El cinismo y la corrupción son la constante en la mayoría de los políticos, mientras la apatía y la irreflexión lo son para los ciudadanos.

    El proceso electoral que se desarrolla actualmente y concluye el 6 de junio es un cochinero. Sin embargo, no es más que reflejo de la degradación que vive nuestra sociedad y nuestra clase política.

    Vemos los perfiles de algunos candidatos que serían impresentables en una sociedad verdaderamente democrática; mucha de la propaganda y los mensajes de los candidatos raya en la frivolidad, lo grotesco, incluso en el peor populismo simplón; ninguno de los partidos plantea una agenda de gobierno o legislativa.

    El cinismo y la corrupción son la constante en la mayoría de los políticos, mientras la apatía y la irreflexión lo son para los ciudadanos.

    Cada vez es más cierta la premisa que decía Don Enrique González Pedrero: “en México no pasa nada y cuando pasa no pasa nada”.

    La mentira y la demagogia se promueven desde el poder, junto con la polarización y la difamación. Se abusa de manera impresionante de la ignorancia de la gente en todos los niveles, cuanto más de los marginados.

    Todo es confusión y da asco la política, el país polarizado se manifiesta con una agresividad inusual en las redes sociales, ambas alimentadas por el Presidente López cual rijoso porro callejero.

    Los partidos políticos, incluido Morena, no aprendieron la lección del resultado electoral de 2018: una sociedad harta de tanta demagogia, tanta simulación, tanta mentira, tanta corrupción, y tanto abuso del poder.

    La gente ya no cree en promesas, quiere resultados que le resuelvan necesidades. Pero también es cierto que el pueblo ha dado un bono de confianza al nuevo gobierno, pero este bono no es eterno. Fox lo tuvo tres años en su gobierno de alternancia hasta que aparecieron los hijos de Martha.

    Mucho se ha dicho de la importancia de esta elección, incluso algunos la presentan fundamental para el futuro del país. La realidad es que México, como los alcohólicos, no iniciará su recuperación en tanto no toque fondo, y no hemos tocado fondo los mexicanos.

    El nombre del juego se llama educación y lo es para todos los niveles, donde nuestro sistema educativo debe formar no solo informar y capacitar. Falta muchísimo para formar ciudadanos comprometidos con México y con los demás, es decir generosos y no egoístas.

    Los empleados del INE andan por las calles mendigando, rogando a la gente que acepte ser funcionario de casilla, piden que le des un día a la democracia, y la gente no quiere.

    El corto placismo se ha apoderado de los partidos políticos, ninguno planea para el mediano y largo plazo. Morena en Sinaloa, en su inmediatez recogió la bazofia de la clase política, y se alió con ella en una alianza electoral y de gobierno han dicho.

    El PRI y el PAN quisieron mezclar el agua y el aceite y pretenden vendernos su alianza como un acto generoso por un bien superior: los que acabaron con el país ahora son sus salvadores.

    La política se ve como un chiquero, cuando buscar el bien de la comunidad debería ser una actividad noble y generosa.

    Aun así dos preguntas tendremos que contestar para esta elección: ¿le daremos mayoría en el Congreso al Presidente o buscaremos que tenga contrapesos? ¿le daremos gubernaturas a Morena, para que llegue fuerte, con dinero y poder, para la elección presidencial de 2024? La respuesta está en tu voto.