Lo peor y lo mejor de la humanidad ante el caos por el 'culiacanazo 2.0'
omar_lizarraga@uas.edu.mx
Se repitió la situación de temor, de incertidumbre y caos, por la captura de un capo del narcotráfico en Sinaloa. Este jueves 5 de enero, como en aquel jueves 19 de octubre del 2019, la población civil se atrincheró en sus domicilios al saber de los narcobloqueos e incendios de automóviles. Los balazos despertaron muy temprano a los culiacanenses, y en las redes sociales pronto circularon las imágenes de una ciudad que parecía campo de batalla.
Este escenario de incertidumbre y temor colectivos son peligrosos para la sociedad porque pueden sacar lo peor de la esencia humana. Y es que, el temor provoca egoísmo en muchas personas; esa actitud de ocuparse sólo del beneficio propio, aún por encima del prójimo.
Durante la jornada del pasado jueves, fuimos testigos a través de las redes sociales, de actos egoístas y vejatorios como las rapiñas en distintas partes del estado. Gente que, aprovechándose de la ausencia de autoridad saquearon establecimientos comerciales y autotransportes de mercancías.
Las rapiñas son un impulso humano por el cual se puede medir la calidad moral y la solidaridad. La desgracia del otro está a favor de las personas sin valores, sin escrúpulos y total falta de empatía.
Sin embargo, la historia nos ha enseñado que en tiempos de crisis es cuando más debemos cooperar unos con otros. Hasta hace diez mil años, las pequeñas comunidades nómadas conformadas por cazadores y recolectores tenían su división de trabajo y códigos propios de cooperación para sobrevivir, cuando un individuo faltaba a esos códigos, lo excluían socialmente y lo más probable ante un territorio hostil, era su muerte. La cooperación individual y colectiva siempre ha sido pues, una forma de sobrevivencia.
En tiempos de caos, como el que acabamos de vivir, es cuando más ocupamos de solidaridad y cooperación, en términos sociológicos ocupamos de Capital Social. El capital social es la suma de recursos intangibles que una comunidad pone a disposición de sus miembros a través de mecanismos informales de relación, estos recursos pueden materializarse en forma de favores, cooperación y ayuda. De ahí viene la frase que “más vale amigos que dinero”.
Y traigo a colación este concepto porque, del lado contrario a aquel egoísmo, fuimos también testigos de la solidaridad por otro segmento de la población. Específicamente por parte de ciudadanos de las sindicaturas de Celestino Gasca y Dimas, aunque seguramente habrán ocurrido más en otras localidades.
Diversas notas periodísticas, dieron cuenta de gente que decidió salir a regalar alimentos a las familias que se quedaron varadas por horas en la carretera, entre las cuales se encontraban muchas mujeres y niños.
Una señora que se dedica a vender tamales, tuvo el bello gesto de donar sus productos a personas que quedaron hasta ocho horas sin poder avanzar en la carretera. Jóvenes se esmeraban en traer café y alimentos a esas familias desamparadas y a choferes de autobuses.
A todos ellas y ellos, mil gracias por recordarnos, con su ejemplo, que el espíritu humano aún sigue con vida.
Es cuanto...