La reforma eléctrica de AMLO revive traiciones. Domingo 17: resurrección de los Judas priistas
Ningún partido político tiene garantizada la lealtad de militantes o de servidores públicos que desde sus plataformas acceden a cargos de elección popular, infidelidad que se notará de aquí al próximo domingo cuando será votada en la Cámara de Diputados la reforma eléctrica propuesta por el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Siempre han sido estas siglas las lianas útiles para saltar de un color a otro, mejor dicho de una traición a otra, conforme sean las tentaciones que cada organización le alimente a los saltimbanquis del poder.
Tampoco las organizaciones políticas se han vuelto tan confiables como para retener mediante las convicciones y principios a sus componentes. El caso Carlos Miguel Aysa Damas, Diputado federal del PRI, que anuncia la rebeldía al voto compacto contra la iniciativa presidencial orquestado por su líder nacional Alejandro Moreno Cárdenas, anticipa que en las próximas 48 horas la mazorca tricolor podría desgranarse más de lo que está deshecha.
La crisis del arraigo político en México comienza cuando los valores se tornan baratijas expuestas en el tianguis de las ambiciones de individuos o las mafias del poder. Cada vez existe menos la política como ideal, acto de fe, e integridad, al convenir a las codicias en juego la puja alentada desde el gobierno para disipar mayorías opositoras incómodas. Qué importa la promiscuidad política en este tiempo cuando el control absoluto significa el todo o el nada.
Hay que ser precisos al conjeturar que los cabilderos estarán muy ocupados en el cierre de Semana Santa para que el domingo de resurrección cobren vida las mismas felonías políticas que hemos presenciado durante décadas. Los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional y de la Revolución Democrática, que van en bloque contra la reforma eléctrica, de ninguna manera están en condiciones de garantizar la unanimidad antagonista.
Basta con revisar sus pasos, desentrañar a sus líderes y leer entre líneas sus exaltadas posturas para descubrir las intenciones ocultas ya sea en la frustrada pijamada, un acto mediático que acabará siendo la multiplicación de los Judas internos, o en el montaje de convicción políticas que salen de la tumba de la traición. Muchos Carlos Miguel Aysa están agazapados entre el priismo, panismo y perredismo en espera de la gran oferta para asestarle puñaladas a partidos tan habituados a las estocadas que en vez de heridas les producen risas.
Tomando como sujeto del análisis a Moreno Cárdenas es posible deducir que la unidad en torno a su liderazgo es precaria convirtiéndose más en ave de tempestades que en factor de armonía. Después de la derrota electoral que sufrió el PRI el 6 de junio de 2021 prácticamente aglutinó a los priistas de todo el País, pero en contra. ¿Se le olvidó tan pronto que militantes enardecidos acudieron el 11 de junio a la sede del Comité Ejecutivo Nacional a exigirle la renuncia y colocaron una enorme manta con la leyenda “Amlito, la militancia del PRI te queremos fuera. Tu incompetencia, ineptitud, inexperiencia y corrupción está matando al partido”?
En la circunstancia actual, donde se pone al frente de la insurrección contra la iniciativa de López Obrador, es más él y un proyecto político particular. La cohesión priista existe como invención y allí está, en lo nacional y lo estatal la coexistencia de muchos PRI´s según convenga a los intereses de cada región o cacicazgo, mientras que la imaginación o cálculo de “Alito” construye la inexistente unidad homogénea donde priistas y aliancistas bailan y se dan la mano.
El dirigente del PRI no es un constructor de adhesiones sino el operador de venganzas contra aquellos a los que considera estorbos en su trayecto a la candidatura presidencial en 2024. La expulsión del ex Gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, por aceptarle a López Obrador la Embajada de México en España, ejemplifica la dominancia del hígado por encima de la ecuanimidad que se requiere frente a la desbandada tricolor.
Tendrá que dedicarse en las próximas semanas a completar el ajuste de cuentas dentro del viejo partido donde bastantes asociados le están dando prioridad a los gruñidos de tripas por encima de los designios del corazón. Aysa Damas olfatea la debacle priista y prefiere alinearse en la ahora rentable Cuarta Transformación en la cual de tantos apóstoles ya tampoco se sabe cuál es leal y quiénes traicionan.
Y, resulte lo que resulte, las deserciones del PRI y demás partidos no acabarán con el resultado que emane de la votación de la reforma eléctrica de AMLO. Apenas vemos la punta del iceberg de las ambiciones que se acomodan conforme se coticen hoy las deslealtades, o como se paguen de aquí al 2024, dándole forma al trapecio de la vergüenza donde un día los veremos que son de un color y al otro de tintura distinta. Aunque el matiz de la perfidia nunca se les quita.
Ya se le bajan los viajeros,
Al PRI en la mitad de la ruta,
Por ser asiduos traicioneros,
Que la ambición electrocuta.
a lo que no cabalga
El error de la oposición en México es que le engorda el caldo a todo lo que hace o no hace el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Ahora es el Partido de la Revolución Democrática el que le pone las albóndigas a una sopa que nadie volverá a probar, al solicitar ante el Instituto Nacional Electoral que anule la consulta de revocación de mandato por considerar que hubo múltiples violaciones a la Constitución por parte de funcionarios de gobierno morenistas. ¿Anular lo que ya está invalidado?