Si hiciera una lista de las cosas que más me molestan de las campañas políticas sería una bastante larga, la dignidad (la del candidato, sus equipos y en unos casos hasta simpatizantes) se deja a un lado y la “popularidad” o todo lo que se interprete como estímulo para la misma se antepone a cualquier valor durante el proceso.
Dependiendo de los presupuestos, la escena o el montaje, toma la dimensión de “espectacular”, y dependiendo de los talentos detrás la campaña, toma coherencia una narrativa, no estoy seguro que cuando Debord escribió “La sociedad del espectáculo” en 1967, imaginó lo que hoy estamos viviendo.
En su obra Debord escribió como es que en la sociedad contemporánea, las relaciones sociales se han mediado y dominado por imágenes y representaciones en lugar de por experiencias y acciones directas. La sociedad está inundada de imágenes y formas de entretenimiento que nos mantienen constantemente distraídos y alineados de la realidad. Esta premisa sugiere que vivimos en una sociedad donde el consumismo y la apariencia superficial son valorados por encima de las conexiones humanas reales y la autenticidad. Las campañas parecen una montaje en escena de la premisa del famoso ensayo.
Vivimos tiempos convulsos, desde la ola de las redes sociales la interpretación de lo virtual y lo real se ha vuelto más confusa, con las campañas y sus protagonistas no ha sido la excepción, pero dentro de lo burdo que podría ser tomarse fotos falsas, protagonizar escenas “espontaneas” cual pésima obra de teatro o reproducir tik toks virales para entrar en “onda”, se configuran campañas determinadas desde lo superficial, lo espectacular y poco o nada se toma de importancia el fondo, o mejor dicho lo que es verdaderamente importante.
No se hablan ni se discuten visiones, proyectos o ideologías, mucho menos posturas y causas, y lo que más me molesta es que hurgan en tragedias, reales, sensibles, solo como bandera de campaña, como mera representación mediática para una vez tomada la protesta o cerrado el periodo de campaña, olvidarse. Me cuesta mucho trabajo pensar que somos incapaces de reconocer a aquellos que no se han involucrado nunca en una causa, a aquellos que son incapaces de articular un proyecto para aquellas causas en los que no se ha involucrado o peor aún a aquellos que sabemos están ahí solamente por el espectáculo, por conseguir un lugar que les permita prosperar y avanzar en sus intereses, sean cuales sean y que en repetidas ocasiones nos han demostrado que no tienen nada que ver con los intereses generales y mucho menos de aquellos por los cuales dicen hacerlo.
La reflexión, la mirada y el pensamiento crítico son el único antídoto contra aquello que se viene, salirnos de lo virtual para conectar en realidad con aquello que nos importa, con aquellos que nos importan, hoy más que nunca la demanda para desconectar lo virtual es fundamental para conectar con lo real, cerremos espacios a los oportunistas, charlatanes y vende humo, el mundo está lleno de ellos, no les entreguemos más nuestras ciudades, nuestros estados y nuestro país, por lo menos, no como un cheque en blanco.
Es cuanto.
Gracias por leer, nos leemos pronto.