La señal de paz llega en barco a Mazatlán
El turismo naviero y la narrativa de guerra
A Mazatlán le está significando el turismo naviero algo así como el chorro de agua fría que apaga la candente apreciación de destino inseguro que le quieren endilgar en el extranjero y en parte también en México y Sinaloa, a diferencia de cruceristas que al desembarcar le mantienen el bono de confianza a la paradisiaca Perla del Pacífico. La llegada el lunes de más de 7 mil visitantes refrenda que los episodios de violencia se cuecen aparte cuando el desarrollo de la industria sin chimeneas trasciende más allá del morbo sensacionalista.
Deberíamos los comunicadores conocer mejor y referirnos correctamente de Mazatlán, desde el cotejo de realidades que utilizan las operadoras de cruceros y los clientes de éstas. Mientras en la exposición local, nacional e internacional predomina la referencia de Sinaloa, de Culiacán a Rosario, como campo de guerra, los que vienen de fuera traen la actitud y la curiosidad por visitarnos como zona de paz. Ni siquiera perciben los operativos de vigilancia y protección porque los consideran habituales en todo sistema de seguridad pública.
¿Por qué cruceros como el Navigator of the Seas y Majestic Princess han mantenido los desembarcos en el principal puerto sinaloense a pesar de los rigurosos protocolos de seguridad que ponderan al decidir los itinerarios de sus viajes? Impensable que la empresa Royal Caribbean Cruises realice valoraciones superficiales que coloquen a usuarios en situación de riesgo, o que no posea sus propio sistema de warning al planear o cancelar travesías.
Un vistazo a otros lugares de sol y playa permitiría evaluarnos sin zozobrar en el catastrofismo. Cuando en 2017 la naviera Holland América Line canceló el arribo a Acapulco de sus ocho cruceros durante un año, afectando inclusive el Tianguis Turístico, la evaluación consistió en ataques impunes de la delincuencia organizada sin la correspondiente respuesta del Gobierno de Guerrero y de México. En los cuatro años anteriores, el Departamento de Estado de Estados Unidos advirtió a sus ciudadanos del alto riesgo al visitar ese punto de alta preferencia en el turismo extranjero.
En el caso de Sinaloa, concretamente Mazatlán, los cruceros han solicitado la presencia de cordones discretos de protección a sus pasajeros que llegan en cantidades importantes, con alrededor de 3 mil 500 personas cada uno entre turistas y tripulación. Cabe mencionar que esa medida preventiva lleva tiempo implementándose con los destacamentos permanente del Ejército, Guardia Nacional, Policía Municipal y Turística, así como elementos de la Estatal Preventiva, desde antes de la presente ola de violencia.
El otro componente de la medición de condiciones de seguridad que implementan los cruceristas para decidir dónde desembarcan o no a sus viajeros tiene que ver con el comportamiento de los índices delictivos a la baja que presentaba Sinaloa antes de que Ismael “El Mayo” Zambada fuera llevado a Estados Unidos presuntamente de manera forzada, sin que la Casa Blanca aclare dicho episodio que desató la actual ofensiva criminal en Sinaloa.
Recordemos: desde 2021, cuando Quirino Ordaz Coppel cerró su período como Gobernador, la estadística de homicidios dolosos mostró tendencia descendente con 645 casos en ese año; al iniciar el sexenio de Rubén Rocha Moya el comportamiento continuó en descenso con 499 casos en 2022 y 566 en 2023, pero la presente beligerancia dentro del Cártel rompió los márgenes “moderados” pues solamente en septiembre y octubre de 2024 la Fiscalía General del Estado reporta 331 asesinatos, casi el mismo número de los 352 registrados en ocho meses, de enero a agosto. Otros registros como el que realiza el periódico Noroeste contabilizan 413 muertes por arma de fuego, del 9 de septiembre al 18 de noviembre, lo que equivale a casi al total de las perpetradas en 2022.
Por supuesto que la firma naviera que ancla en más de 300 puertos de escala en el mundo tiene en su brújula el pleno conocimiento del tema de la seguridad pública en Sinaloa y bajo ninguna circunstancia traería a los paseantes a Culiacán que, insistimos, enfrenta mayor fragor de la narcoguerra que el reportado en Mazatlán. El negocio del turismo marítimo posee el timing exacto que le dice que la circunstancia derivada del choque intramuros en el Cártel local no es igual en la capital del estado que en la tierra de venados.
Esa noción de tranquilidad mazatleca propicia para el descanso y la diversión funciona igual en la percepción de turistas del resto del estado y de las entidades que le aportan usufructuarios al mayor emporio sinaloense de la hospitalidad. El reciente fin de semana largo demostró que el miedo está en cruzar los trayectos carreteros que llevan hacia la Perla del Pacífico, pues una vez que se llega, los atardeceres, las olas, la Machado y la magia mazatleca toda hacen la función de pacificadores.
En este orden de ideas podríamos bajarle dos rayitas a la apología amarillista de la violencia que ahuyenta al turismo. Empalmar la confianza que los viajeros le dan a Mazatlán, con nuestra faena de construcción de paz efectiva que comenzó mucho antes de la narcoguerra. Aprender de los cruceristas que nos llegan como profetas de tierras lejanas que sí creen en nuestra jornada colectiva para la pacificación.
En esta guerra entre narcos,
Que no es ofensiva fugaz,
Llegan a Mazatlán los barcos,
Con las expediciones de paz.
Como nunca antes en Mazatlán coinciden los esfuerzos de una Alcaldesa, Estrella Palacios, que manejó el área a nivel estatal; una Secretaria de Turismo Municipal, Celia Jáuregui, quien conoce bien la calidez del cobijo marismeño ofrecido a los visitantes; un titular de Sectur del Gobierno de Sinaloa, Ricardo “Pity” Velarde, a cargo de ejecutar las políticas públicas del Gobernador Rubén Rocha para la industria sin chimeneas, que conforman el trío responsable de poner a salvo la buena imagen del edén que es la Perla del Pacífico. Y agréguese al ex Alcalde Alejandro Higuera que se encarga de mantener en permanente actividad la agenda de reuniones. Un equipo así ni Trump lo tendrá.
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