La narcoguerra nos apremia a construir paz
Es hora de acoplarnos Gobierno y sociedad
Llegó el momento en Sinaloa de decidir qué hará el Gobierno del Estado en conjunción con la sociedad para lograr de aquí a largo plazo, entre diez y veinte años, condiciones donde ni las instituciones ni los ciudadanos seamos rehenes del crimen organizado tal como sucede ahora a pesar de que asoman lapsos de menor intensidad en la narcoguerra que de ninguna manera significan paz positiva y duradera. Iniciar el proceso traumático y nada fácil poniendo sobre la mesa la autocrítica serena, las voluntades que existan, los riesgos inevitables, los recursos públicos indispensables y sobre todo las acciones efectivas distantes de la simulación.
Reconociendo que en medio de la barbarie de hoy han levantado la mano muchas organizaciones y líderes de opinión sinaloenses, que de manera dispersa señalan algunas de las salidas factibles, también importa estar de acuerdo en que lo fundamental tiene que ver con caminar unidos y ser conscientes de la dura senda a recorrer. Ir sin equipajes políticos ni esperar tajadas de poder, sin embargo, sí aspirar a que la única recompensa posible sea la de ver a la tierra de los once ríos alcanzando la tranquilidad soñada.
Por supuesto que la fuerza militar y policial debe proseguir con los operativos a los cuales se sumará la Marina Armada, a gestión del Gobernador Rubén Rocha Moya, al ser el brazo de la seguridad pública federal que mayor efectividad ha mostrado en cuanto a la detección y extracción de grandes generadores de violencia. Otro buen punto de partida es el reconocimiento, filias y fobias aparte, de que la Presidenta Claudia Sheinbaum cambió de estrategia en la guerra contra el alto crimen, optando por combatirlo sin tregua ni cuartel.
Hay que escuchar a toda la sociedad sin ponerle etiquetas de alguna índole a los que le dedican horas en localizar las rutas de evacuación. Oír a los sensatos y sumarlos. El hartazgo por décadas de episodios en los cuales el hampa nos paraliza en el miedo sería la bujía cívica y Rocha Moya debe convertirse en el articulador de los afanes por la paz. Si al actual Mandatario estatal le tocó llevar las riendas de Sinaloa al ocurrir la mayor confrontación de la que se tenga memoria al interior del Cártel de Sinaloa, la historia lo puede rescatar si convoca, actúa y gobierna como el estadista que hoy se requiere.
Durante la inauguración del Summit 2024 Ciudades con Futuro, que fue parte del Foro Mar de Cortés que se realizó la semana pasada en Los Cabos, Baja California Sur, el empresario Agustín Coppel Luken se refirió a la inseguridad en Sinaloa con foco más crítico en Culiacán, reclamando “un gran fracaso del Gobierno en sus tres niveles respecto a su incapacidad de asumir y dar resultados en su responsabilidad primaria”, resaltando los años de abandono al no perseguir profesionalmente los delitos y de no enfrentar a la delincuencia.
Tratándose de una voz de primer orden en el empresariado sinaloense y mexicano significa la luz echada sobre la oscuridad de gobiernos que durante más de medio siglo le permitieron hacer y le dejaron pasar a la delincuencia, “y los sinaloenses que renunciamos a la responsabilidad de hacernos cargo del futuro de las ciudades y pueblos”, hasta llegar a la circunstancia actual fingiendo no saber cómo empezó esto y creyéndonos sin colaboración con el problema. Aquí el presidente de Grupo Coppel planteó una reflexión interesante: “algo nos faltó hacer, algo hicimos mal, o al menos no lo suficientemente bien como para evitar el deterioro de la convivencia pacífica en nuestras ciudades. No reconocer la parte de responsabilidad que todos tenemos en este problema, es también, una forma de renuncia y así no podremos mejorar”.
Destaca también el hecho de que el activismo del grupo ciudadano Culiacán Valiente haya pasado de la movilización a la gestión ante el Congreso en lo que corresponde a la importante asignación presupuestal con enfoque a construcción de paz, prevención del delito e implementación de una agenda con acciones específicas generadas en mesas de trabajo entre la sociedad y la autoridad. “Si no existen asignaciones extraordinarias derivadas de la situación lamentable de violencia que vivimos significaría que el Gobierno no tiene voluntad de cambiar nada en el corto, mediano y largo plazo. Es decir, que las cosas profundas de nuestros problemas de inseguridad sigan igual y eso no lo podemos permitir”, sustenta.
En lo que corresponde al Consejo Estatal de Seguridad Pública tiene a cargo la labor de vincular el ánimo ciudadano por trazar y concretar un plan de paz verdadera y permanente, que es el arrojo que en ese sentido muestran las familias, las individualidades, y los sectores activos, enlazándolo con las responsabilidades, asignación de presupuestos y voluntades del Gobierno del Estado, inclusive elevando tal suma de arrestos a categoría de Ley con tal de que no sucumba entre un sexenio y otro.
Es decir, no se parte de cero en la impostergable tarea a realizar entre Gobierno y sinaloenses. Ni existen oportunidades para esos programas que germinan en los aprietos a que somete el narcotráfico y naufragan en cuanto se instala la efímera pax narca. Lo apremiante es decidir, ya, si quiere el Gobernador, si iremos junto a él los ciudadanos, y si los sectores productivos y organizaciones cívicas se sostendrán en el sí queremos y podemos.
Este es el momento exacto,
Para armar el proyecto tenaz,
Que nos movilice ipso facto,
Hacia un largo futuro de paz.
La voz de arranque para que Sinaloa haga el mayor esfuerzo por la paz positiva y perdurable le corresponde darlo a la 65 Legislatura del Congreso del Estado que en las próximas semanas deberá analizar la propuesta de Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos de 2025 que le enviará el Gobernador Rubén Rocha. Ya deberían estar listos los consensos con todas las bancadas y, sobre todo, las áreas de la seguridad pública a beneficiar con las reasignaciones y redireccionamientos del gasto público. Cuánto invertir y en qué para los cimientos de la pacificación sinaloense.
-