Se necesitará mucha inteligencia, entereza y capacidad política para que la Presidenta Claudia Sheinbaum y su Gabinete puedan transitar a lo largo de un sexenio que amenaza con estar lleno de obstáculos como pocos gobiernos los han tenido en la historia contemporánea de México.
La doctora Sheinbaum llegó a Palacio Nacional catapultada por la alta popularidad del entonces Presidente López Obrador, el prestigio de un gobierno capitalino bien llevado y una campaña impecable, con muy pocas fallas; pero, a la vez y paradójicamente, arribaba a un escenario internacional y nacional sumamente complicado: por un lado, el muy probable segundo gobierno de Donald Trump, que ofrecía ser más agresivo que el primero, y, por otro, los aspectos negativos de la herencia obradorista.
Hasta ahora, la Presidenta Sheinbaum ha sabido lidiar con el dueño de la Casa Blanca, pero nadie puede asegurar que de ahora en adelante eso seguirá siendo así. No son pocas las posibilidades y la esperanza de que la íntima complementariedad de las economías de Estados Unidos, México y Canadá sea tan profunda que Donald Trump no pueda modificarla tal y como él lo desea y que, a través de aranceles, presiones e intimidaciones propagandísticas y políticas, tampoco pueda alcanzar sus objetivos. Mientras tanto, una recesión económica en Estados Unidos y México parece inminente, complicando aún más la actual coyuntura.
Además de lo anterior, las presiones para actuar contra los cárteles de la droga seguramente no cesarán a lo largo de los cuatro años del gobierno de míster Donald Trump, llegando, quizá, al nivel de exigir, en términos legales específicos y no meramente declarativos, la extradición de políticos a los que se les haya demostrado su complicidad con el crimen organizado. De concretarse este escenario, la atmósfera para la Presidenta sería sumamente difícil.
Precisamente, uno de los aspectos más negativos de la herencia de López Obrador a Claudia Sheinbaum es la fallida estrategia contra el crimen organizado y uno de sus derivados: la inatención y el menosprecio a la lucha de las Madres Buscadoras.
Resulta incomprensible e inadmisible que el anterior inquilino de Palacio Nacional se haya negado a recibir a las madres y familiares de las y los desaparecidos por el crimen organizado. Además de carente de humanidad, fue políticamente incorrecto no atenderlas. En lugar de verlas como aliadas en el combate a la delincuencia, las vio como enemigas. Y haber actuado así dio pie a que se reforzara la idea de que protegía o que, al menos, tenía acuerdos con algunos de los cárteles de la droga. De paso, López Obrador más bien contribuyó a acrecentar y no a socavar la imagen heroica de las madres buscadoras.
Finalmente, el grueso del electorado le perdonó al tabasqueño estos y otros enormes yerros, porque apoyó masivamente a Morena para que Claudia Sheinbaum volviera a ganar la Presidencia para la 4T, pero no pudo evitar heredarle una gran carga luctuosa.
Con una sensibilidad y visión política correctas, la Presidenta Sheinbaum ha venido enmendando tanto la estrategia contra el crimen organizado como la relación con las madres y otros familiares de algunas de las víctimas. Finalmente, no sin reticencias en un principio, quizá por defender la imagen del líder de Morena, la primera mujer en la silla presidencial de México decidió recibir, presionada por el brutal caso del campo de exterminio de Teuchitlán, a las Madres de Guerreros Buscadores de Jalisco y, además, enviar iniciativas para precisar las leyes contra el secuestro.
Por otra parte, la Fiscalía General de la República ya atrajo el caso señalando las inconsistencias, incapacidades y posibles complicidades de las autoridades municipales de Teuchitlán y la Fiscalía del Estado de Jalisco durante el gobierno de Enrique Alfaro; sin embargo, sus críticos dudan de la certeza de sus primeras declaraciones. Gertz Manero, el Fiscal General de la República, al poner en duda que el Rancho Izaguirre haya sido “un campo de exterminio” como señalaron los Guerreros Buscadores de Jalisco, porque no hay todavía los suficientes elementos para afirmarlo plenamente, ya ha levantado un sinfín de críticas porque sospechan que se ofrezca una nueva “verdad histórica”, como la de Ayotzinapa, y nunca se revele plenamente la realidad de lo acontecido en Teuchitlán.
Aquí es donde vamos a ver la dimensión que tiene Claudia Sheinbaum, si es que lucha a fondo o logra que no le impidan llegar a la verdad de los secuestrados e incinerados. Para su gobierno, el fortalecimiento de su imagen y por el bien de México es fundamental que el caso de Teuchitlán se resuelva correctamente. Si lo consigue, se dará un paso muy firme en el combate al crimen organizado, su capacidad de negociar frente a Trump por el tema del narco se fortalecerá y su legitimidad ante la sociedad mexicana será aún más positiva.
En la Universidad Autónoma de Sinaloa es urgente una renovación académica y moral ante la debacle a la que la llevó el cuenismo que hoy pretende mantenerse en el poder a través de sus herederos. Por ello es de suma relevancia que una mujer académicamente calificada, íntegra y valiente como la doctora Denisse Díaz Quiñonez, hija de una admirable mujer como lo fue la también doctora Rosario Quiñonez, reciba el apoyo de la mayoría de los universitarios para llegar a la Rectoría.