La noticia más importante de un periódico recibe el nombre de “la de ocho columnas”, porque antiguamente los diarios dividían la plana en ocho columnas. De ahí que, a la noticia más importante se le dedicara un título o cabeza que abarcara la plana completa.
Hoy, los periódicos ya no dividen su plana en ocho columnas; sin embargo, aunque las redujeron a seis o a cinco, continúa llamándosele a la nota principal “la de ocho”.
A fines de mayo tuvimos la oportunidad de presenciar la obra “A Ocho columnas”, escrita por Salvador Novo en 1954, en la que retrató a Carlos Denegri, periodista estrella de Excélsior durante 30 años, a quien su mujer asesinó en 1970 y fue conocido como “el mejor y el más vil de los reporteros”.
Incluso, de acuerdo a la agencia noticiosa AP, Denegri era “uno de los 10 periodistas más influyentes del mundo”. Era buscado y temido, se le temía por lo que decía y se le respetaba por lo que callaba. Por eso, Enrique Serna escribió una novela sobre Denegri que tituló “El vendedor de silencio”.
Si retomamos el tema de “Ocho columnas” no fue -en realidad- para recordar a ese corrupto y funesto periodista, sino para contrastarlo con la figura de otro reportero, José Alfredo Beltrán, quien se ha distinguido por su honorabilidad, profesionalismo, rectitud, verticalidad y transparencia, virtudes que lo llevaron a ser elegido por unanimidad por el Congreso para ser el nuevo comisionado de la Comisión Estatal para el Acceso a la Información Pública.
Le auguramos el mayor de los éxitos, pues conocemos ampliamente su capacidad y responsabilidad. Creo que nunca se imaginó José Alfredo que, después de escribir muchas notas principales, algún día se convertiría él mismo en noticia de ocho columnas.
¿Promuevo la transparencia?
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@rodolfodiazf