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De entre las muchas hipótesis que se manejan acerca del origen del coronavirus nuestro de cada día, está la de la científica china Li-Meng Yan, quien externa su convencimiento de que el virus que nos trae asolados, fue creado por el hombre, y bueno, viendo las secuelas que deja en los que se recuperan de un fuerte ataque, las que van desde el daño pulmonar, el neurológico, el hepático, entre otras, a las cuales, se agrega la reciente versión sobre afectaciones cardiacas.
Todo ello da para pensar en la posibilidad de que el coronavirus activado, efectivamente, sea una perversa creación científica.
Por otro lado, situaciones como la que estamos viviendo, dan para que el gobierno mexicano caiga en simulaciones, muchas de ellas, cargadas de desvergüenza, como es el caso de la manipulación de los indicadores del estado que guarda la pandemia, la que en ningún momento ha dejado de estar en semáforo rojo.
En lo que toca al puerto mazatleco, el gobierno municipal exhibe la apertura de la actividad turística como un modelo a seguir en todo el mundo, asegurando que los turistas y los usuarios de los servicios turísticos no corren ningún riesgo de contagio. Cito un solo caso que desmiente la versión municipal, el de los restaurantes. En ninguno de estos establecimientos se modificó el mobiliario para asegurar la sana distancia entre la clientela. Las mesas son del mismo tamaño de siempre, en las cuales, los comensales quedan rodilla con rodilla y cachete con cachete.
Ciertamente, la simulación siempre ha estado presente en el ejercicio de gobierno y a pesar de lo que se diga, no es extraño que se esté dando en el actual, sin embargo, a diferencia del pasado, el fingimiento en el terreno de la salud hoy agrava la pérdida de vidas.
Y a propósito de los fallecidos por C19, registrados por las autoridades de salud, el ahora controvertido Hugo López-Gatell ha manifestado que la mala alimentación del mexicano es un factor que incide en el alto número de víctimas fatales de la pandemia, acentuando además, que los refrescos y otras bebidas azucaradas, son veneno puro para quienes los consumen.
Al respecto, algunas revistas especializadas en salud, aseguran que México es líder mundial en el consumo de refrescos, con un promedio de 164 litros por habitante, seguido por los Estados Unidos, con más menos 140 litros por persona.
Parece exagerada tal cantidad, pero hay que recordar que el gusto mexicano por los refrescos está muy arraigado, tanto, que, en la plegaria del Padre Nuestro, agregan: “...Danos hoy el pan y el refresco de cada día...”
Según investigadores de la UNAM, una gaseosa de 600 mililitros contiene en promedio 12 cucharadas cafeteras, además de una cantidad importante de sodio, datos que sostienen el dicho del epidemiólogo López-Gatell, en el sentido de que los refrescos son veneno embotellado, fuente de diabetes, una de las principales causas de muerte en nuestro país. Agregó que se ha comprobado que los diabéticos son sujetos endebles ante los embates del C19.
Por supuesto, las aseveraciones del subsecretario de salud provocaron que los representantes de la industria refresquera se dijeran ofendidos y satanizados por el funcionario y trataron de negar lo que no se puede ocultar.
Mientras que los consumidores, ni siquiera se dieron por enterados y si lo estuvieron, las palabras de López-Gatell se hundieron en el burbujeante y adictivo líquido de las gaseosas; bebida que acompaña a los mexicanos desde el biberón hasta la sepultura, no solo por el sabor, sino porque en la mayoría de los casos, es una manera de complementar las magras raciones de la población necesitada.
La pandemia ha venido a remarcar todas nuestras debilidades en lo que respecta a la salud y la economía familiar, lo que cae como anillo al dedo a la actual administración federal, para que demuestre sus verdaderos alcances, no con simulaciones sino con acciones reales y efectivas. ¡Buenos días!