Llega 2024 y México no se 'venezuelanizó' ni se 'cubanizó'

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    Hablar de que en el México actual hay una dictadura es una insensatez. Ciertamente, hay un presidencialismo exacerbado con una presencia militar no vista en casi un siglo, lo cual, en efecto, es un riesgo a futuro. De igual manera, el continuo intento por minar y/o eliminar los organismos civiles autónomos, así como buscar, como en el viejo régimen priista, el sometimiento del Poder Judicial y el control del Legislativo, son temas muy graves, pero en la sociedad mexicana ha habido los suficientes contrapesos para que eso no se haya concretado, los cuales no existen en ninguno de los tres países mencionados.

    Probablemente 2024 sea, en términos económicos, el mejor año del gobierno de López Obrador. No podía tener mejor suerte la 4T, si es que la hay en los planos de inversión extranjera y nacional, crecimiento del PIB y mejora en los ingresos empresariales y laborales, cuando vemos que, cuando tiene rumbo firme la economía, es cuando se celebrarán elecciones presidenciales.

    Durante la campaña presidencial de 2018 y en lo que va del sexenio, sobre todo en los primeros cuatro años, opositores, políticos, empresariales, intelectuales y periodísticos, así como cientos de miles de ciudadanos en las redes, pronosticaban, incluso parecía que deseaban, que México se convertiría en una nueva Venezuela, o en una nueva Cuba, o una nueva Nicaragua. Es decir, en fracasos económicos, sociales y políticos.

    No fue ni será así. Esa visión estaba, y está, ciegamente ideologizada. Y no digo que era ignorante porque había intelectuales liberales muy serios que también lo sostenían. No era, entonces, el desconocimiento sino una extrema ideologización de su postura.

    No obstante, hay columnistas que aún sostienen que México se parece cada vez más a Venezuela o a Cuba por la violencia criminal imperante en el País, o por los constantes enfrentamientos de López Obrador con la prensa. Sin duda que es muy grave la violencia e inseguridad que impera en casi todo el territorio nacional y que un jefe de Estado no debería enfrentar a los periodistas, por más críticos que sean, como lo ha hecho el inquilino de Palacio Nacional, pero de eso a que haya una dictadura, al estilo venezolano, cubano o nicaragüense, hay un enorme trecho. A López Obrador, en sus mismas narices, durante las mañaneras, le han hecho múltiples reclamos y preguntas desafiantes frente a los ojos y oídos de millones de mexicanos, y más allá de las respuestas desentonadas del tabasqueño, no ha pasado nada. No se ha perseguido ni encarcelado a ningún periodista. Los columnistas y reporteros críticos, qué bueno que lo sean, pero deberían tener más memoria de cómo colegas suyos fueron secuestrados o fueron asesinados por personeros del viejo régimen. Incluso, aquí en Sinaloa, ¿cuántos periodistas cayeron no a manos del crimen organizado sino de miembros del ancien régimen?

    Hablar de que en el México actual hay una dictadura es una insensatez. Ciertamente, hay un presidencialismo exacerbado con una presencia militar no vista en casi un siglo, lo cual, en efecto, es un riesgo a futuro. De igual manera, el continuo intento por minar y/o eliminar los organismos civiles autónomos, así como buscar, como en el viejo régimen priista, el sometimiento del Poder Judicial y el control del Legislativo, son temas muy graves, pero en la sociedad mexicana ha habido los suficientes contrapesos para que eso no se haya concretado, los cuales no existen en ninguno de los tres países mencionados.

    Por otra parte, jamás habíamos visto en México, todos los días, tantas movilizaciones sociales y bloqueos espontáneos y/o planeados de la población civil y muy pocos han sido reprimidos. Incluso, a pesar de que han afectado severamente el funcionamiento del comercio, el traslado de las personas a sus trabajos, escuelas y otros espacios, la inmensa mayoría han llevado a cabo sus protestas, lo que no sucede en las dictaduras e incluso en gobiernos recientemente electos como el de Milei, en Argentina, entusiastamente celebrado por la derecha mexicana.

    Es decir, ni en términos económicos, ni en las libertades civiles, México se venezuelanizó, ni se cubanizó como pronosticaban fervientemente los críticos de la 4T.

    A esta es necesario analizarla críticamente pero sin ideologizaciones.

    Precisamente, uno de los más graves errores de la oposición política e intelectual es que sus análisis y opiniones las ha ideologizado a tal extremo que no entienden el razonamiento, las necesidades y aspiraciones de las grandes mayorías que siguen sosteniendo a la 4T. Siguen hablando de crisis económica donde no la hay, y hablan de un gobierno dictatorial, torciendo en extremo el concepto, donde tampoco lo hay. Esta es una de las razones por las que no levanta Xóchitl, más allá de su limitada capacidad intelectual y política.

    Incluso, lamentablemente para ellos, la real y grave crisis de inseguridad que padece México, los pésimos resultados educativos y la carencia de medicinas, no son factores que para el grueso de la población sean determinantes para negarle sus preferencias electorales a Morena y Claudia Sheinbaum.

    Por lo pronto, para la 4T y Claudia Sheinbaum todo indica que el Año Nuevo será bueno, y para el PRIANPRD y Xóchitl no parece que vaya a ser ni bueno ni abundante.

    Mientras tanto, desde un Mazatlán atiborrado de turistas, alegre y económicamente próspero, a pesar de las constantes fugas de aguas negras y baches, les deseo a los lectores y sus familias la mejor de las suertes en 2024.