La obra política de Rocha en el primer año
El Gobernador ajusta tuercas sin tronarlas
Parecía que aquel pleito que se echó con la camarilla dominante de la Sección 53 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, en diciembre de 2021, un mes después de asumir el cargo de Gobernador, definía el estilo duro de Rubén Rocha Moya contra grupos de poder acostumbrados a parasitar en la vena yugular del Estado. Era el asomo de la obra política que los sinaloenses le pedían: ponerles fin a privilegios y corrupciones que de la impunidad transexenal sacan fuerzas para sobrevivir.
El catálogo de resultados contenidos en el Primer Informe, entregado ayer al Congreso del Estado, datos rígidos y algoritmos interpretables solo por tecnócratas, no contiene esa parte que desnuda la cualidad principal del político, entendido éste como el ser de carne y hueso, el que escapa o es rehén de los rituales de la investidura y deja su rastro en la historia según sepa separarse de la arrogancia y estar de vez en cuando solitario en la estepa intrínseca del “yo” como persona.
A los días de ser recibido con los chantajes y amenazas del sindicato magisterial, que llegó a la ruptura de relaciones entre el SNTE y la Secretaria de Educación y Cultura, Graciela Domínguez Nava, Rocha Moya se puso al frente de la mesa de negociación que pronto hizo virar el conflicto hacia la armonía prolongada hasta la fecha. Nunca se supo quién fue el vencedor, aunque el sentido común les dé la victoria a los siempre medrosos.
Ese ha sido el modelo reinante durante el primer año del rochismo: apretar mucho la tuerca y cuando está a punto de tronar proceder a aflojarla. Pero el tornillo también debe poner lo suyo para no quebrarse porque al final de cuentas sostiene un cúmulo de intereses que lo convierte en el gran perjudicado si la pinza aprieta de más. Rocha ha llevado a las inercias y catervas al límite de la última vuelta que la rosca resiste y luego afloja para que la gobernabilidad quede a salvo.
En marzo, previo a la destitución de Héctor Melesio Cuén Ojeda en la titularidad de la Secretaría de Salud y como control de los daños del inminente terremoto político que tendría su epicentro en la Universidad Autónoma de Sinaloa, se operó igual esquema de aprieta-afloja cuando desde el tercer piso de Palacio de Gobierno, la 64 Legislatura del Congreso del Estado y partido Movimiento Regeneración Nacional se deslizó la posible auditoría financiera a la UAS por el adeudo que la casa de estudios registró con el Sistema de Administración Tributaria estimado en 2 mil millones de pesos.
Sin embargo, la inusitada actitud mesurada que Cuén Ojeda mostró por su salida del Gabinete operó para la rápida distensión, a tal grado de que al Partido Sinaloense le han repuesto cuotas políticas que había perdido y el mismo Gobernador ha declarado que si estuviera en la tesitura de volver a hacer alianza electoral con el PAS, la haría. El desenlace es que el campus rosalino está en paz y el pasismo asumió la táctica del pato en el estanque en el que a veces nada y en ocasiones ni de agua para beber dispone.
Muchos ejemplos pueden mencionarse de la maniobra de reacción a crisis políticas que implementa la Cuarta Transformación en Sinaloa, no obstante que la madre de todas es la contraofensiva palaciega contra el hoy ex Alcalde de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro, quien se negó a dar tregua en sus ataques contra el Gobernador, el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, Feliciano Castro Meléndez, viudas de policías caídos en el cumplimiento del deber y personas de la tercera edad o en situación de discapacidad.
Rocha Moya le ofreció a Estrada Ferreiro muchas salidas airosas, pero éste decidió medir fuerzas con el Mandatario más empoderado de la era política moderna de Sinaloa. En Palacio de Gobierno la idea del juicio político fue al principio un amago por meter en cintura al entonces Alcalde y acabó siendo la única y urgente vía para someterlo y dejar fuera de riesgo la estabilidad de Culiacán. Este es el único caso donde el Gobernador decidió apretar la tuerca hasta hacerla tronar y en el referente inverso a Luis Guillermo Benítez Torres le quitaron la Presidencia Municipal de Mazatlán con ajustes suaves, calculados, porque él sí puso el “afloja todo” de cuidar las buenas formas en el trato con el jefe del Ejecutivo Estatal.
Está bastante divulgado el trabajo que realiza Rocha con obra pública de enfoque social y el asomo apenas de grandes proyectos de infraestructura; seguridad donde la baja en homicidios dolosos contrasta con la intermitencia violenta que sacude a ciudades como Mazatlán; en lo humanitario hay la incipiente voluntad por atender fenómenos como las desapariciones forzadas, desplazamientos de familias por la violencia y feminicidios, y existen áreas insignia que tienen que ver con el Programa Transformando Comunidades, la pensión a sinaloenses discapacitados, la libertad de expresión que sustenta las conferencias de prensa semaneras, y educación de calidad que en este primer trecho se enfoca en escuelas dignas.
Pero es la obra política la que define el resto. Ésta se fragua en las escapadas que Rocha se da a comunidades rurales sin comitivas ni parafernalias, en el tiempo en que está junto a la familia, en las cavilaciones del insomnio. Allá, donde nadie lo ve, lejos de los asesores y muy cerca de los designios que dicta la conciencia.
Para meter en cintura,
A los descarriados de su banda,
Les pega con mano dura.
Y luego les soba con la blanda.
En un acto sobrio, de auténtica interacción entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, el Secretario General de Gobierno entregó a la 64 Legislatura el primer informe del Gobernador Rubén Rocha quien acudirá el 23 de noviembre a defender sus resultados ante las diputadas y diputados. Enrique Inzunza Cázares destacó que el eje de la 4T en Sinaloa seguirá siendo el de los programas sociales, los cuales admitió han sido insuficientes.