Los doctores enfermos, el veneno deseado y la reconstrucción desde abajo

    Más y más personas participan en el negocio del crimen y Marcelo Bergman (El negocio del crimen. FCE, 2023) nos ayuda a entender que la crónica debilidad de las instituciones del Estado, sumada a la multiplicación de los mercados criminales de altísima rentabilidad, crea esta tormenta perfecta en la que estamos.

    Comencemos por entender la más importante premisa de todas: haga lo que haga, el Estado mexicano no puede construir la seguridad, la paz y la justicia sin soporte social activo. ¿Una obviedad? Sí, para quienes no miran esto a profundidad, desde luego que no si se quiere en verdad entender en dónde estamos parados.

    La reproducción, diversificación, profundización y prolongación de las violencias está reconstituyendo nuestra convivencia, en mayor o menor medida, de frontera a frontera. Participé en un cónclave con más de 200 personas que dedican la vida a auxiliar a víctimas de las violencias y no recuerdo tal acumulación de relatos a una misma vez confirmando que no somos el país que decimos ser, somos un país mutando a través de las violencias, la delincuencia y la impunidad.

    Encontré nuevos formatos de gobernanza criminal que incluso han evolucionado hacia procesos organizativos no impuestos a través de la violencia armada directa, sí mediante la diseminación del miedo. En mi exposición ante esta audiencia recordé que “los doctores están enfermos”. Es una metáfora que construí para propósitos pedagógicos y que parece ayudar mucho a clarificar en dónde estamos y por qué no podemos romper la reproducción de esta pesadilla.

    “Los doctores están enfermos” se refiere al perfecto acuerdo para aplicar la medicina que nos hace más daño, desde el Consejo Nacional de Seguridad Pública -si es que sesiona- o desde cada autoridad que toma decisiones usando el mismo veneno.

    Es un círculo perfecto: la narrativa histórica dominante ha convencido a la inmensa mayoría en el aparato de Estado y entre la sociedad, que la fuerza y el castigo nos sacarán de la crisis; y luego de treinta años de reformas legales, reorganizaciones administrativas y presupuestos públicos -y cada vez más privados- orientados principalmente al despliegue armado y a incrementar los poderes penales, la crisis solo se hace más grande, precisamente porque el veneno, aún haciendo más daño, sigue siendo la vacuna que más se consume.

    Es un “atractivo” veneno que atrae a quienes lo ofrecen y a quienes lo exigen, convirtiéndolo en la vacuna auto aplicada todos los días, a la manera de un tratamiento que solo acelera le metástasis.

    Y acuérdense, no es que no haya otras vacunas, es que esas personas que llamo doctores enfermos, salvo contadas excepciones, ni siquiera voltean a ver a los laboratorios en el terreno y en espacios de investigación que todos los días producen alternativas. Vaya, incluso hacen la vista ciega cuando, de pronto, tienen al lado un municipio que lo hace bien y con resultados probados, y, sin embargo, nomás al ladito, decide el gobierno hundirse aún más pidiendo y aplicando más veneno.

    Nos aplicamos la vacuna que contiene veneno en la inmensa mayoría del país porque no conocemos otra y es así principalmente porque los poderes públicos y privados han negado el aprendizaje prefiriendo usar al país como territorio de extracción de monumentales ganancias políticas y económicas, aceptando gestionar, no reducir, las violencias, la delincuencia y la impunidad. INEGI mide bien esto desde hace más de una década y con herramientas sofisticadas. Nadie puede afirmar que no hemos tenido a la mano la foto del país enfermado por doctores enfermos que aplican al paciente moribundo el mismo veneno, en particular desde hace tres décadas.

    Debemos hacernos cargo de lo que esto significa: muchas personas con influencia desde la legalidad y otras desde la ilegalidad están bien con todo lo que está pasando, ya sea porque sus rentas nunca se ven reducidas, ya sea porque se ven extraordinariamente multiplicadas. Lean la teoría de los equilibrios con alta criminalidad de Marcelo Bergman (El negocio del crimen. FCE, 2023). Él lo puntualiza bien: América Latina tuvo las condiciones de desarrollo para reducir las violencias y pasó lo contrario: crecieron. La delincuencia de hecho viene incrementándose en prácticamente toda la región, especialmente la patrimonial.

    Más y más personas participan en el negocio del crimen y Bergman nos ayuda a entender que la crónica debilidad de las instituciones del Estado, sumada a la multiplicación de los mercados criminales de altísima rentabilidad, crea esta tormenta perfecta en la que estamos.

    En mi exposición puse en una dimensión especial un fenómeno que acaso trasmina nuestro ser y quehacer, funcionando a la manera del aceite que lubrica la maquinaria que nos paraliza: el miedo. Pero es el miedo que quizá debe ser reinterpretado en su impacto cuando lo nutre la certeza de la desprotección total confirmada en más y más territorios. Esto es, asimilar que, pase lo que pase, no hay a quien pedir ayuda o solo se puede pedir auxilio a la propia criminalidad, como me lo explicaron con amplitud. Un miedo auto confirmado cada día cuando perdemos la cuenta de las masacres a manos de agentes del Estado y privados, sin poder realmente saber qué pasó.

    Hablo de un destino alcanzado porque el veneno que nos tomamos ha sido bien conocido en sus efectos devastadores desde hace décadas y, reitero, pedimos más.

    En el Programa de Seguridad Ciudadana de la Ibero CDMX no nos preguntamos si el veneno de esta política enfocada en el despliegue armado y la ampliación de poderes penales, montada en su base de popularidad, está devastando a comunidades y regiones enteras. Nuestra pregunta es cómo ayudar mucho más a construir la alternativa.

    El cónclave que referí me dejó claro, como pocas veces en la vida, que nuestra mayor aportación estratégica es reunir todo el apoyo posible a conectar los esfuerzos comunitarios para reducir las violencias y la delincuencia con los aprendizajes que han logrado ser evaluados y comprobados para saber qué funciona, qué no funciona y qué hace más daño.

    Ayudar a construir y a conectar liderazgos del pensar y del hacer a favor de la seguridad, la justicia y la paz, nuestra prioridad.

    --

    @ErnestoLPV

    Animal Político / @Pajaropolitico