La UAS: la ciencia y el desarrollo dañados por el PAS

    Una universidad convertida en partido político no es tan solo una perversión ética sino la perversión de su vocación.

    Por lo menos desde mediados del Siglo 19, con la estrecha relación entre educación-ciencia-tecnología y desarrollo, las universidades han jugado un papel central en las naciones económicamente más consolidadas.

    En México, esto lo entendió perfectamente el Presidente Lázaro Cárdenas cuando creó en 1936 el Instituto Politécnico Nacional con el objetivo de formar ingenieros y científicos que contribuyeran al impulso de industrias mexicanas. Ya antes Emilio Portes Gil en 1929 había entendido este mismo objetivo y dio respuesta favorable a un gran movimiento universitario que luchó y logró la autonomía de la Universidad Nacional, surgiendo así la Universidad Nacional Autónoma de México.

    Los universitarios mexicanos de hace casi un siglo tenían perfectamente claro que la autonomía ante las decisiones políticas del Estado y los partidos políticos era esencial para el desarrollo académico, científico y cultural de la propia universidad y, por ende, del País.

    Incluso un partido corporativo como era el PNR en 1929, el PRM en 1936 y el PRI desde 1946, pudo respetar, así sea a jalones, la autonomía de la UNAM, y no precisamente porque lo quisiera sino porque los universitarios la hicieron valer. La UNAM jamás fue convertida en un partido político.

    Son muchos los grandes pensadores que en diferentes latitudes del mundo han defendido y desarrollado la gran importancia que tiene el que las universidades y centros científicos gocen de la libertad para trabajar al margen de las orientaciones políticas que tengan el Estado, los gobiernos y los partidos políticos; pero el que lo planteó con mayor lucidez al empezar el Siglo 19 fue el sociólogo alemán Max Weber en su conferencia El Político y el Científico.

    En ella, Weber habla de dos vocaciones: la del político y la del científico. En el caso del primero, su sustancia principal es la vocación de poder basada en una visión partidaria de la realidad, la cual es, inevitablemente, subjetiva. Para el segundo su vocación es el conocimiento, la inagotable búsqueda del saber objetivo. Si trasladamos esta visión weberiana a las instituciones y no tan solo a los individuos, entenderemos que las universidades fueron construidas con la vocación científica y los partidos fueron imaginados para participar en la política. Entonces, cuando a una institución de educación superior e investigación científica se le convierte en un instrumento de un partido político estamos ante la total desnaturalización del conocimiento objetivo. Una universidad convertida en partido político no es tan solo una perversión ética sino la perversión de su vocación.

    Jamás se podrá desarrollar plenamente el conocimiento científico, el cual es inevitablemente crítico y diverso, si está bajo el dominio de una fuerza política. Y jamás podrá haber un sólido desarrollo de una sociedad si se somete la universidad a los intereses de una clica política.

    Bueno, pues esta desnaturalización perversa de la ciencia y la educación sucede en Sinaloa gracias al PAS, ahora de la mano de Morena.

    Una muestra de ello es que la UAS, la quinta universidad más numerosa del País, con alrededor de 167 mil estudiantes de bachillerato, licenciatura y posgrado, hasta antes de la pandemia, se coloca, según las clasificaciones más importantes que hay a nivel nacional e internacional, en cuanto a indicadores y reconocimientos académicos, en el lugar 26, según el Ranking de Universidades Mextudia, y según el Top Universities in México. 2021 Mexican University Ranking, el lugar número 40 donde también se incluyen diez universidades privadas. Si observamos otro indicador fundamental, y muy revelador, de la investigación científica en México, encontramos una situación lamentable en nuestra principal casa de estudios superiores. Según el Sistema Nacional de Investigadores, del Conacyt, en 2019, de un total de 30,548 investigadores, la UNAM contabilizaba 4,197 miembros, el IPN 1,109, la UAM 1,090, la UdG 851, la UANL 653, la UAEM 463, la Universidad Veracruzana 431 y la UASLP 429. La UNISON tenía 389 investigadores en 2019, y la de Nayarit 106 en 2018. La UAS, por su cuenta, registraba en 2019, 324 investigadores, el 60 por ciento del estado.

    La cantidad de recursos que reciben las cuatro universidades más grandes de México son mucho mayores que los que se le asignan a la UAS, lo cual cuenta mucho para la inversión en investigación científica, por la cual Sinaloa no puede compararse con ellas; pero si vemos la UNISON y la UAN, de nuestros estados vecinos al norte y al sur, con presupuestos proporcionalmente similares y un número mucho menor de estudiantes y académicos, veremos que el número de investigadores es comparativamente muy inferior. Es decir, la universidad partido, UAS-PAS, ha afectado gravemente el desarrollo académico de una institución que debería ser realmente autónoma.

    La UAS cuenta en el bachillerato universitario con 26 planteles en el Padrón de Calidad del Sistema Nacional de Educación Media Superior, y en el nivel superior se cuenta con 78 licenciaturas acreditadas por COPAES o en el Nivel 1 de los CIEES y 12 programas con acreditación internacional. Pero ese Padrón no cuenta para la clasificación nacional e internacional porque solo se toman en cuenta los niveles de licenciatura y posgrado, y los evaluadores son despachos privados que cobran por evaluar, lo que pone en duda su objetividad.

    En fin, es evidente que el reconocido talento y decidida personalidad de los sinaloenses encuentra enormes trabas para desarrollarse a plenitud en la UAS porque se ha dañado gravemente su autonomía con la anómala injerencia del PAS, ahora aliado con Morena.

    “Cosas veredes, Sancho”, - expresión que, por cierto, no escribió Cervantes-los que antes criticaban el enfermizo control político del PAS ahora por la ambición de poder se suman a él para seguir dañando el desarrollo académico de la UAS y con ello perjudicando el desarrollo de Sinaloa.

    Con la elección de Jesús Madueña como nuevo rector de la UAS se reafirma el control cuenista de la institución. ¡Qué ilusos los morenistas que soñaban con un Rector más cercano a Rubén Rocha que a Cuén!