Pues ya nos colocamos en el día 125 del calendario del presente año, con la entrada del 5 de mayo, fecha en la que se recuerda que un día como hoy, pero del año 1862, el General Ignacio Zaragoza Seguin, derrotó al ejército francés que había invadido nuestro territorio, con el propósito de cobrarse a punta de cañonazos, una deuda que tenía el gobierno mexicano con la nación francesa, intención que no pudieron concretar, pues de otra manera, parte de nuestro territorio pertenecería a Francia. Al lado del liderazgo militar de Zaragoza Seguin, cumplieron su comando con creces, Porfirio Díaz, Miguel Negrete, Francisco Lamadrid y Felipe Berriozábal.
Curiosamente, tan importante fecha histórica, se celebra con mayor entusiasmo en territorio norteamericano, y no porque nos aprecien mucho. Todo inició a partir de que el General Ignacio Zaragoza, vio su primera luz en Texas, circunstancia que tomaron en cuenta un grupo de paisanos asentados en el ahora llamado estado de la estrella solitaria, y a partir de ahí, también por influencias comerciales, se convirtió en una gran celebración de la paisanada que procuró mejor porvenir al otro lado de la frontera norte de la tierra azteca, en la cual, tal vez sin tanto fervor, también se corren actos protocolarios para recordar la derrota infligida por un ejército mexicano, que a base de orgullo, más que de fuerza armada, doblegó al ejército francés, considerado en aquellos años, uno de los más poderosos del mundo.
Pero, por otro lado, también vale la pena comentar que, a nivel internacional, por acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, el 5 de mayo de cada año, se celebra a una figura femenina que ha jugado un papel social muy importante, como auxiliar de la salud y que ha tenido que ver con el nacimiento de millones de mexicanos; me refiero a las parteras, comadronas o matronas. Como muchas otras cosas, ignoraba tal celebración, pero no opta para causarme regocijo que se signifique justamente en el llamado mes de la madre.
La práctica de la partería tradicional es tan vieja como la propia humanidad y la transmisión de conocimientos se ha venido haciendo de manera oral, y a la fecha, sigue existiendo en comunidades rurales, que se encuentran muy alejadas de los centros urbanos. En esas poblaciones, las parteras continúan siendo personas muy respetadas y apreciadas por las familias, ya que se hacen cargo de las parturientas, prácticamente desde los inicios del embarazo, procurando lograr un exitoso alumbramiento.
La actividad de la partería empírica, forma parte de la llamada medicina tradicional, la cual, tiene un espacio dentro de la propia Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como en la reglamentaria Ley General de Salud.
En virtud de lo anterior, el gobierno mexicano ha abierto la posibilidad de que las parteras se puedan acreditar como técnicos profesionales de la salud, abriendo los espacios académicos para tal fin y, de hecho, ya existe una Asociación Profesional de Parteras, circunstancias, que por supuesto, alejan a las practicantes citadinas, de los ritos y del uso de hierbas que le ayudan a la gestante, a lograr un parto acompañado de calidez, lo que le significa, un bálsamo para el sufrimiento físico.
Las parteras, sin lugar a dudas, merecen el reconocimiento social y a propósito de las mismas, hay que recordar que la nación tiene en sus entrañas tres fetos por parir; ojalá que una matrona experimentada intervenga, para que el producto que se logre, llegue sanito para bien de la patria. ¡Buenos días!
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