A partir de las elecciones de 2018 para los votantes y candidatos de Morena el factor López Obrador ha sido decisivo en el triunfo. En 2024, su nombre no estará en las boletas, pero sin duda seguirá siendo importante a la hora de los comicios. La “marca” Morena es prácticamente sinónimo de López Obrador. Es decir, son millones de sufragistas que depositan su decisión en la urna al margen de quién es el candidato, ya sea para un cargo local o federal, porque relacionan directamente a AMLO con Morena. Y mientras el tabasqueño siga teniendo una alta popularidad eso se va a seguir reflejando en las preferencias para sus candidatos, aunque no de manera mecánica o directamente proporcional.
En el caso de la oposición, si la “marca” partido es importante en la decisión de los votantes, en el contexto actual lo sellos PRI, PAN, PRD son aún más débiles que en 2018. Los tres juntos están por debajo de la aceptación que tiene Morena, y más bajo aún de la que tiene López Obrador.
Por otro lado, si tomamos los casos de las virtuales candidatas a la presidencia, Claudia y Xóchitl, las preferencias para la morenista, según el promedio de las encuestas más reconocidas, es equivalente a las que obtiene el inquilino de Palacio Nacional, alrededor del 50 por ciento, y superiores a las que recibe su partido, menores al 40 por ciento. En otras encuestas, y esto es sorprendente, la ingeniera Gálvez recibiría alrededor del 95 por ciento de los potenciales votos priistas, un porcentaje similar de los perredistas, pero de los panistas recibiría alrededor del 80 por ciento de los potenciales sufragantes. En efecto, tricolores y amarillos, según esta fotografía actual, confían más en su candidata presidencial que los panistas que, se supondría, estarían ideológicamente más cercanas a ella. Aquí se puede interpretar que el sector más conservador del voto derechista, que tradicionalmente vota por el PAN, no confía en una candidata que dice haber militado en la izquierda, así haya sido hace muchos años, ni quien aprueba el aborto en determinadas circunstancias y que se declara feminista.
Si vemos a las candidatas como marca, la de Xóchitl empezó bien, pero se debilitó, mientras que la de Claudia se ha fortalecido. Esto evidencia que hay una franja de votantes oscilante, no dogmática y sí analítica, que orienta sus preferencias más por la personalidad, posturas y conductas de las candidatas que por un sello partidario.
En 2018, López Obrador convenció a la mayoría de los votantes que votaran en línea; es decir, por él e indiscriminadamente por los candidatos morenistas federales y locales de sus distritos, estados y municipios. En 2021 el tsunami morena mantuvo mucha de su fuerza, aunque se debilitó en el Valle de México, y ganó la gran mayoría de los cargos en disputa, tal y como lo vimos en Sinaloa. Sin embargo, en nuestro estado, Rubén Rocha Moya, aportó su propio capital político porque fue el candidato guinda a Gobernador con mayor votación en todo el país. Es decir, lo local contribuyó a que el aporte de la marca AMLO-Morena fuera mayor y ganara con un amplio margen.
Para las elecciones de 2024, en algunas localidades la candidata o el candidato va a ser tan importante o mayor que la sigla partidaria o el nombre del Presidente. No puede dudarse que el nombre del macuspeño sigue aportando un gran caudal de votos, pero también es cierto que la marca Morena ha sido debilitada por muy malos gobiernos municipales, como fue evidente en Mazatlán y Culiacán con Benítez y Estrada, y malos legisladores locales y federales, sobre todo de estos últimos de los que poco se sabe.
Aceptando lo anterior, Morena seguramente está cuidando respetar el equilibrio de las candidaturas de género, pero también debe estar convencido que sus candidatos o candidatas locales no pueden depender de la marca y deben aportar capital electoral propio. Los candidatos o candidatas locales no tan solo deben atraer votos para ellas o ellos si no también para el candidato y la candidata a senadores, y para Claudia Sheimbaum, y no tan solo esperar a que la marca Morena y la marca Claudia les haga ganar. El 2024 no es el 2018. Ese fenómeno es irrepetible.
Una marca personal o partidaria no se fabrica de la noche a la mañana, como ha querido hacerlo el frente opositor con Xóchitl en base a mercadotecnia. Creyeron que su aparición disruptiva y su agilidad mental, sumado a su origen humilde y éxito empresarial sería suficiente para rebasar a Morena y a Claudia. Ya se dieron cuenta, no ella pero sí los partidos e intelectuales que la apoyan, que su formación política e intelectual es muy pobre y eso la ha perjudicado enormemente. Sus constantes errores no son gratuitos.
Este ejemplo debe servir a Morena, para darse cuenta que no puede cometer el error de proponer a candidatos como Benítez y Estrada, o sin capital político propio. En 2024 no bastará la fuerza de la marca y del aparato gubernamental, se necesitan candidatas y/o candidatos con carisma, arrastre y experiencia política.
En el frente opositor sinaloense para atraer el voto parecen confiar en el descontento de las clase medias y altas con el obradorismo y las expresiones locales de Morena, o como sucede en Mazatlán, con la fuerza del dinero de Guillermo Romero y el corporativismo del PAS. No han aprendido mucho de las dos elecciones anteriores.
Fue una expresión desafortunada la del Gobernador Rubén Rocha Moya cuando este lunes se refirió a los homosexuales y discapacitados. No es la única persona que yo conozco y que estimo que, sin pensar en ofender a nadie, ha dicho cosas semejantes; pero con el riesgo de que me digan lo que quieran, quiero decirles que el Dr. Rocha Moya y otros amigos míos, han sido cálidamente solidarios y comprensivos con mi hijo autista y otras personas desvalidas. No veo que los discriminen. Debo decir, incluso, que algunas madres y padres de familia han dicho cuando recién les dan el diagnóstico de la incapacidad de sus hijos: “¿Por qué me castiga Dios así?”. ¿Ustedes creen que no los aman?