y ante un escenario así ¿Cómo mantenemos la esperanza? Después de publicar mi artículo la semana pasada, alguien me preguntó como hacíamos para mantener la esperanza. No contesté de inmediato y después de pensarlo un poco, me di cuenta que no sabía, así que llegó la hora de leer.

    Encontré autores como Martin Seligman, considerado el padre de la psicología positiva, Seligman ha explorado cómo fomentar la resiliencia y la esperanza a través de hábitos como el optimismo, la gratitud y el establecimiento de metas significativas. Brené Brown, sus investigaciones sobre la vulnerabilidad y la conexión humana destacan la importancia de la autenticidad y la práctica del agradecimiento como formas de cultivar la esperanza. Sharon Salzberg: Autora de “Lovingkindness”, Salzberg habla sobre la meditación y la compasión como herramientas para mantener la esperanza y el bienestar emocional, y hasta el famoso Viktor Frankl que en su libro “El hombre en busca de sentido”, Frankl discute cómo la búsqueda de un propósito puede ayudar a mantener la esperanza incluso en las circunstancias más adversas y por último Shawn Achor, él aboga por un enfoque proactivo hacia la felicidad, sugiriendo que al cambiar nuestros hábitos y nuestra perspectiva, podemos experimentar una vida más satisfactoria y exitosa. Su obra ha tenido un impacto considerable en el ámbito empresarial y educativo, motivando a individuos y equipos a adoptar una mentalidad positiva para mejorar su rendimiento y bienestar.

    Lo que encontré en común en estos autores, es que la mayoría habla de la importancia de los hábitos y la posibilidad de que estos hábitos reconfiguren la forma en que pensamos y sentimos. Esos hábitos de los que hablan la mayoría son los siguientes:

    Enfocarse en lo positivo: Trata de identificar pequeñas cosas positivas en tu vida diaria. Esto puede ser tan simple como disfrutar de una buena comida o apreciar un atardecer.

    Establecer metas pequeñas: En lugar de concentrarte en el panorama general, establece metas pequeñas y alcanzables. Celebrar estos logros puede darte un sentido de progreso.

    Conexiones sociales: Rodéate de personas que te apoyen y te inspiren. Compartir tus pensamientos y sentimientos con amigos, familiares o grupos de apoyo puede aliviar la carga emocional.

    Practicar la gratitud: Dedica tiempo a reflexionar sobre las cosas por las que estás agradecido. Llevar un diario de gratitud puede ayudarte a cambiar tu perspectiva.

    Cuidado personal: No descuides tus necesidades físicas y emocionales. El ejercicio, una buena alimentación y el descanso son fundamentales para mantener un estado de ánimo positivo.

    Meditación: Practicar la atención plena puede ayudarte a gestionar la ansiedad y el estrés, permitiéndote vivir más en el presente.

    Buscar ayuda profesional: Si la situación se siente abrumadora, considera hablar con un terapeuta o consejero. Ellos pueden ofrecerte herramientas y apoyo adaptados a tu situación.

    Si bien al igual que la pandemia, todos navegamos la misma crisis, lo cierto es que lo hacemos en barcos distintos, algunos en yates, otros en panga y algunos más solo con una tabla que apenas flota, pero espero que a alguno de los lectores con uno, o todos, hagan poco o mucho para pasar lo que todavía nos falta por pasar.

    Gracias por leer hasta aquí, nos leemos pronto.

    Un abrazo solidario y fraternal, es cuánto.

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    @isaacarangureconacentoenlae