Estamos metidos en los llamados días santos, ahora, para la gran mayoría, días de banales e interminables fiestas, las cuales alegran las cajas de los negocios, especialmente las del sector turístico. Dentro de esta batahola, las acciones criminales entre los participantes de la guerra narca tampoco toman tregua, acentuando el olvido del significado cristiano de la temporada en la que nos encontramos, especialmente el mandato de amaos los unos a los otros.
Los destinos turísticos, entre ellos Mazatlán, tienen en esta temporada vacacional una buena recepción de turistas visitantes a pesar de que el flujo ha disminuido por el temor de la violencia, no sólo en Sinaloa, ya que los grupos delincuenciales mantienen fuerte presencia en varios solares del País, como es el caso de Guanajuato, Chiapas, Guerrero por citar algunos.
Haciendo mutis de lo comentado, en cuanto a los puntos que rompen los otrora días de guardar; del luto cristiano por el doloroso tránsito de la pasión de Cristo, de acuerdo con lo narrado en los evangelios escritos por los apóstoles Lucas, Mateo, Juan y Marco, un personaje que se hizo notar fue Judas.
Judas era parte de la pléyade cercana a Jesucristo, de hecho, jugaba el papel de tesorero de las donaciones que recibía la campaña cristiana y que se destinaban para el sostenimiento de la misma y para ayudar a los pobres, así quedó asentado en uno de los versículos del apóstol Juan.
A pesar de la confianza conferida por Jesús, el innoble Judas no dudó en traicionarlo, no sólo esquilmando los dineros del fondo común y además, entregándolo a sus enemigos para que fuera llevado a la crucifixión, castigo fatal destinado a los delincuentes y a los adversos del sistema.
Judas y su actuar corrupto y de traición a su líder, así como a su grupo, me recuerda que en la actualidad, dentro de la esfera política y gubernamental, existen innumerables actores que son la viva reencarnación del mal recordado personaje.
Efectivamente, entre el conglomerado político encontramos a verdaderos Judas que no dudan ni tantito en faltar a sus promesas de fidelidad y cumplimiento a los compromisos contraídos con la gente que les confirió su confianza para ejercer el papel de liderazgo gestor del bien común.
Judas también sobran entre la clase política, los cuales, sin ningún sentido de remordimiento, se roban los dineros comunitarios, guiados por la inclinación corrupta que les heredó su antecesor bíblico.
Los Judas políticos de nuestro tiempo, bajo el amparo de la impunidad y del propio olvido social, continuarán pervirtiendo el noble fin de la practica política, ya que heredaron los genes del Iscariote, pero no, el sentido de arrepentimiento expresado por el traidor de su ascendiente. ¡Buenos días!
