La sociedad civil en las negociaciones del T-MEC
En su libro publicado en 1996, El Choque de Civilizaciones y la Reconfiguración del Orden Mundial, el politólogo Samuel P. Huntington escribió que México se encontraba ante la opción de incorporarse a la civilización occidental o de mantenerse como parte de la civilización latinoamericana.
Más allá de si la taxonomía de civilizaciones de Huntington es válida - tiene muchos críticos- lo cierto es que su libro señalaba un dilema fundamental de México que, dos años antes de su publicación, el País enfrentó de manera directa al decidirse suscribir el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Se trató de una decisión estratégica que cambió el futuro de México. Con el fin de las negociaciones celebradas en el hotel Watergate en Washington DC, se abrió para los exportadores mexicanos el mercado más grande del mundo sobre la faz de la tierra. Qué nuestro País aprovechó bien esta oportunidad lo confirma el hecho que hoy en día es el principal socio comercial de Estados Unidos en todo el mundo y que nos convertimos en una de las 15 potencias económicas del globo.
El arribo de Trump a la Presidencia en 2016 significó un cambio de nombre del Tratado pero los cambios introducidos siguieron beneficiando a nuestro País.
Como lo sabemos muy bien, la segunda administración Trump decidió inmiscuirse en una guerra arancelaria prácticamente con todo el mundo, incluyendo a México. Aún no sabemos si el actual T-MEC se renegociará, como estaba planeado, en 2026. Y no sabemos porque Trump cambia de opinión constantemente. Esta volatilidad es, en este momento, el principal factor de riesgo para que se celebren las negociaciones.
De cualquier manera, en caso de que sí las haya, nuestro País debería hacer uso del gran equipo de negociadores mexicanos, algunos de los cuales representaron a México en 1994.
En un escrito reciente, la experta en asuntos internacionales, Olga Pellicer, sugiere que, junto con los expertos comerciales, debe existir también un grupo político mexicano que pueda tratar los asuntos gubernamentales durante las negociaciones. Sin duda tiene razón.
Sin embargo, habría también la necesidad de que la sociedad civil, como tal, también esté representada en las negociaciones. Se puede pensar en la creación de un Consejo Asesor donde académicos, especialistas, periodistas, grupos de derechos humanos y otras agrupaciones puedan expresar sus opiniones, tanto al grupo de expertos comerciales como al grupo político, durante el espacio en que ocurran las negociaciones.
Aunque la parte sustantiva de estas se referirá a aspectos técnicos del comercio y la industria, el resultado de ellas afectará a la ciudadanía mexicana en su conjunto. Este hecho es una razón de peso para considerar que la sociedad civil debe estar representada.
Este grupo podría advertir a los negociadores de las consecuencias que diversos posibles acuerdos pudieran llegar a tener en sectores de la sociedad mexicana. Lo sabemos porque esa es la historia humana: transformaciones de amplio espectro en los flujos comerciales tiene implicaciones políticas, sociales y culturales dentro de una sociedad.
Ya que este gobierno parece estar -al menos en la retórica- comprometido con ampliar la participación democrática de la sociedad en las grandes decisiones, sería apenas justo otorgarle a esta una voz en las negociaciones del T-MEC por venir.