Los asesinatos en México frente a los que hubo en la guerra de Perú
En Lima, la capital de Perú, en un edificio diseñado por los arquitectos Sandra Barclay y Jean Pierre-Crousse, premiado a nivel nacional e internacional, se aloja el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM).
El sitio se levanta, por un acuerdo nacional, para no olvidar los asesinatos de la guerra que tuvo lugar en Perú de 1980 a 2000 entre el Ejército, la Policía y las organizaciones guerrilleras Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA).
Una comisión nacional de investigación determinó que a largo de los 20 años de ese cruento conflicto fueron asesinadas 35 mil personas por los distintos bandidos y eran responsables de 25 mil desaparecidos.
En el LUM hay un esfuerzo de poner nombre y rostro a cada asesinado y desaparecido, se exhiben fotografías y objetos personales, para que su muerte no quede reducida a una estadística.
Se documenta con precisión las violaciones de los derechos humanos del Ejército, la Policía, de Sendero Luminoso y el MRTA.
Con gran rigor se registran los asesinatos y desapariciones de personas en lo particular y también las matanzas en las distintas regiones del país de parte de quienes participaron en la guerra.
Cuando señalan los números de la guerra que hoy tiene en México, entre los distintos grupos del crimen organizado, no puede dejarse de hacer comparativos con lo que sucedió en Perú en una guerra que duró 20 años.
En el sexenio que encabeza el Presidente López Obrador, con un promedio de 36 mil asesinatos por año, en cada uno han ocurrido más asesinatos que en los 20 años de la guerra en Perú.
Al terminar el sexenio serán 200 mil los asesinatos, seis veces más de los que ocurrieron en los 20 años de la guerra en Perú, que tuvo una gran cobertura mediática internacional.
En lo que va del actual sexenio en México han desaparecido 50 mil personas, dos veces más que en los 20 años de la guerra en Perú.
Días atrás, en un recorrido por el Perú, pude platicar en Lima y en otras ciudades con académicos, hombres y mujeres del mundo de la cultura y la política, pero también con personas de los más distintos trabajos.
Quienes vivieron la crueldad de la guerra no dan crédito a los niveles de violencia que hoy ocurren en México y no se explican cómo se pudo llegar a esta situación. Pensaban que no había nada peor que su guerra.
En México la sociedad se ha acostumbrado a los niveles de violencia que ahora se viven, los peores de su historia, los asume como parte de la cultura nacional.
No lo es, no debe aceptarse, y tienen su explicación en la estrategia que ha seguido el Gobierno federal, para hacer frente a la realidad del crimen organizado, que no la ha frenado sino incrementado.