Los animales cumplen el distanciamiento social mejor que los humanos

    Los animales no-humanos realizan muchas conductas que nuestra sociedad debería de aprender y poner en práctica por el bien común.

    Antes de que los humanos aprendiéramos sobre el distanciamiento social por la Covid-19, los animales silvestres realizan intuitivamente esta práctica cuando uno de ellos se enferma.

    Todos hemos experimentado la sensación de estar enfermos, el letargo y la falta de energía necesaria para salir de cama y convivir con familia y amistades. Inconscientemente, practicamos una forma de distanciamiento social con el propósito de utilizar la energía restante para combatir la enfermedad.

    Quedarse en casa y limitar las interacciones con otras personas es una respuesta conductual instintiva cuando nos sentimos enfermos, una conducta que se observa en distintas especies animales, pero que algunos humanos suprimen a expensas de sí mismos y de su comunidad.

    Esta contra-intuitiva conducta humana está relacionada con la presión de continuar trabajando o realizar actividades impostergables, sin embargo, el aspecto social es una de las principales causas por las cuales incumplimos el distanciamiento social.

    Los animales no-humanos realizan muchas conductas que nuestra sociedad debería de aprender y poner en práctica por el bien común.

    Los mandriles utilizan el acicalamiento para mantener lazos sociales y la higiene del grupo social. Estos primates altamente sociales son grandes estrategas en el distanciamiento social. Dado que el acicalamiento es un gran determinante en su dinámica social, los mandriles evitan a los miembros enfermos pero ocasionalmente incrementan su riesgo de infección al acicalar a sus parientes cercanos.

    Algunas especies de hormigas han evolucionado para abandonar sus colonias cuando se sienten enfermas. En estos casos, el individuo afectado se sacrifica a sí mismo por el bien del grupo, no solo evitando que otras hormigas se infecten, sino también asegurándose de que los genes más aptos para la sobrevivencia sean transmitidos a las futuras generaciones.

    Otras especies son más extremas. Las abejas son otros insectos sociales cuyo único propósito es el bien común de la colmena y la reina. Cuando una abeja es infectada por un patógeno, las abejas sanas no tienen otra opción más que excluir a las abejas infectadas expulsándolas agresivamente de la colmena.

    En otras especies, los individuos sanos son los que abandonan el grupo para protegerse de la enfermedad. Algunas langostas del caribe reducen el riesgo de contraer un virus al alejarse de su grupo. Aunque esto las expone a depredadores, tal vez para ellas el riesgo es menor que contraer un virus letal.

    Aunque no es necesario recurrir a tales extremos, reducir las interacciones sociales siempre tendrá algún tipo de consecuencias. Desafortunadamente, los humanos nos hemos familiarizado con los costos y beneficios del distanciamiento social desde el inicio de la pandemia de Covid-19.

    Conforme nuevas cepas del SARS-CoV-2 emergen en distintos puntos del planeta, los humanos deberemos de seguir protegiéndonos con cubrebocas y distanciamiento social.

    Independientemente de si somos hormigas, mandriles, abejas, langostas, o humanos, el distanciamiento social es una conducta que nos beneficia como individuos y también a la comunidad que nos conecta unos con los otros.

    En este periodo vacacional, debemos de cuidarnos a nosotros mismos y a los demás practicando una conducta necesaria para el bien común: el distanciamiento social. Demostremos a la naturaleza que somos los animales más pensantes y evitemos nuestra propia destrucción.