La polémica sobre la vida y obra de Juana Inés de Asbaje Ramírez y Santillana, conocida mundialmente como Sor Juana Inés de la Cruz, empieza sobre la precisión del año de su nacimiento, inclinándose la mayoría de los que le siguen la pista, en señalar que nació un 12 de noviembre de 1949 o 1951. Data que al final, empequeñece ante la grandeza de esta gran escritora mexicana, considerada por muchos, como la precursora en nuestro país, de la defensa de los derechos de la mujer.
La también conocida como Décima Musa, quien optó por el encierro religioso como una forma de conseguir darle rienda suelta a su inspiración, no solo creó textos marcados de religiosidad ya que, dentro de su producción literaria, también están obras enfocadas a situaciones mundanas y otras dedicadas a la defensa del crecimiento intelectual de la mujer; obras que, por cierto, no fueron del agrado de la iglesia y los censores extremistas de la época.
Les comento que la referencia de Sor Juana, la hago en virtud de que, en nuestro calendario, y en honor de la citada, hoy 12 de noviembre, aparece la celebración del Día Nacional del Libro, lo cual ocurre, desde hace alrededor de 45 años. Festividad que seguramente trae felices a los bibliófilos de nuestro país, entre los cuales, se distingue a lectores locales y promotores de lectura como Laura Medina, Juanjo Rodríguez, Samuel Parra, Aleyda Rojo, Melly Peraza, Marisol Lizárraga, Giovanni Osuna, entre otros; y en el mítico paraíso, a Elías Miranda y a Pepe Franco.
El libro es una herramienta de gran utilidad en la formación integral de una persona, influyendo, en no pocos casos, en el reencauce de vida de algunos otros. Al respecto del libro, el poeta granadino Federico García Lorca, decía: “No solo de pan vive el hombre. Yo, si estuviera desvalido en la calle no pediría pan, sino medio pan y un libro”.
Por supuesto, los autores en las diferentes ramas de la literatura y del conocimiento, dejan plasmados en los libros, su imaginación y su saber; legados que constituyen una gran herencia para las diferentes culturas, de ahí, que desde la antigüedad existan bibliotecas de gran notoriedad, como la de Alejandría en Egipto; la de Aristóteles en Atenas y la de Asurbanipal, en Nínive.
Por supuesto, en la actualidad se cuenta con importantes centrales de libros como la de Trinity College, en Dublin; la biblioteca nacional de Austria y la de Stuttgart en Alemania. En nuestro país contamos, entre otras, con la Nacional, la Central de la UNAM y la Palafoxiana de Puebla.
Sobre las bibliotecas se han acuñado ingeniosas y acertadas frases, como la del intelectual francés, Jacques Benigne Bossuet: “En Egipto, a las bibliotecas se las llamaba el tesoro de los remedios del alma. En efecto, curábase en ellas de la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades y el origen de todas las demás”. A la cual se agrega la plasmada por el célebre argentino Jorge Luis Borges: “Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca”.
En el terreno de la lectura, nuestro país no se distingue, ya que entre la población alfabeta total, según la página electrónica de Lectupedia, financiada por el Fondo Monetario Internacional, se lee menos de un libro al año, lejos, muy lejos de los 17 per cápita que se leen, por ejemplo, en Canadá.
Sin duda alguna, el fomento a la lectura en nuestro país, requiere de un enorme esfuerzo del sistema gubernamental; acciones de mucho mayor alcance que el hasta ahora ha realizado Paco Ignacio Taibo II, al frente del Fondo de Cultura Económica; algo más efectivo que el “a toda madre” que expresa cuando se le pregunta cómo va su gestión al frente de la editorial oficial.
“Los libros son como los amigos, no siempre es el mejor el que más nos gusta”, es lo que afirmaba el intelectual Jacinto Benavente. ¡Buen día y feliz día del libro!