La verdad sobre las dietas rápidas para perder peso

    alberto.kousuke@uas.edu.mx
    Las dietas extremas son un shock para el cuerpo. Existen tasas de pérdida de peso bien establecidas basadas en dieta y ejercicio que toman en cuenta las diferencias médicas y genéticas de cada persona.

    Entre el Siglo 16 y el Siglo 18, la obesidad era considerada un símbolo de belleza y fertilidad entre las mujeres, mientras que para los hombres representaba poder.

    Llega la era Victoriana, y la moda de tener kilos extra pasó a ser algo inaceptable. En algunos círculos sociales, la obsesión con bajar de peso llevó a algunas personas a realizar peculiares métodos de pérdida rápida de peso.

    Una que adquirió mucha popularidad fue la ingesta de la solitaria (lombrices solitarias o gusanos planos; Taenia solium), la cual, al crecer dentro del sistema digestivo, consumía el alimento sin digerir de la persona que la ingería.

    Evidentemente, esta era una manera excepcionalmente peligrosa para perder peso; sin embargo, hoy en día existen prácticas igual de peligrosas que prometen resultados similares.

    ¿Cómo funciona la pérdida de peso (de tejido graso)?

    Imaginemos que Pedro y Pablo son hermanos (y amigos inseparables), gemelos idénticos, y ambos planean ponerse a dieta. Ambos tienen la misma altura, peso, grasa, y masa muscular. Pedro planea perder peso lentamente, mientras que Pablo se propone perder peso rápidamente.

    Pedro proyecta reducir gradualmente su ingesta calórica e incrementar su actividad física. Con menos energía (calorías) ingresando a su cuerpo y más energía siendo gastada (ejercicio), está creando un déficit energético en su cuerpo. Para compensar, el cuerpo de Pedro empieza a degradar su suministro de glucosa (energía) de emergencia que se encuentra en el hígado en forma de glucógeno. Después de 4-6 horas, su cuerpo empieza a “quemar” las células grasas como fuente principal de energía.

    Pablo planea crear un déficit energético de manera distinta al limitar su ingesta calórica. A diferencia de Pedro, quien raciona sus porciones de alimento, Pablo casi no consume alimentos y su cuerpo entra en un estado de inanición (muriendo de hambre). Pablo utiliza su reserva de emergencia de energía en tan solo 18 horas.

    Mientras Pedro repone sus reservas de glucosa con cada comida saludable, la dieta restrictiva de Pablo no hace lo mismo. Desesperado de energía, el cuerpo de Pablo empieza a degradar otros tejidos en busca de energía, incluido el tejido muscular.

    Mientras tanto, Pedro aumenta su masa muscular con ejercicio regular. Esto significa que su cuerpo utilizará más energía durante el ejercicio y durante el reposo, facilitando la pérdida de tejido graso. Por otro lado, Pablo está perdiendo masa muscular y quemando menos calorías y dedicándolas a mantener las funciones básicas de su cuerpo, dificultando aún más la pérdida de peso.

    A pesar de esto, Pablo cree que va por buen camino. El glucógeno está vinculado a varias moléculas de agua, las reservas de glucógeno están vinculadas con aproximadamente dos kilos de agua en el cuerpo. Cuando el glucógeno se consume, también se pierden las moléculas de agua. Esto ocasiona que Pablo crea que está perdiendo peso rápido; no obstante, cuando deje de matarse de hambre y su cuerpo recupere las reservas de energía, Pablo recuperará el peso perdido.

    Claramente, con el plan de pérdida de peso de Pablo sale más caro el caldo que las albóndigas. Desafortunadamente, los regímenes restrictivos no son los únicos que prometen perder peso rápidamente (y peligrosamente).

    También existen las “dietas de detox”, las cuales restringen ciertos alimentos con el propósito de proveer nutrientes específicos en grandes cantidades.

    A pesar de que estos pueden ser útiles para algunos trastornos nutricionales, son demasiado específicos para ser utilizados por cualquier persona como cura milagrosa.

    Por ejemplo, una persona con bajos niveles de vitamina A, una dieta de jugos podría resultar benéfica. Sin embargo, en una persona con niveles normales de vitamina A, esto podría resultar contraproducente. Una sobredosis de vitamina A puede alterar el funcionamiento del cerebro, ocasionando dolores de cabeza, visión borrosa, y hasta convulsiones; mientras que una toxicidad crónica por vitamina A puede ocasionar pérdida del cabello, dolores musculares/óseos, e hiperlipidemia.

    Asimismo, mantener una dieta a base de jugos por varias semanas eventualmente afectará el desempeño del sistema inmune debido a una falta de grasas esenciales y proteínas.

    Es ahí donde radica el problema de estas dietas milagrosas. Ya sea que dejes de consumir calorías o grupos de alimentos específicos, las dietas extremas son un shock para el cuerpo. Existen tasas de pérdida de peso bien establecidas basadas en dieta y ejercicio que toman en cuenta las diferencias médicas y genéticas de cada persona.

    En lugar de perder peso rápidamente, todos deberíamos de descubrir cuál es el estilo de vida más sano para cada uno de nosotros.