La Política Exterior Feminista en la construcción de paz

Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos
19/11/2023
    @CMDPDH / Animal Politico / @Pajaropolitico
    La paz feminista puede entenderse como aquella que busca que se garanticen todos los derechos a todas las personas, priorizando a las poblaciones en situación de vulnerabilidad a partir de una protección amplia que se garantiza con el debido funcionamiento de los servicios del Estado como el sistema de cuidados, educación, salud y seguridad. La paz feminista involucra a todos los actores sociales en la toma de decisiones y en la implementación de acciones, y piensa la seguridad fuera del espectro militarizado del Estado.

    Por: Daira Arana Aguilar

    Una Política Exterior Feminista construida en conjunto con la sociedad civil, que busca la interseccionalidad, que fomenta la representación en las esferas de decisión y que tiene un enfoque de transparencia y rendición de cuentas coherente con la política interna será una Política Exterior enfocada en construir la paz.

    Alcanzar la paz ha sido uno de los principales objetivos de la comunidad internacional desde el término de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, las fallas son latentes. Como ejemplos tenemos la invasión rusa a Ucrania, la guerra en el territorio palestino, en Siria, en Yemen; los golpes de Estado en Myanmar, Gabón y Níger; la violencia homicida en México, Honduras, Colombia. La paz no se ha alcanzado.

    La fórmula que los Estados han seguido para construir un sistema internacional ausente de violencia y enfocado en la solución pacífica de los conflictos es cada vez más cuestionable. Pedir la paz a partir de las armas, la militarización, la dominación y la violencia justificada en legítima defensa, solo ha generado más incertidumbre a nivel global. Sin embargo, existe una vía que poco se ha implementado y en la que México podría ser pionero: la Política Exterior Feminista.

    En 2014, Suecia fue el primer país en denominar su Política Exterior como Feminista con la Ministra Margot Wallström a la cabeza. El principal objetivo de esta era aumentar la representación de las mujeres en la toma de decisiones en asuntos internacionales, posicionando a la equidad como un factor central para la paz y el desarrollo.

    Sin embargo, una Política Exterior Feminista (PEF) va más allá de la sola representación de las mujeres en el espectro de la toma de decisiones. Incluir la denominación “feminista” a la Política Exterior significa que cualquier Estado que decida nombrar su política exterior de esa manera, impulsará todos los esfuerzos posibles para alcanzar una paz feminista. Pero ¿qué significa esto en realidad?

    La paz feminista puede entenderse como aquella que busca que se garanticen todos los derechos a todas las personas, priorizando a las poblaciones en situación de vulnerabilidad a partir de una protección amplia que se garantiza con el debido funcionamiento de los servicios del Estado como el sistema de cuidados, educación, salud y seguridad. La paz feminista involucra a todos los actores sociales en la toma de decisiones y en la implementación de acciones, y piensa la seguridad fuera del espectro militarizado del Estado.

    El Gobierno de México denominó ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2019 su política exterior como Feminista, convirtiéndose en el primer país del sur global en tomar al feminismo como guía para sus compromisos internacionales. Sin embargo, esto no ha generado una profunda transformación en sus relaciones internacionales ni en su agenda nacional para atender los retos de la construcción de paz.

    En la Agenda Nacional de Paz del Diálogo Nacional por la Paz se pueden observar los principales retos de la construcción de paz en México, en los que se incluye la desigualdad social como causa de las violencias y la delincuencia, la violencia contra las mujeres, la desconfianza y el aislamiento social, la migración, la agenda ambiental, entre otros.

    Desde Global Thought hemos generado una serie de recomendaciones para fortalecer la continuidad de la PEF en México hacia 2024-2030 y una de las razones por las que la Política Exterior Feminista de México no ha logrado tener un impacto significativo en los retos para la construcción de paz en el país es la falta de coherencia entre la política interna con la política exterior.

    Mientras desde la Política Exterior México coorganizó el Foro Generación Igualdad en 2021, y como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas copresidió un grupo informal de expertos sobre Mujeres, Paz y Seguridad con Irlanda y Kenia, buscando una mejor representación de las mujeres en la escena internacional, al interior México sigue teniendo una de las tasas de homicidio y violencia de género más altas del mundo y la militarización se ha incrementado significativamente en todas sus formas.

    Cuando una Política Exterior es Feminista significa que todo el Estado asume una postura en ese sentido. A diferencia de otras políticas públicas, la política exterior es una política de Estado que debe guiar el interés nacional hacia la construcción de sociedades más equitativas, menos violentas y más comprometidas a garantizar el ejercicio de derechos de todas las personas desde una visión en donde la paz sólo puede alcanzarse desde la protección y el cuidado, y no necesariamente desde la eliminación de amenazas por medios bélicos.

    Una Política Exterior Feminista construida en conjunto con la sociedad civil, que busca la interseccionalidad, que fomenta la representación en las esferas de decisión y que tiene un enfoque de transparencia y rendición de cuentas coherente con la política interna será una Política Exterior enfocada en construir la paz.

    México tiene en sus manos la enorme oportunidad de consolidar una agenda internacional desde el Sur Global que dé un rumbo distinto al camino de la paz que se ha trazado desde el Norte Global y que sólo ha traído consigo más guerras y más violencia. La Política Exterior Feminista puede ser el camino para la paz.

    * La autora Daira Arana Aguilar es directora general de Global Thought.