"La pesca en Sinaloa, náufrago de la 4T. Otra actividad productiva que zozobra"
alexsicairos@hotmail.com
Con el mismo estilo que ya se le conoce, el mismo que le tatúa a la llamada Cuarta Transformación ya cercana a los dos años de vigencia, Andrés Manuel López Obrador canceló ayer el subsidio gubernamental al diésel marino en medio de la crisis que hace que el sector pesquero se ahogue en mareas que antes le eran favorables. Así, borrando de un manotazo a los interlocutores locales Raúl Elenes Angulo y José Jaime Montes Salas, el Presidente encrespó todavía más las aguas bravas de la inconformidad de las actividades económicas.
Primero el campo, luego las empresas golpeadas por la pandemia y ahora la temporada de captura de camarón, dan la impresión de ramas productivas haciendo fila para subir al cadalso de la incomprensión y desprecio del actual régimen federal. ¿Odia López Obrador a las tareas productivas y finca el desarrollo nacional en los programas sociales de apoyo a los más vulnerables?
Desconoce, o sus asesores le mienten, sobre la autenticidad del esfuerzo pesquero. La caída en efecto dominó de los sectores que apuntalan el crecimiento de México parece despreocupar al Gobierno federal y, de rozón, a los gobiernos estatales que permiten impávidos que AMLO deshaga lo que durante años fue construido con muchísimos sacrificios por la gente que trabaja y corre riesgos en el lado productivo lícito.
Después de las movilizaciones y las gestiones ante el Comisionado Nacional de Pesca, Raúl Elenes Angulo, y el delegado federal José Jaime Montes Salas, las empresas y cooperativas que explotan el camarón han de sentirse varados en una isleta desierta después de que la tormenta de incomprensión volcó sus pangas y barcos.
Sin embargo, la línea de comportamiento de la 4T en lo referente a las actividades económicas debió propiciar que el sector pesca de Sinaloa esperara poco, o nada, de las políticas públicas del Gobierno Federal que ha castigado a los sectores productivos al verlos como una carga para la inversión pública en vez de aceptarlos como lo que son, proveedores de alimentos para las mesas de los mexicanos, ese suministro tan esencial para la estabilidad nacional.
En la mayoría de los estados costeros se efectuaron jornadas de exigencia para que se le elimine el Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios en el precio del diésel marino, pero el soplido de incomprensión presidencial los convierte en náufragos de la crisis nacional. “Se decidió entregar los apoyos de manera directa a los pescadores, y que ya no haya el subsidio porque sucedía lo que se daba con los agricultores. En los gobiernos anteriores, todo el subsidio se quedaba arriba, iba a beneficiar a los grandes agricultores y a funcionarios. Mucha corrupción”, dijo ayer AMLO.
Lo peor es que acude con frecuencia a políticas públicas sustentadas en frases de ocasión, sin mediar el diagnóstico profundo, lo cual demuestra que desconoce la situación real de la pesca nacional cuya pérdida de rentabilidad viene desde hace años, sólo que ahora entra en terapia intensiva por la emergencia sanitaria y el subsidio al diésel representaba la única balsa de salvación. Mientras el residente de Palacio Nacional echa las campanas a vuelo, doblan a duelo las de la desesperanza.
El Presidente, como es hábito en él, toma la bandera del combate a la corrupción y la coloca en la proa de una embarcación (México) en proceso de hundimiento, sin percibir que ya ha llovido bastante ruina en los campos pesqueros y que la flota camaronera gana más estando anclada que saliendo a altamar. En las comunidades ribereñas ha sido necesario vender o empeñar lanchas, motores y redes para subsistir y los trabajadores de los barcos mendigan despensas y realizan labores de mantenimiento mal pagadas debido a que la emergencia consiste en sobrevivir.
Alguien debería comunicarle al Mandatario mexicano que las decisiones que agregan mayor vulnerabilidad a la pesca de por sí frágil desde hace dos décadas y más débil ahora por los efectos de la Covid-19, le están poniendo demasiada presión al barco que va pique y coloca a los pescadores en total desventaja frente a los subsidiados productores de otros países, a tal grado que podría ser más barato traer camarón del extranjero que capturarlo aquí.
¿Se lo podrían notificar Raúl Elenes o súper delegado Montes Salas? Al menos en una botella lanzada al mar háganle llegar la desesperación que invade al sector pesquero, igual al desánimo que hace presa al campo sinaloense y la postración propagada a las actividades económicas sin distingos. Eso necesitamos: servidores públicos que le abran los ojos a AMLO aunque ello les signifique perder los cargos.
Reverso
El capitán de la Nación,
A la pesca le hunde el barco,
Al sumergirlo en el gran charco,
De la maldita corrupción.
A río revuelto
En el afluente turbio de la inestabilidad mexicana (crisis sanitaria, emergencia económica, inseguridad reciclada, confrontación nacional y ausencia de gobierno con mucha presencia de improvisaciones) el Presidente Andrés Manuel López Obrador dirá hoy en su segundo informe que estamos bien, que la turbulencias que mecen al velero mexicano nos caen como anillo al dedo y que a él se le resbala como lisa enjabonada la incertidumbre creciente y la esperanza atropellada. Dirán tan poco en tanto discurso y tiempo, como si fuera tiempo lo que le sobrara al País para sacarle la vuelta al futuro que acecha.