rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf
Vivimos tiempos evolucionados, pero no revolucionados. Es decir, se han operado grandes cambios superficiales, pero no las transformaciones profundas que se requieren. La tecnología ha modificado de manera sustancial el entorno del mundo, pero la mutación sustancial proviene desde dentro. Hablamos más, pero nos comunicamos menos; enlazamos con más personas, pero no entablamos conversaciones auténticas.
Al escribir la presentación del libro Árboles a la intemperie, coordinado por Ana Berástegui Pedro Viejo, el director del Instituto Universitario de la Familia de la Universidad Pontificia Comillas, Fernando Vidal, la tituló La revolución de la conversación.
En dicha presentación, Vidales afirmó: “Quizás el mayor riesgo que afrontan las familias del siglo XXI es la pérdida de la conversación. En la sociedad actual hay más oportunidades para hablar, pero las familias tienen la sensación de que se comunican menos. Es necesario reivindicar la conversación”.
Vidal recordó que en la década de los 80 la empresa Fast Life impulsó la técnica llamada speed-dating en la que alguien valoraba en solamente 7 minutos si la otra persona podría ser su amor. Y preguntó: “¿Es posible que el speed-dating sea una metáfora de nuestro mundo de relaciones? Fast dating, fast life, fast food... El mayor peligro de esta fase de la Modernidad es la superficialidad. Un mundo de personas profundas y comunicadas puede superarlo todo”.
Subrayó que urge renovar el arte de la comunicación familiar profunda, la cual semejaba un bosque de árboles entrelazados en sus raíces, a fin de superar el mundo social que se ha venido desertizando: “Nuestro mundo necesita el arte de la conversación lenta, familiar, donde uno se vuelca con confianza y de corazón... La conversación profunda es hoy el núcleo de lo que quiere ser de verdad una revolución”.
¿Fomento la conversación profunda y revolucionaria?