Libros para el verano

EL OCTAVO DÍA
    Si es usted es de esas personas que sólo compran un libro cuando van a tomar un avión o un camión, no se sienta ofendido, porque yo respeto mucho a quien lee libros de aventuras o los llamados 'de situación política', que seis meses después ya son obsoletos. Pero es muy sano aprovechar estos momentos para abrir una lectura de mayor peso y descubrimiento.

    Ya flotamos en el candente verano y debemos aprovechar para leer buenos libros y no sólo la llamada “literatura de aeropuerto”, que también se lee en centrales camioneras o con cualquier persona que rehusé a estar permanentemente conectada a un dispositivo.

    Si es usted es de esas personas que sólo compran un libro cuando van a tomar un avión o un camión, no se sienta ofendido, porque yo respeto mucho a quien lee libros de aventuras o los llamados “de situación política”, que seis meses después ya son obsoletos. Pero es muy sano aprovechar estos momentos para abrir una lectura de mayor peso y descubrimiento.

    Un libro sinaloense que recientemente leí y que lamentablemente desconocía es el texto biográfico titulado “Guillermo Ruiz Gómez. Una vida dedicada a las causas sociales”, escrito por su hijo, el arquitecto Carlos Ruiz Acosta y editado por la Casa Editorial sinaloense, Andraval. Y fue un libro que me hizo hace falta hace días, en los que estuve escribiendo sobre el surgimiento de los partidos políticos nacionales y su impacto en Sinaloa.

    El texto es una cuidada y respetuosa biografía de un personaje de la política y el servicio público en nuestro estado, nacido en San Ignacio y fundador del PNR, muy pertinente porque pertenece a esa serie de reflexiones y recopilaciones que nos arrojan gran luz sobre los procesos sociales.

    Tenemos en Sinaloa un déficit de libros que toquen esos temas y, más que realzarlos o ponerlos bajo una nueva luz, que nos compartan los entresijos y las señales secretas del poder, aunque ahora le llamen curvita a esas maniobras. El último autor que nos contaba esas intrigas de pasillo y de política de tambora fue el fallecido periodista José María Díaz, quién era el que veía de primera fila, esas componendas y rituales del poder en este estado que debe insistir en sepultar su pasado bronco. Habla el libro de alguien que hizo su parte por el camino de la civilidad y vocación de servicio.

    Yo me la paso recomendando a personas que han sido personajes de la vida pública que hagan sus memorias; este libro me recuerda que también sería bueno que los hijos de dichas figuras también emprendan esa labor en ausencia, como una forma de no sólo alzar un monumento permanente, sino también para poner las cosas en su sitio. Felicito por ellos al arquitecto Carlos Ruiz Acosta, quien fue director de la cultura del Estado en uno de los momentos más brillantes de ese cambio que nos urgía y debemos mantener.

    En el panorama nacional, no quisiera mencionar algún libro en específico, pero sí darme cuenta que varias librerías sinaloenses, es el caso de Gonvill, están poniendo con excelente frecuencia mesas de ofertas. Ahí vemos una oportunidad de acercarnos a títulos recientes de calidad, sin tener que irnos a la Ciudad de México, a bucear en las tiendas de saldo.

    Creo que el actual es un buen momento para leer novelas latinoamericanas. A continuación mencionaré algunos autores y algunos de sus libros más digeribles para ese lector que desee pasar un buen rato y no comprometerse con laberintos conceptuales. A veces no es fácil acercarse a las obras maestras y los monstruos que las concibieron.

    Esto lo digo no con la fama de ser paternalista o demeritar la obra del autor. Por ejemplo, no es lo mismo comenzar a leer a Carlos Fuentes con su alucinante novela Cambio de piel -una proeza narrativa compleja a la manera de Bajo el volcán, de Malcolm Lowry- que la maravillosa historia Aura, breve pieza narrativa que es una objeto poético que nos traslada a los subterráneos mundos del centro histórico.

    Van aquí varios autores con su obras más accesibles a mi criterio... y también procuré señalar las menos complicadas para obtenerse en físico. O dese un buen clavado por las plataformas de venta de libros usados.

    Borges: El libro de arena. (Cuentos que escribió en la última etapa de su vida, dictándoselos a María Kodama, que son bastante leíbles y sorprendentes).

    Mario Vargas Llosa, Les dedico mi silencio. Travesuras de una niña mala.

    Alejo Carpentier, El reino de este mundo.

    Julio Cortazar, Final de juego. (Aquí están sus cuentos mas clásicos)

    Elena Poniatowska. Hasta no verte, Jesús mío.

    José Donoso, El lugar sin límites.

    Ernesto Sábato, El túnel.

    Mario Benedetti. La tregua.

    Jorge Amado. Doña flor y sus dos maridos.

    Gabriel García Márquez. El coronel no tiene quien le escriba.

    Sandra Cisneros. La casa en Mango Street. (Aunque a mí me gustó más su libro, El arroyo de la llorona y otros cuentos).

    Jorge Ibargüengoitia: Dos crímenes.

    Jose Emilio Pacheco. El principio del placer.

    Ángeles Mastretta... cualquiera de sus libros.

    Antes que anochezca. Reinaldo Arenas

    Libros raros recomendables, por si alguien desea sorprenderse o bucear en librerías: Rosaura a las diez, Marco Denevi. La amortajada. María Luisa Bombal. Nadie encendía las lámparas, Felisberto Hernández.

    Bonus feminista: no es latinoamericana, pero es fascinante la lectura de Sexual Personae, de Camille Paglia. De los mejores ensayos literarios que leído en los últimos tres años. Es un ladrillo; vale la pena darse de topes con este volumen.

    Anímese, tome cualquiera de estos libros y resplandezcan juntos.

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