Por primera vez, después de casi dos décadas, el próximo miércoles, todas y todos los integrantes de la comunidad Rosalina, acudiremos a las urnas para elegir directamente a quien dirigirá la máxima casa de estudios de los sinaloenses por los próximos cuatro años.
Al menos yo no he vivido como trabajador un evento como el de mañana, lo cual me llena de emoción este suceso histórico. Recuerdo algo parecido a esto, pero en mi etapa de estudiante, cuando estuve en la prepa Rubén Jaramillo. Pero como profesor, lo he saboreado de manera distinta en las últimas semanas.
El proceso no ha sido como muchos hubiéramos deseado, pero gane quien gane, se habrá dado un paso más hacia la transición democrática de la institución. Es cuestión de tiempo para que la comunidad haga suyo el nuevo sistema de elecciones y participe más activamente. Como me comenta un buen amigo de la Universidad: “No olvidemos cómo estábamos hace un año”.
Y es que, hace tan sólo unos meses atrás, era impensable que hubiera una voz fuerte y opositora al oficialismo. Cualquier inconformidad con respecto a la administración central, sólo se hacía en voz bajita y en los pasillos de las unidades académicas. La represión y el poder coercitivo estaban siempre al acecho.
El pasado jueves estuve presente en la comparecencia pública de ambos aspirantes que se realizaron en Mazatlán, y vi a través de los portales oficiales las otras tres que se hicieron en las regiones académicas del norte y centro del estado. Los universitarios ahora tuvimos la oportunidad de escuchar dos proyectos paralelos que se tienen para la institución. Tan sólo el tener ahora un abanico de opciones representa una nueva etapa en la vida democrática universitaria.
Tengo la esperanza de que, en los periodos venideros habrá un mayor número aspirantes de donde elegir. También espero que, a pesar de las diferencias naturales y hasta necesarias, entre los miembros de una comunidad universitaria, queden atrás esas prácticas de autoritarismo y represión del pasado, y reinen los principios básicos de toda universidad autónoma, que son la pluralidad de ideas, la tolerancia y la libertad de expresión.
Algo de reconocer al Rector en turno, el doctor Jesús Madueña, es que haya dado la orden reciente de recontratar a personajes despedidos injustificadamente, como Marco Antonio Medrano (miembro muy activo del MDU) y a Sergio Mario Arredondo (de Civitas Universidad A. C.), quienes han sido férreos opositores de administraciones anteriores. Lo cual quiero ver como un mensaje de tolerancia y voluntad política.
Ahora bien, considero que, independientemente de quien gane la elección de este miércoles 9 de abril, ya sea la doctora Denisse Diaz, o se reelija el doctor Madueña, deberá tener una gran capacidad de diálogo y de conciliación entre los distintos grupos que existen al interior de la Universidad, escucharlos e incluirlos en ese proceso de transición, para garantizar así la gobernabilidad, la pluralidad, y una verdadera democracia participativa.
En lo personal, y como consejero electoral que he sido en varios procesos locales, creo que hay cosas que se deben corregir y retrabajar para futuras elecciones. Una de ellas, es que debe haber alternancia en los integrantes de la comisión de elecciones y consultas. También debe existir un mayor control por parte de esta comisión durante el tiempo que dura el proceso, y se garantice la certeza y confianza a los aspirantes.
También será necesaria una mayor y mejor organización de las comparecencias públicas, en las que debe reinar el decoro y el respeto hacia los contendientes; que se convierta en un foro de propuestas y no de desorden; evitar las acciones porriles y, prohibir a toda costa, la manipulación estudiantil.
Es cuanto...
