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@rodolfodiazf
El confinamiento a que nos ha sometido la pandemia es un tiempo excelente, aunque algunos nos resistamos a enfocarlo desde esa perspectiva, pues normalmente la reclusión provoca ira, angustia, desesperación, fastidio, depresión, tedio y aburrimiento.
Sí, a nadie le gusta permanecer encerrado contra su voluntad. Sin embargo, si no existe otra alternativa, lo mejor es ofrecer buena cara al mal tiempo. Es decir, si de todos modos estaremos confinados, vale más aprovechar el tiempo de manera que nos construya y no como instrumento de castigo y de tortura.
Este flagelo nos vuelve a recordar que las riquezas, bienestar material, comodidades, fama, honor y prestigio no son parte sustancial de nuestra vida.
En la pirámide de Maslow, la autorrealización llega cuando la persona trasciende las necesidades fisiológicas, de seguridad, afiliación y reconocimiento.
Efectivamente, lo que de verdad importa es el perfecto autoconocimiento que descansa en un desarrollo holístico fundamentado en el bienestar emocional, intelectual y espiritual.
En Los siete hábitos de la gente altamente efectiva, Stephen Covey señaló: “Hay veces que nos esforzamos por llegar a lo alto para darnos cuenta cuando llegamos de que la escalera está apoyada en la pared equivocada”.
Para no equivocarse de ascensor, el filósofo Lou Marinoff indicó que es muy importante tener presente el momento de la muerte, pues esa meditación permite apreciar el valor de la vida, como hacía John Donne:
“Donne solía «practicar» el estar muerto: tenía un ataúd en su salón y cada tarde se ponía sus mejores galas y se tendía dentro de él. Si bien tal comportamiento podría enmarcarse dentro de las adorables excentricidades que caracterizan a la cultura británica, representa el sincero intento de un occidental por afrontar la muerte a diario para así apreciar mejor la vida”.
¿Busco lo verdaderamente importante?