Los impostergables pendientes ante el nuevo ciclo escolar

    La implementación de los nuevos planes y programas de estudio en el estado debiera ser evaluada ante todo por la siguiente pregunta: ¿está el nuevo modelo impulsando el bienestar y el aprendizaje de los estudiantes históricamente más marginados?”

    El ciclo escolar 2023-2024 está a punto de comenzar en Sinaloa. Mientras las discusiones en torno a los nuevos libros de texto gratuitos han acaparado titulares durante semanas, hay problemáticas de gran importancia que siguen sin solución en un silencioso segundo y hasta tercer plano. A continuación algunos de ellos.

    El primer punto -y más trascendental- corresponde a la ausencia de un diagnóstico robusto respecto a los problemas de aprendizaje más urgentes que enfrentan niñas, niños y jóvenes en el estado. Los efectos de la pandemia permanecen invisibles a la política educativa en Sinaloa. Esta información es necesaria para organizar recursos y apoyos que las escuelas realmente necesitan. No se les puede dejar seguir cargando a solas con la responsabilidad de impulsar la mejora del logro académico y del desarrollo socioemocional de los estudiantes.

    El segundo punto es la atención a las necesidades de infraestructura que en Sinaloa presentan prácticamente uno de cada dos planteles. Si bien es cierto que durante el verano se anunciaron medidas tales como la regularización del servicio de energía eléctrica a cerca de 50 escuelas y la compra de mil aparatos de aire acondicionado, esto es sólo una dimensión entre todas las que se deben atender. Especialmente, importará atender a asuntos de seguridad estructural de los edificios escolares, que suelen deteriorarse en temporada de lluvias.

    Vinculado a lo anterior, está el transparentar de qué manera se ha implementado en el estado el programa La Escuela es Nuestra. Más específicamente, es necesario dar a conocer cómo se han utilizado los recursos, aclarando cuántas escuelas han sido efectivamente apoyadas y cuáles aún permanecen sin atención. Señalando también en qué comunidades escolares se ha hecho uso del recurso para temas de infraestructura y equipamiento y en cuáles se ha optado por extender la jornada escolar.

    Este último tema es clave, puesto que se relaciona con la desafortunada decisión del Gobierno federal de desaparecer las Escuelas de Tiempo Completo. Un modelo que demostró ser beneficioso para el desarrollo integral de los alumnos y que de haber continuado podría jugar un papel fundamental a la hora de construir un nuevo modelo educativo verdaderamente anclado en el aprendizaje como camino hacia una mayor justicia social.

    La única justificación que una sociedad debería aceptar siempre ante la decisión de un gobierno de cambiar de modelo educativo es la intención de mejorar las oportunidades y herramientas que niñas, niños y jóvenes adquieren a través de su paso por las escuelas. La implementación de los nuevos planes y programas de estudio en el estado debiera ser evaluada ante todo por la siguiente pregunta: ¿está el nuevo modelo impulsando el bienestar y el aprendizaje de los estudiantes históricamente más marginados?

    Con esta pregunta en mente, Mexicanos Primero Sinaloa continuará su labor de investigación y análisis en el marco de un nuevo ciclo escolar que carga con el peso de implementar una reforma con aspiraciones nobles pero que adolece de múltiples áreas de oportunidad. Y también, reactivará su ruta de exigencia hacia la autoridad educativa local para que ésta mejore su capacidad de diseñar e implementar estrategias que solucionen las problemáticas aquí descritas. Ya no puede permitirse otro año de incertidumbre y omisiones.