La semana en la que todo le salió mal a las autoridades opacas de la UAS

    jorge.ibarram@uas.edu.mx
    Utilizaron el control corporativo, el chantaje y la intimidación para sacar a marchar a estudiantes y profesores; hicieron uso de cuánto recurso (de la UAS) les fue posible, incluida la contratación de abogados con cargo a la institución y el secuestro de la radio universitaria y las redes sociales de sus trabajadores, para esparcir mensajes que distorsionan la verdad.

    En el transcurso de esta semana todo se vino abajo para las autoridades de la UAS, que se resisten a rendir cuentas a los sinaloenses, y a ser juzgados por presunto daño patrimonial a la Universidad.

    Desde que supieron que por sus acciones iban a ser llevados ante los tribunales, los acusados montaron una torpe y desesperada estrategia de confrontación política, movilización, y dilatación judicial.

    Se escudaron en la autonomía para fingir una persecución contra la Universidad; se aprovecharon de los beneficios procesales que otorga el derecho a un juicio justo, y presentaron inverosímiles excusas para retrasar audiencias.

    Utilizaron el control corporativo, el chantaje y la intimidación para sacar a marchar a estudiantes y profesores; hicieron uso de cuánto recurso (de la UAS) les fue posible, incluida la contratación de abogados con cargo a la institución y el secuestro de la radio universitaria y las redes sociales de sus trabajadores, para esparcir mensajes que distorsionan la verdad.

    Pero, todo cae por su propio peso. Su estrategia no fue sostenible, y hoy todo se derrumba.

    El primer golpe ocurrió durante los primeros minutos de este lunes, cuando un juez de control decretó por tercera ocasión un auto de vinculación a proceso contra Jesús Madueña y otros universitarios, esta vez por la compra irregular y sin licitar de 67 millones de pesos en carnes y pollo.

    El segundo golpe vino con la resolución de improcedencia de otro amparo con el que pretendían revocar la separación de Madueña Molina como medida cautelar, y cuyo veredicto además reitera la facultad que tienen los tribunales estatales para enjuiciar como funcionarios públicos a cualquier trabajador de la universidad involucrado en abuso de autoridad y manejo irregular de recursos.

    Finalmente, el golpe más duro se lo propiciaron ellos mismos al organizar una marcha que estaba condenada al fracaso, y con la que solo consiguieron tres cosas:

    Uno. Mostrar una palpable disminución de su capacidad de movilización, síntoma del desgaste y hartazgo de estudiantes y profesores que se sienten utilizados. De aquí en adelante, en cada marcha y congregación en los juzgados, se verán menos participantes.

    Dos. Evidenciar en cadena nacional, durante “La mañanera de López Obrador”, el programa de mayor audiencia y con mayor grado de aceptación en México, toda la corrupción que envuelve a los funcionarios de la UAS. Con lo cual se cierra la posibilidad de más muestras de solidaridad con la “Universidad” como la que se obtuvo de parte de la ANUIES.

    Tres. Que el Presidente de la República finalmente se pronunciara sobre este tema del que se había mantenido ajeno, para ahora respaldar al Gobernador y animar a la comunidad para que se sacuda de cacicazgos.

    La arenga presidencial, dirigida, esta vez, a todos los universitarios, nos hace recordar esta famosa fábula de La Fontaine, sobre la libertad, que seguramente todos leímos alguna vez en primaria:

    Un lobo flaco y hambriento encontró, por casualidad, a un perro gordo y bien comido. Después de saludarlo, preguntó el lobo:

    -¿Qué haces para estar tan bien?

    -Estarías igual que yo -respondió el perro- si quisieras prestar a mi amo los mismos servicios que yo le presto.

    -¿Qué servicios son esos? -preguntó el lobo.

    -Guardar su puerta y defender de noche su casa contra los ladrones.

    -Bien, estoy dispuesto. Ahora sufro el frío y el hambre. Será mucho mejor estar bajo techo y tener abundante comida.

    -Pues ven conmigo -dijo el perro.

    Mientras caminaban, el lobo vio el cuello pelado del perro por causa de la cadena.

    -Dime amigo -le dijo-: ¿por qué tienes así el cuello?

    -Como les parezco demasiado inquieto -repuso el perro- me atan de día para que duerma cuando hay luz y vigile cuando llega la noche.

    -Pero si deseas salir, ¿te lo permiten?

    -No, eso no -dijo el perro.

    -Pues entonces -contestó el lobo- goza tú de tus bienes, porque yo no quisiera estar satisfecho a condición de no ser libre.