jorge.ibarram@uas.edu.mx
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No es normal que en una sociedad con tantas dificultades para el emprendedor, los políticos de tiempo completo terminen por convertirse en el prototipo del éxito empresarial.
Tampoco es normal que en un estado como Sinaloa, donde la vivienda es prácticamente incosteable para los jóvenes, los hijos de esos mismos políticos ostenten varias propiedades a su nombre.
Es por eso que a los Cuén habría que hacerles otra investigación simultánea al margen de la que actualmente lleva la Fiscalía; una en la que se tomen sus experiencias de vida como un caso ejemplar para quienes buscan hacerse millonarios de la noche a la mañana.
En 13 años los Cuén amasaron una fortuna de 123 millones de pesos. Entre 2009 y 2022 la familia se hizo de al menos 70 propiedades.
Mientras esto sucedía, Hector Melesio Cuén Ojeda creó un movimiento político que hincó sus bases en el recurso humano y financiero de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Utilizando a los profesores de la UAS como militantes del partido que él mismo creó, Cuén accedió a algunos de los puestos de representación política más importantes en Sinaloa: Presidente municipal de 2011 a 2012; Diputado local de 2013 a 2016; Secretario de Salud de 2021 a 2022.
Curiosamente, fue durante ese mismo tiempo de intensa actividad política, que las empresas de la familia se volvieron muy exitosas. En ese periodo, no antes, las firmas Cuén se adjudicaron hasta 52 propiedades.
¿Qué tanto de este patrimonio tiene una fuente de enriquecimiento ilícito? Eso tendrá que analizarlo la Fiscalía. Cuén, por su parte, tiene todo el derecho de defender su honestidad.
Lo cierto es que durante todos esos años, la UAS del Partido Sinaloense ha funcionado como un modelo de negocios piramidal en cuya cabeza se encuentra Cuén, el hombre al que cientos de trabajadores universitarios le sirven pleitesía, ya sea por miedo, por necesidad, o por mera ambición.
Pero su hegemonía está llegando a término conforme las bases se dan cuenta de la debilidad de su líder. En el Gobierno estatal, lo desecharon del Gabinete; en los ayuntamientos, los alcaldes que habían sido del PAS se deslindaron del partido; en el Congreso algunos diputados se le voltearon; y en el ámbito social, los poderes fácticos que apoyaron su ascenso ya no tienen la influencia de antes.
Y aún así, con esa fragilidad, se atrevió a restarle autoridad al Gobernador, adelantándose a ser el representante en Sinaloa de uno de los candidatos mejor posicionados de Morena a la Presidencia de la República. Era obvio que no se lo iban a permitir.
Los de Rocha lo enfrentaron aprovechando la obligación que tenía el Congreso del Estado de actualizar la Ley General de Educación Superior, sabiendo de antemano que esto desataría un conflicto por la Universidad que tendría que llegar hasta las últimas consecuencias.
Y como era de esperarse, se presentaron brotes de resistencia por parte de los simpatizantes del PAS, amparados en la esperanza de un arreglo como los de antes, en los que Cuén salía cada vez más fortalecido.
Ya luego, conforme avanzaba la disputa, se dieron cuenta que los chantajes y amenazas de movilización no surtieron el efecto previsto, y que ni la sociedad ni los alumnos saldrían a las calles a defender los intereses particulares de ese grupo que controla la UAS.
Ahora los universitarios se preguntan si todavía es seguro permanecer en apoyo a Cuén, o desmarcarse antes que sea demasiado tarde.
Solo los imprudentes, o a los que no les queda de otra, mantienen la rebatinga de la supuesta defensa de la autonomía universitaria. Pero esa carta ya no tiene credibilidad. La revelación pública del patrimonio millonario de la familia Cuén es la estocada final que le hará perder al maestro el control que tuvo de la Universidad por casi dos décadas.
El PAS tiene el destino sellado, le va pasar igual que al PRI. Son organizaciones clientelares que cuando ya no tienen nada para repartir, se desmoronan. Ahora habremos de trabajar al interior de la UAS para que ningún otro grupo pueda capturar las lealtades acéfalas. Porque cuando la gente se siente huérfana, se la hace fácil entregar su libertad a cualquier nuevo caudillo.
Esta experiencia debe servir para un renacimiento institucional. Una nueva Universidad es posible después de Cuén.