Lo que queda de la Constitución

    A 106 años de su vigencia, la realidad mexicana está muy lejos del ideal que discutieron los constituyentes en el Teatro de la República en Querétaro

    En el mismo Teatro de la República donde a fines de 1916 y comienzos de 1917 se discutió, debatió y aprobó la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el pasado domingo 5 de febrero los representantes de los poderes públicos del país conmemoraron el 106 aniversario de la promulgación de la Carta Magna que rige la vida pública de este país. Para muchos, la nota anecdótica del evento fue que la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la Ministra Norma Piña, no se levantó de su asiento en el presídium cuando se presentó al titular del Poder Ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador.

    Más allá de esta episodio momentáneo cabe reflexionar qué queda del texto constitucional redactado hace 106 años. Como se sabe, la Carta Magna que nos rige es producto de una cruenta Revolución que duró casi una década y que costó la vida la vida de más de un millón de mexicanos.

    La Revolución suele ser recordada por la convocatoria al levantamiento en armas contra la dictadura de Porfirio Díaz lanzada por Francisco I. Madero a fines de 1910 y no tanto sus antecedentes de incremento del antagonismo social con huelgas obreras y levantamientos campesinos, muchos de ellos organizados por el Partido Liberal Mexicano, encabezado por los hermanos Flores Magón.

    Después del llamado de Madero para levantarse contra la dictadura porfirista el 20 de noviembre de 1910, la fuerza motriz de la Revolución provino de los poderosos levantamientos campesinos tanto en el sur con el liderazgo de Emiliano Zapata, como en el norte donde destacó la figura de Francisco Villa. Fueron estas revoluciones campesinas las que derrotaron a Díaz y aniquilaron al ejército de la dictadura. Fueron estas fuerzas populares también las que impulsaron los cambios radicales desde la Convención Revolucionaria de Aguascalientes de 1914 y que posteriormente quedaron incorporados en la Constitución de 1917.

    Tras el debilitamiento de las fuerzas zapatistas y villistas, ya instalado en el poder como jefe de la facción Constitucionalista, Venustiano Carranza publicó el decreto para la creación del Congreso Constituyente el 19 de septiembre de 1916. La elección de los constituyentes se llevó a cabo el 22 de octubre de ese mismo año y su instalación concluyó el 1 de diciembre de 1916, con un largo discurso de Carranza explicando el texto constitucional que proponía a los diputados. Ahí el encargado del Poder Ejecutivo les dijo a los constituyentes: “(...) lo primero que debe hacer la Constitución política de un pueblo, es garantizar, de la manera más amplia y completa posible, la libertad humana, para evitar que el Gobierno, a pretexto del orden o de la paz, motivos que siempre alegan los tiranos para justificar sus atentados, tenga alguna vez de limitar el derecho y no respetar su uso íntegro, atribuyéndose la facultad exclusiva de dirigir la iniciativa individual y la actividad social, esclavizando al hombre y a la sociedad bajo su voluntad omnipotente”.

    Los 190 diputados del Congreso Constituyente celebraron 67 sesiones ordinarias y concluyó sus labores el 31 de enero de 1917. El decreto de su expedición entró en vigor el 5 de febrero de ese año. Durante los debates los artículos más discutidos fueron el 3º sobre educación, el 24 sobre la religión, el 27 relativo tierras, aguas y recursos del subsuelo, es decir, el reparto agrario y la propiedad de la Nación; y el 123 sobre las relaciones entre el trabajo y el capital reguladas por el Estado.

    El texto original contenía 136 artículos y quince transitorios y su extensión era de 21 mil 382 palabras; a más de un siglo, poco queda del texto original que se ha modificado en 764 ocasiones y tiene ahora 145 mil 505 palabras, 580 por ciento más que el texto original.

    En este más de siglo de vigencia, el Presidente que más ha modificado el texto Constitucional ha sido el priista Enrique Peña Nieto con 155 cambios que equivalen a 20.29 por ciento del total; en segundo lugar el panista Felipe Calderón Hinojosa con 110 cambios equivalentes a 14.4 por ciento; con 78 cambios (10.21 por ciento) el priista Ernesto Zedillo es el tercer Mandatario con más modificaciones. En cuarto lugar en cambios aparece Miguel de la Madrid con 66 modificaciones (8.64 por ciento) y casi empatados en quinto lugar aparecen López Obrador con 56 cambios (7.33 por ciento) y su némesis, el priista Carlos Salinas de Gortari con 55 cambios (7.20 por ciento).

    Vaya el recuento de los principales cambios para confirmar que del texto original de 1917, ahora apenas girones quedan. Pero más allá de lo que queda de la Carta Magna, el recuento nos demuestra que los regímenes liberales que se justifican en un orden constitucional, están muy lejos de la realidad, donde no impera la legalidad esgrimida ni los valores de justicia y libertad. A 106 años de su vigencia, la realidad mexicana está muy lejos del ideal que discutieron los constituyentes en el Teatro de la República en Querétaro.