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En mi comentario de la semana pasada afirmé que el INE ya había dado a conocer el reporte final de asambleas y afiliaciones de las organizaciones que aspiran a convertirse en partidos políticos. Con pertinencia, David Alejandro Arroyo me aclaró que las cifras que comenté correspondían a un corte parcial, de los que semanalmente ha publicado el INE desde el principio del proceso y me precisó que el plazo para realizar las asambleas, las afiliaciones y celebrar las respectivas asambleas nacionales constitutivas concluye el 25 de febrero.
De hecho, el lunes 17 uno de los grupos que, según la información del INE, ha logrado superar el mínimo de asambleas necesarias para obtener el registro -en este caso, estatales con más de tres mil asistentes empadronados en la entidad correspondiente- celebró su Asamblea Nacional. Se trata de la llamada Fuerza Social por México, a la que en mi artículo anterior le atribuí vínculos con el SNTE, pero que en realidad ha sido promovida por un personaje de nombre que parece una descripción de su actitud política -se llama Pedro Haces Barba-, líder la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México, central sindical muy apreciada por el Presidente López Obrador, pues el mismo lunes por la mañana asistió a su décima convención. Por lo visto, Haces Barba aprovechó el acarreo matutino de sus afiliados sindicales para realizar por la tarde la asamblea de sus afiliados partidistas. Dos pájaros de un tiro, aunque está por verse si la simulación pasa inadvertida para el INE, pues es evidente que, a pesar de la prohibición legal, la base del nuevo partido es la misma de la central sindical.
El nuevo partido, si consigue el registro, nacerá como un satélite del oficialismo, al viejo estilo del PPS o del PARM. De hecho, Haces Barba es Senador con licencia por Morena y, por supuesto, antes fue militante del PRI. Sobrino del inefable Leonardo Rodríguez Alcaine, -”La Güera”, cacique histórico del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana, impuesto por el gobierno de Echeverría, pasando por encima de la Tendencia Democrática de los electricistas, encabezada por Rafael Galván, heredero de Fidel Velázquez al frente de la CTM- Haces (la) Barba se muestra como un entusiasta del lópezobradorismo, dispuesto a poner a su hueste, tanto la sindical como la política, al servicio del gran líder.
No es el único caso, pues también las Redes Sociales Progresistas de Elba Esther Gordillo hacen profesión de la nueva fe política y han declarado que se pondrán a las órdenes del Salvador de la Patria en cuanto cuenten con legisladores. Si además se suma el partido de los evangélicos, ahora denominado Encuentro Solidario, López Obrador habrá superado al PRI en eso de partidos subsidiarios, simuladores de un falso pluralismo.
Mientras tanto, los partidos viejos menguan. Según datos del propio INE, el PRI y el PRD han perdido más del setenta por ciento de sus afiliados, mientras que Movimiento Ciudadano ha visto una merma de más del 50 por ciento. La disminución ha sido producto, sobre todo, de una depuración llevada a cabo ante los reclamos de ciudadanos que encontraban sus nombres entre los afiliados de partidos a los que nunca habían aceptado pertenecer. Es decir, buena parte de la militancia de las decadentes organizaciones partidistas mexicanas es también simulada. Simulacros de partidos de masas que falsean sus registros para mantener las cifras de afiliación exigidas por la ley.
Mientras la oposición se desfonda, la mayoría de las organizaciones que podrían obtener su registro son redes de clientelas que se sumarán en 2021 a la campaña del oficialismo, como en los buenos viejos tiempos del régimen del PRI. El otro probable partido, el de Margarita Zavala y su marido, no servirá para otra cosa más que para restarle votos al PAN, el único partido que hoy parece en condiciones de presentar alguna resistencia electoral frente a Morena y la coalición presidencial. Un escenario lamentable, donde la derecha rancia y autoritaria le quitará apoyos a la derecha rancia y beata, mientras el PRI y el PRD acaban por desmoronarse y López Obrador podría sumar legisladores de cinco satélites a los que obtenga por sí solo Morena.
Queda por ahí Movimiento Ciudadano, aunque aún con falta de definiciones claras para convertirse en una opción opositora seria con un proyecto laico y reformista. Sus posiciones tentaleantes frente a asuntos cruciales en los que se ha impuesto la demoledora tetramorfosis de López Obrador no permite ser muy entusiasta sobre su capacidad de captar el voto del descontento que no se alinea con la derecha panista ni con el calderonismo. El panorama del pluralismo mexicano se ve desolador, casi como en los tiempos en los que las opciones para votar eran el PAN, el PRI, el PPS y el PARM.
El sistema electoral proteccionista, que favorece a las redes clientelistas y excluye a los proyectos ciudadanos sin capacidad de acarreo, está mostrando sus límites y su cerrazón. De seguir así, pronto estaremos en una situación parecida a la anterior a la reforma política de 1977, con una pluralidad meramente simulada.
Cierro esta nota con rabia y con mi solidaridad con las mujeres de México que se enfrentan cotidianamente a la violencia machista en todas sus expresiones, desde la vulgaridad callejera hasta la brutalidad homicida. Si se trata, como dice el Presidente de la República, de una herencia del neoliberalismo, quisiéramos entonces ver que se le enfrente con todo el vigor con el que supuestamente está destruyéndolo en otros ámbitos, en lugar de espetar decálogos de tópicos huecos.