"Las candidaturas y coaliciones políticas disonantes"
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Cuando el Dr. Hugo López-Gatell, Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud del gobierno federal, compareció el pasado mes de octubre, ante la Comisión de Salud del Senado de la República, en el marco de la Glosa del Segundo Informe de Gobierno, las y los senadores de oposición cuestionaron duramente su desempeño, lo que originó que el funcionario público más visible en la lucha contra el Covid-19, introdujera a la discusión un concepto de la psicología social para explicar los posicionamientos de los legisladores de oposición a los que señaló de "sustraerse de la realidad". Se refería a la Teoría de la disonancia cognoscitiva, que en 1957 publicó el joven científico estadounidense Leon Festinger y que en palabras del Dr. Gatell, "consiste en el conflicto de ideas que se contraponen cuando somos expuestos a una realidad que no es armónica con nuestras creencias, nuestras convicciones o nuestra formación previa".
La teoría bien puede ayudarnos a reflexionar sobre lo que está ocurriendo y lo que exactamente en un mes, el próximo 23 de diciembre como fecha límite, debe concretarse en Sinaloa: la presentación de solicitudes de registro de convenios de coalición entre los partidos políticos que habrán de competir en las elecciones del 6 de junio del año entrante.
Es en el contexto preelectoral, en que las fuerzas políticas nacionales están suscribiendo convenios de coalición según la entidad federativa con un partido u otro. Mientras en unos estados se concreta la alianza PRI-PAN-PRD, para competirle a Morena, en otros irán juntos PRI-PRD, y PAN-PRD; por su parte a Morena y al PT, se sumará el Verde y Nueva Alianza, según la entidad, la o el candidato, el número de candidaturas otorgadas y la posibilidad de triunfo.
Está claro que es la legítima carrera de los partidos políticos por alcanzar el poder público. Mientras unos buscan conservarlo, otros intentan obtenerlo, y los más sólo hacen lo posible para conseguir el mínimo de votación que les permita sobrevivir como partidos.
Sin embargo, vale preguntarse sobre la consistencia de las alianzas electorales en puerta. ¿Cómo se puede ser aliado político en un estado y adversario en otro? ¿Cómo el PRI puede ir en alianza con el PAN? ¿Qué no eran distintos? ¿Tenía razón López Obrador? ¿Qué piensan los ciudadanos y militantes de esos partidos? ¿Cuál es su programa de gobierno? ¿Lo tienen? ¿Harán campaña rememorando el pasado? ¿Alguien añora regresar a los tiempos idos?
Y desde luego que en Morena tenemos también que cuestionarnos nuestras alianzas y responder ampliamente y sin temor, por nuestros errores. Así lo hace todos los días el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Esa es quizá, una de sus mayores lecciones cotidianas de democracia: dar la cara, rendir cuentas, explicar una y otra vez el por qué tomó tal o cual decisión, y rectificar públicamente, incluso, si es necesario.
Tal vez por ello, la ciudadanía confía en el Presidente. Eso dicen todas las encuestas.
Sustraerse de la realidad no es una característica de Andrés Manuel. Por el contrario, mantiene una conexión social importante. Gobierna en consonancia con sus promesas de campaña. Eso siente la gente y por eso así responde cuando las encuestadoras preguntan.
Dada la complejidad de la elección por venir y el alto nivel de politización que durante los últimos años ha alcanzado la sociedad sinaloense, los partidos no tienen margen de error. Si erran en candidaturas y coaliciones políticas disonantes, el poder se les habrá ido de las manos.