La rebelión escobarista en Mazatlán (2)

EL OCTAVO DÍA
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    Los rebeldes fueron sometidos debido a la estrategia de Juan Felipe Rico, aunque los méritos pretendió llevárselos el General Carrillo. Mazatlán fue capital de Sinaloa por unos días, porque Culiacán caería el día 7 ante los escobaristas, sin resistencia.

    Ya comentamos aquí que, al iniciarse el Movimiento Renovador, en Mazatlán era jefe de la zona militar el General de Brigada Jaime Carrillo, a quien los mazatlecos apodaron “El General Varita de Nardo” porque era su canción favorita.

    Pero el héroe sería otro. Aquí, donde naciera el General rebelde que dio nombre al episodio, el alzamiento se detuvo muy pronto.

    El mismo domingo 3 de marzo de 1929, Mazatlán se enteró por radio de la rebelión. En el resto del país, se pronunciarían al día siguiente.

    El cronista Roberto Tirado Castelo, a quien leíamos en la revista “Album del recuerdo”, de Chale Salazar, explica que en el país,

    “Muy pronto se vio el fracaso de la rebelión, porque en los primeros combates llevados a cabo por fuertes contingentes de aire y tierra, en Jiménez Chihuahua y los contingentes de Escobar, quedaron totalmente destruidos y en el noroeste, el avance rapidísimo que iniciaron el día 3, fue detenido el siguiente día entre Culiacán y Mazatlán”.

    Mientras se efectuaba el avance de los rebeldes del General Manzo, responsable del escobarismo en la región noroeste, el comandante de la zona militar se apresuraba a abandonar la plaza. Las tropas subieron a dos trenes.

    Pero desembarcaron en Mazatlán fuerzas del octavo batallón en un buque de guerra, al mando del General Juan Felipe Rico, quien fue el salvador, vitoreado en las calles de Mazatlán durante su recorrido que hizo del muelle fiscal hasta la Loma Atravesada, donde fue acuartelado.

    Todo el día lunes 4 de marzo fue de movimiento. El General Carrillo estableció su cuartel general en el edificio de la Escuela José María Morelos, “La gran duquesa”, casi al final de la calle Constitución. El mando militar dispuso que de inmediato se instalaran en el Cerro de la Nevería las piezas de artillería con que se contaba y que de inmediato se aprestaron al ataque.

    Los rebeldes fueron sometidos debido a la estrategia de Juan Felipe Rico, aunque los méritos pretendió llevárselos el General Carrillo. Mazatlán fue capital de Sinaloa por unos días, porque Culiacán caería el día 7 ante los escobaristas, sin resistencia.

    Hubo una toma de El Rosario por los escobaristas, según cuenta Carlos Hubbard en el escrito “Mi teniente “Toño El largo” de su libro Chupapiedras. Por su parte, el biólogo David Ocampo Peraza describió el desmantelamiento de los escobaristas en un artículo titulado “Platicando con ‘El Chito’ Peraza sobre la derrota de ellos en El Limón”.

    Sobre los hechos en la capital del Estado tomada por los rebeldes. José María Figueroa resume así los hechos:

    “Al mando de dos corporaciones rebeldes vienen los generales sinaloenses Ramón F. Iturbe y Roberto Cruz. Entre los hombres que integraban su guerrilla se encontraba el padre del líder obrero Rosendo G. Castro y tres de sus tíos que murieron en Mazatlán. Sitian la plaza de Mazatlán y a punto estuvieron de tomarla, pero sorpresivamente la abandonan y se repliegan las fuerzas a La Cruz, perseguidos por los bombardeos de los aviones federales. Llegan a Culiacán, salen todos al norte, se dispersan y colorín colorado”.

    Alfonso Taracena da cuenta de que fueron derribados dos aviones federales en la zona del Venadillo, dato que no he podido corroborar con las fuentes locales.

    Restablecido el orden el 8 de abril, regresan los poderes a la ciudad capital. El gran perdedor fue el ex Gobernador mazatleco Ramón F. Iturbe, quien tuvo que huir. El historiador Juan Lizárraga, de quien tomé varia de la información para este texto, rescata un testimonio de su hija Mireya.

    “Un señor de Sinaloa al que Iturbe le había ayudado cuando fue Gobernador, tenía ahora una tienda en el barrio mexicano de Los Ángeles donde vendía frijoles, chile, maíz, etcétera. Sabiendo esta persona que el General estaba muy mal económicamente, de repente llegaba a visitarlo con un gran saco de frijol y otro de maíz.

    “Y así comíamos por semanas enteras, caldo de frijol, frijoles con bolitas de masa, tamalitos de frijol, a veces con ‘bofe’ o ‘pancita (pulmones y estómago de res que las carnicerías americanas vendían por centavos) y cantidades de leche que en esa época de la depresión valía un centavo el litro y tres litros por dos centavos. Los lecheros la vaciaban en las alcantarillas para que el precio no siguiera bajando. Ahí le dio tuberculosis a mi hermana Lupe”.

    Si la rebelión escobarista hubiera triunfado, Iturbe quizás habría sido Presidente de México, como lo fue el jefe del alto mando que lo derrotó: Lázaro Cárdenas.