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"Opinión"

"La sangre arcoíris"

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ENTRE COLUMNAS

    Volvió a pasar. El pasado martes 11 de agosto, el joven activista de la comunidad LGBT+ y estudiante de la Universidad de Guadalajara; Jonathan Santos, fue asesinado en Zapopan, Jalisco, a la edad de 24 años. Sus compañeros de Universidad lo describen como “un joven alegre, sociable, que le gustaba vivir feliz y libre”.

    Éste no es un hecho aislado en México, pues según un informe elaborado por la organización “Letra S”, en el periodo de 2013 al 2018, alrededor de 473 personas de esta comunidad fueron asesinadas en el País. (Véase “Violencia extrema. Los asesinatos de personas LGBTTT en México: los saldos del sexenio 2013-2018).
    Ya que no todos los protocolos de investigación por parte de las fiscalías clasifican los casos como delitos de odio, “Letra S” monitoreo los medios de comunicación electrónicos de toda la república mexicana y se consultaron más de 1,150 notas informativas publicadas de enero de 2013 a diciembre de 2018 para identificar los asesinatos de personas LGBT reportados por la prensa.
    Lo que encontraron fue que las mujeres trans o personas trans con expresión femenina son las más expuestas a sufrir actos de violencia homicida, pues fueron las víctimas más numerosas con el 55 por ciento del total; seguidas de los hombres gay/homosexuales con 192 casos, 40 por ciento del total.
    Así mismo, se registraron los feminicidios de 9 mujeres lesbianas; los homicidios de 5 hombres bisexuales, o percibidos como tales; y el feminicidio de una mujer bisexual o percibida como tal.
    El promedio general de edad de las víctimas fue de 34 años. En los casos de las mujeres trans el promedio de edad fue de 32 años, menor al promedio general; mientras que el promedio de edad de hombres gay/homosexuales fue de 37 años.
    De las cifras obtenidas destaca que 24 personas defensoras o promotoras de los derechos LGBT fueron asesinadas en todo el sexenio pasado; así mismo, 9 eran portadoras del VIH; y 4 eran migrantes centroamericanas.
    Por entidades de la república, los resultados destacan que siete estados concentran casi la mitad de los asesinatos LGBT. Veracruz encabeza la lista con al menos 43 asesinatos, seguido por Guerrero con 39, Quintana Roo con 33, Estado de México con 30, Chihuahua con 28, Puebla con 27, y Tamaulipas con 25. La prensa de Sinaloa en ese periodo reportó 17 homicidios, según el informe. Pero ya que estos números son basados en reportes de prensa, el dato real es seguramente superior.
    De los resultados obtenidos destaca la cifra de 24 personas LGBT identificadas en las notas como defensoras de derechos humanos y activistas que fueron asesinadas en la administración pasada.
    Los patrones de violencia se dieron en función de la identidad sexual y de género de las víctimas. Mientras que la mayoría de los cuerpos de los hombres gay/homosexuales fueron encontrados en sus domicilios con múltiples heridas provocadas por objetos punzocortantes o asfixiados, los cuerpos de las mujeres trans fueron encontrados en la vía pública o en lotes baldíos con heridas provocadas por armas de fuego y punzocortantes.
    El rasgo distintivo que caracteriza a los homicidios de personas LGBT es el ensañamiento con el que son cometidos. Los resultados de ese monitoreo dan cuenta de las múltiples violencias a las que fueron sometidas muchas de las víctimas antes de ser asesinadas o la saña a la que fueron sometidos sus cuerpos ya sin vida. Al menos 22 de las víctimas habría sufrido violencia sexual antes o después de ser asesinada, y los cuerpos de al menos 60 de las víctimas aparecieron con marcas de tortura o señales claras de ensañamiento.
    El informe de “Letra S” abarca hasta el año 2018, pero actualmente parece haber una tendencia creciente en este tipo de delito, pues en el año 2019 ocurrieron al menos 117 asesinatos de este tipo, según la misma organización, y apenas en el primer cuatrimestre del presente año, han registrado 26 asesinatos de personas LGBT.
    La magnitud y la brutalidad con la que son asesinadas las personas LGBT refleja una marcada homofobia en nuestro país, por lo que deberían ser tipificados como delitos de odio. Esto permitirá mejorar los protocolos para el registro, investigación y prevención de estos delitos.
    Los delitos de odio tienen lugar cuando una persona ataca a otra motivada exclusivamente por su pertenencia a un determinado grupo social, según su edad, sexo, género, religión, raza, etnia, nacionalidad, discapacidad u orientación sexual, pero tiene origen desde el discurso, pues el discurso de odio tiene como objetivo promover y alimentar una ideología cargada de connotaciones discriminatorias. Éste es propagado con intención maligna para incitar al interlocutor, o lector, a que lleve a cabo acciones destructivas en contra de un grupo, por lo general, históricamente discriminado.
    En el caso de Sinaloa, mientras no se legisle con una visión inclusiva, progresista y con apego a los derechos humanos, se estará enviando a la sociedad un mensaje de rechazo a la comunidad LGBT.
    Posdata
    Los activistas de la comunidad en Sinaloa, no en pocas veces han sido amenazados de muerte sólo por estar en la lucha de una sociedad más igualitaria. Mi solidaridad a ellas y ellos.
    Es cuanto…..

    * *Consejero Consultivo de la
    CEDH de Sinaloa
    *Doctor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Sinaloa