Tras las elecciones de 2024 viene una necesaria recomposición de los partidos políticos, en cuanto a sus liderazgos, pero también en cuanto al mapa político nacional. Tras los resultados tenemos una fuerza política ampliamente dominante, que en lo individual tiene una votación mayoritaria de cerca del doble que la siguiente fuerza política y que en conjunto con sus aliados tendrá mayorías abrumadoras.
Las fuerzas opositoras también tendrán un reacomodo, ya no hay tres partidos políticos grandes, más bien quedan tres fuerzas opositoras medianas cuya alianza está en duda. Estos son algunos datos que es importante tener en cuenta:
Las únicas fuerzas políticas que tienen presencia nacional son Morena y Movimiento Ciudadano. El PAN y el PRI no cuentan con acreditación local en una entidad, el PVEM no tiene acreditación en dos entidades, y el PT en cinco.
En cuanto a votación Morena se mantuvo en los porcentajes obtenidos en 2018 y 2021, mientras que el PT, Verde y MC crecieron, el PRI y PAN decrecieron.
Lo más probable es que a partir de ahora haya solo seis partidos políticos nacionales. El PRD no ha alcanzado el porcentaje necesario para mantener el registro, por lo que entraría en un proceso de liquidación. Aunque podría convertirse en partido político local en al menos 10 entidades.
En lo local de los 83 partidos que tenían registro a nivel local, solamente 26 lograrían mantenerlo, el resto desaparecerá tras un proceso de liquidación.
En 2025 se abre la ventana de oportunidad para que organizaciones ciudadanas y de la sociedad civil, así como agrupaciones políticas, busquen obtener el registro como partido político a nivel nacional.
El proceso para obtener el registro como partido político a nivel nacional es largo y complejo: se tienen que realizar 200 asambleas distritales o 20 locales en las que se deben aprobar los estatutos del nuevo partido político, además se deben conseguir un mínimo de 3 mil militantes en por lo menos 20 entidades federativas, o 300 en por lo menos 200 distritos, sin que el número total de militantes en el país sea inferior al 0.26 por ciento del padrón electoral. Todo esto en un plazo de año y medio desde que se da el aviso de intención de conformar un nuevo partido político. Además cabe señalar que si bien deben dar cumplimiento a las obligaciones de fiscalización, no reciben recursos para este proceso.
El registro como partido político implica el acceso a las prerrogativas: financiamiento público y tiempos de radio y televisión, principalmente. El registro se aprueba finalmente unos meses antes del siguiente proceso electoral federal, es decir a mediados de 2026, y de inmediato deben ponerse a prueba para saber si tienen un respaldo ciudadano mínimo del 3 por ciento de la votación, de lo contrario perderían el registro.
El voto del 2 de junio fue claro: a la ciudadanía ya no le atraen los partidos políticos tradicionales, sus nombres y marcas parecen estar desgastadas; buscan fuerzas políticas nuevas, aunque tengan a las mismas personas que los partidos tradicionales.
De esta forma vemos que 2025 será una nueva oportunidad de crear una fuerza política que represente una alternativa para muchas ciudadanas y ciudadanos que no se sienten representados por los partidos políticos tradicionales, y que se cree una nueva forma de ejercer de manera auténtica y libre los derechos políticos y electorales de millones de electores a quienes la clase política actual aún no les convence. No podemos ignorar que la participación en 2024 fue más baja que en 2018, pues no salió a votar más gente a pesar de que el listado nominal era mucho mayor.
La pregunta es si van a estar a la altura los partidos políticos.
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