Lo agonal y lo ireneico

    El ser humano se mueve entre dos polos: lo agonal y lo ireneico. El primer aspecto se refiere a la lucha que emprendemos para conseguir nuestras metas. Por eso, al referirnos al enfermo que lucha su última batalla por la vida, decimos que se encuentra en agonía. Es decir, se pone el acento en la lucha, no en la enfermedad.

    Ahora bien, ¿para qué se lucha? Para alcanzar la paz, el bienestar, la tranquilidad. Por tal motivo, el segundo polo es lo ireneico (Irene, del griego antiguo “Εἰρήνη”, significa paz).

    Lo agonal y lo ireneico son categorías siempre actuales, pero hay momentos especiales para sublimarlas, como en esta época de los Juegos Olímpicos de París 2024. Se lucha para ganar, pero en condiciones de paz, respeto y concordia.

    El barón Pierre de Coubertin dijo: “Lo más importante en los Juegos Olímpicos no es ganar sino participar, de la misma forma que lo más importante en la vida no es el triunfo, sino el esfuerzo. Lo esencial no es haber conquistado, sino haber luchado bien”.

    Esta doctrina de fraternidad, sustentada en lo agonal y lo ireneico, debe constituirse en fundamento de nuestra convulsa sociedad. Volviendo a Morris West, quien falleció escribiendo su novela: “La última confesión”, sobre la vida y ejecución de Giordano Bruno, donde narró sus últimas palabras:

    “Mucho he luchado, pensé que podía ganar, pero el destino y la naturaleza, sofocaron mis meditaciones y esfuerzos, pero ya es algo estar en el campo de batalla, porque ganar, depende mucho de la suerte, pero hice cuanto pude y no creo que nadie en las generaciones futuras lo niegue, no temí a la muerte, nunca me rendí a nadie, en lugar de una vida cobarde, elegí una muerte valiente”.

    ¿Equilibro lo agonal e ireneico?

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