Antes de asumir su cargo, la Presidenta Claudia Sheinbaum había anunciado que continuaría con la práctica establecida por su antecesor de tener un evento mediático todas las mañanas.
Ahora ella es la única Mandataria del mundo que realiza ese ejercicio de manera diaria. En muchos gobiernos democráticos existe la práctica de que su portavoz, normalmente un profesional de la comunicación, dé una conferencia de prensa diaria.
Estaba en duda si daría una conferencia de prensa, con estándares y características muy bien definidas en el ámbito internacional, o sería un evento de lo que se conoce como “campaña permanente”.
El pasado miércoles 2 de octubre, en su primera comparecencia mañanera, quedó despejada la duda. En eso también imita a su antecesor: sus mañaneras están diseñadas como un evento de “campaña permanente”.
Y ahora el ejercicio tendrá también propósitos educativos y de adoctrinamiento ideológico en una agenda temática semanal: Lunes, “vida saludable”; martes, “humanismo mexicano y memoria histórica”; miércoles, continúa la sección “Quién es quién en las mentiras”, que ahora se llama “Detector de mentiras”; jueves, “mujeres en la historia”, y viernes “suave patria”.
En la compleja y variada temática de las mañanera, con secciones diversas, se incluye una para preguntas y respuestas de la Presidenta. Tres cambios notables con relación a su antecesor son: que da respuestas cortas que tienen relación con el tema; no insulta ni agrede; no utiliza el espacio para polarizar.
Ella, que es seria y rígida, al no recurrir al insulto ni a la agresión no “da nota”. Una gran parte de los medios mexicanos lo que cubren es el escándalo, el insulto y la rijosidad. Ella no está en esa lógica.
Sí se asemeja a su antecesor en que al momento de responder a los periodistas recurre a la manipulación de los datos, a las medias verdades y también a la mentira. No esconde su molestia ante las preguntas difíciles.
El diseño y producción de estas comparecencias mañaneras dejan en claro que su propósito es comunicarse con las bases sociales de su antecesor, que ahora quiere hacer suyas, y no pretende atraer a otros a su causa sino sólo conservar la base que ahora tiene y alimentarla ideológicamente.
En las primeras dos semanas sus intervenciones no han logrado marcar la agenda mediática (agenda setting), cosa que hacía todos los días quien la antecedió. En las próximas semanas, ella y su equipo habrán de valorar el impacto que tienen estas mañeras.
Y ver si cumplen con los objetivos político-comunicacionales que se propusieron y por lo mismo decidir si se sigue con el actual formato o se modifica. Pienso que incluso existe la posibilidad de suprimir este ejercicio si no tiene una real rentabilidad política.
A partir de lo que he visto en estas dos semanas considero que es muy difícil que ella, como su manera de ser y con la forma que articula su discurso, pueda establecer la agenda mediática diaria, que era uno de los propósitos centrales de las mañaneras de su antecesor, a quien imita en este ejercicio diario de “campaña “permanente”.
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